DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

domingo, 23 de abril de 2017

EL PERIONISMO Y LA VARA DE SUIZA



EL PERIONISMO Y LA VARA DE SUIZA

Durante la semana pasada, Daniel Schteingart, doctor en Sociología, desarrollista, beatlemaníaco, tecladista fogonero y columnista socioeconómico en Tarde Para Nada (según se autodescribe en su bio de Twitter), dedicó un profuso análisis (“La tortura del dato crea un nuevo relato” https://goo.gl/FtrazG )  a mis artículos “Cuando el dato mata el relato” (La Nación del 12 abril 2017 ( https://goo.gl/4PS6wr ) y “La cuestión del empleo” (Los Andes 9 de abril de 2017 https://goo.gl/R60kjr )
Creo que vale la pena responderle por dos motivos: 1) hay que reconocer en Schteingart el esfuerzo de discutir con datos, como yo mismo reclamaba en mis notas de opinión, y 2) su análisis no hace más que confirmar mi denuncia del perionismo, esa parte del periodismo argento que mide con la vara de Suiza todo lo que se refiere a Cambiemos después de doce años de medir con la de Uganda las barrabasadas kirchneristas que han dejado al país en la postración y la miseria. No hablo tanto del chico Schteingart, sino de gente como la conductora del programa en que trabaja, María O’Donell, y de periodistas como Ernesto Tenembaum, quien elogió por Twitter el artículo de Schteingart diciendo “Muy interesanta (sic) pero muy interesante la manera en que @danyscht polemiza con @FerIglesias. Alto nivel de precisión.”

UNA CONSIDERACIÓN GENERAL- Mi primera objeción es de manual: al mismo tiempo que reconoce que los datos que utilizo en mi nota son veraces y confiables, Schteingart sostiene que los “torturo”. La expresión me llenó de curiosidad sobre qué términos habría usado el propio Schteingart para criticar al INDEK que decía que la inflación era de un dígito, se comía con seis pesos y la pobreza era menor que en Alemania. Consultado, Schteingart se defendió copiándome el link de una página en la que definía a los datos del INDEK de Moreno como “poco creíbles”. He allí el perionismo en toda su extensión. Mis datos son ciertos y verificables, pero yo los TORTURO; los de Guillermo Moreno, en cambio, son POCO CREÍBLES. La vara de Suiza con mi artículo. La de Uganda, para un ente oficial que durante diez años fue parte de una estafa monumental a cuarenta millones de argentinos. Pero aceptemos el desafío y pongamos bajo la lupa suiza de Schteingart lo que escribí.

Schteingart dice acordar conmigo en que tenemos “un INDEC medianamente confiable”. Primera distorsión. Para mí el INDEC es hoy plenamente confiable, y si Schteingart no está de acuerdo debe decirlo por sí solo y con su propia voz, explicando por qué no confía del todo. Acaso, denunciando penalmente si cree que existe algún delito, como hicimos quienes nos enfrentamos al kirchnerismo en el pico de su poder mientras él publicaba articulitos justificadores en Pagina12. Nótese, además, los calificativos empleados por el perionismo: el INDEC de Todesca, “medianamente confiable”, no está muy lejos para Schteingart del INDEK de Moreno, que era “poco creíble”. “Hay (legítimas) dudas sobre la confiabilidad de los datos de 2015”, “Opto por no poner las manos en el fuego por ellos”, agrega Schteingart. El Partido del Sé ‘gual en acción. La Biblia junto al calefón. Horrible.

DESOCUPACIÓN- Schteingart arranca su largo párrafo sobre desocupación sosteniendo que decir que el índice de desempleo bajó entre el segundo y el cuarto trimestre “No es correcto porque no considera cuestiones estacionales”. Para solucionar el problema, causado por la asuencia del dato de diciembre de 2015, y en apoyo a su afirmación de que la desocupación aumentó, Schteingart toma como parámetro… ¡las estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires!, un distrito que reúne menos del 10% de la población nacional y en el que, como todos sabemos, los problemas de inflación y retracción de la demanda han sido más graves que en el interior debido al aumento de tarifas, entre otros factores. ¿Qué distorsiona más un dato, doctor Schteingart, el factor estacional o el considerar la situación de 1/14 parte de la población, la más rica del país, como representativa del conjunto?

Pero veamos la “distorsión estacional” de la que se lamenta Schteingart. No tenemos datos de 2015 porque el INDEK era el caos que era (motivo por el cual me fue imposible hacer una comparación interanual perfecta como la que Schteingart me reclama), pero sí los hay entre el segundo y el cuarto trimestre de los dos gobiernos de Cristina, y estos oscilan entre una disminución máxima de 0.8 puntos en 2013 y una mínima de 0.3 puntos en 2012. ¿Por qué el “preciso” Schteingart considera entonces poco significativa la reducción de 1.7 puntos porcentuales ocurrida en 2016, que duplica, triplica, cuadruplica, quintuplica y hasta sextuplica las disminuciones ocurridas durante el cristinismo durante los mismos períodos estacionales? Se trata de un misterio perionista que probablemente nos aclarará algún día Ernesto Tenembaum, ese amante de la precisión schteingartiana.

Schteingart desmiente el aumento de 81.000 puestos de trabajo registrados en 2016 (un 0.7% de aumento interanual) señalado en mis artículos. Sostiene, por el contrario, que hubo una disminución de 0.7% interanual sin aclarar de qué fuente proviene ese dato, y realiza después una serie de consideraciones muy interesantes acerca de la calidad de los empleos creados. Quedo a la espera del envío de similares observaciones de Schteingart en la época en que publicaba en Pagina12 y el gobierno kirchnerista sostenía que había creado entre cinco y seis millones de puestos de trabajo, masomeno, cuando ninguna medición confiable superaba los tres millones.  Por si hay dudas sobre mis datos, la fuente que cito es el informe 2016 del Ministerio de Trabajo que se encuentra en  https://goo.gl/uFJfUY Como he señalado, las mejoras han sido modestas pero muestran una clara recuperación sobre finales del año y se dieron en un contexto enormemente desfavorable, marcado por la imprescindible salida del default y el cepo, y en el año de mayor aumento del desempleo en América latina en la década, según la OIT.

Por mi parte, reconozco que ignoraba el cambio en la metodología de medición de la tasa de empleo en la EPH, pero los datos que cita Schteingart en su propia armonización (41.7% y 42.3% de argentinos empleados en 2015 contra 41.7% y 42.1% en 2016) confirman la afirmación central de mis artículos: la epidemia masiva de desempleo provocada por los CEOs es una invención nac&pop cubierta desde la retaguardia por sus habituales justificadores. Sin llegar a sostener que la “recalibración” de la EPH efectuada por Schteingart sea falsa pero temiendo que tenga la misma “precisión” que sus demás observaciones, agrego que si por un lado el corrimiento de la EPH hacia una población de mayor edad implica una mejora de los índices de empleo y pobreza, el corrimiento geográfico de la EPH hacia la provincia de Buenos Aires y la Capital, los dos distritos menos beneficiados por la recuperación del dinamismo del sector agropecuario y los más afectados por la suba de tarifas tiene, precisamente, el efecto contrario.

POBREZA- En cuanto a la pobreza, Schteingart insiste en su estrategia: negar la validez de datos oficiales al mismo tiempo que no denuncia su falsedad ni periodística ni judicialmente y recurre en su reemplazo a datos de la Capital Federal, un distrito rico, minoritario y de características muy particulares respecto del resto del país. Es, además, completamente falsa su afirmación de que el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad de La Plata no haya recalibrado la EPH de 2015 y 2016 en la variable pobreza. Es exactamente lo que han hecho en su informe ( https://t.co/8Q9RdyP6dk ) del que han extraído el gráfico que reproduzco aquí abajo y sacado las conclusiones que he citado en mis artículos: 1) En el período 2006-2015 la reducción de la pobreza en Argentina fue menor que para el promedio regional; 2) Como titula Agustín Szafranco en su artículo de El Cronista ( https://goo.gl/KKhFCg ) “En el primer año de Macri la pobreza fue menor que al final del kirchnerismo”.



El último gráfico es concluyente a simple vista y reafirma mi análisis: durante 2016 no ha habido ningún empeoramiento significativo de la situación social heredada y la situación está mejorando sin prisa pero sin pausa.

IMPORTACIONES- En cuanto a las importaciones y el saldo comercial, cité el valor total de las importaciones porque es el punto principal de ese aspecto, y lo hice brevemente porque se trataba de artículos enfocados sobre la situación social, que ocupaba la mayor parte del espacio disponible. Reitero ahora lo que dije: el imperialista gobierno de Macri-gato pasó del déficit que había heredado al superávit. Con más espacio para el análisis, como aquí, son posibles otras consideraciones.

Los informes del INDEC ( https://goo.gl/t4AbQT ) desmienten todas las cifras del “preciso” Schteingart, cuyos errores repiten -curiosamente- los de otra agencia informativa de Corea del medio: Chequeado. Los precios de importación no cayeron 10% sino 3.3%; las cantidades importadas no subieron 4% sino 3.7%, y el rubro que más aumentó no fue bienes de consumo sino bienes de capital. Significativamente, la importación de bienes de capital (es decir: destinados a aumentar la producción) es el mejor predictor de la “dinámica productiva” que tanto preocupa a Schteingart, y a pesar de la disminución del 6.9% en el total de las importaciones aumentó un notable 25.9%. No será la lluvia de inversiones esperada pero no está nada mal para un año complicado.

Otro dato significativo es que -sí, es cierto- las cantidades importadas aumentaron 3.8% en 2016; pero ese fenómeno no fue originado en las políticas de Cambiemos sino que fue una simple prolongación de lo heredado, como demuestra el hecho de que el aumento entre 2014 y 2015 haya sido, también, del 3.8%. Aún más, si se toma un período mayor (2009-2014) la cantidad de mercaderías importadas aumentó casi el 50% total, con un aumento medio anual del gobierno nac&pop cercano al 9%, es decir: el doble respecto al modesto 3.8% del 2016 del aperturista Cambiemos.

La justificación del aumento de las importaciones durante el kirchnerismo, que según nuestro kirchnerista mal encubierto se debieron al aumento de la actividad económica, lo dice todo sobre nuestro personaje. Es cierto, Schteingart: las importaciones suelen subir con el aumento de la actividad, pero también lo hacen las exportaciones, ya que de lo contrario termina yéndose todo al tacho, como cualquier economista no K comprende. Ahora, por favor, explíquenos doctor con su precisión habitual cómo fue que las importaciones se sextuplicaron durante la década saKeada del gobierno que no quería importar ni un clavo mientras que las exportaciones sólo se duplicaron (de us$13.850.772 millones a us$59.756.708 millones, y de Us$29.938.752 millones a us$56.787.982 millones entre 2002 y 2015, respectivamente). Amante del modelo productivo-industrialista de sustitución de importaciones: lo escuchamos.

Nuestro adorador de las cifras interanuales tampoco menciona en su “preciso” informe que el aumento de las exportaciones ha sido también una tendencia notable del 2016 neoliberal y financiero: para diciembre, habían subido 34% con respecto al mismo mes del año anterior. Tampoco es cierto que la suba de precios de las importaciones argentinas haya sido “producto de la sobreoferta global en países manufactureros”, como sostiene. Lo desmiente el insospechable de macrismo Bernardo Kosacoff, ex director de la oficina argentina de la CEPAL, para quien la caída del valor de las importaciones no respondió a cambios en el mercado mundial sino a las políticas empleadas por el Gobierno de Cristina. Agrego yo: el cepo, debido al cual los importadores sobrefacturaban para conseguir divisas al tipo de cambio oficial para venderlas después al valor del dólar paralelo. La bicicleta financiera populista.

Finalmente, aún si creemos en las recalibraciones de Schteingart y las aplicamos al tema de la balanza comercial, “en 2016 hubiéramos tenido un déficit comercial de 1.492 millones de dólares”, como él mismo sostiene. Es decir: una reducción a la mitad del déficit de us$2.968 millones heredado de Cristina Kirchner. Atribuir esta performance a una mejora del 6.4% en los términos de intercambio es por lo menos absurdo por parte de quienes se burlaban del “viento de cola” que duplicó el valor de nuestras exportaciones entre 2001 y 2012 mientras ellos gritaban “¡Milagro productivo! ¡Milagro!”.

CONCLUSIÓN- Podría seguir analizando las distorsiones de Schteingart, pero la econometría es su terreno y no el mío. Prefiero dar la bienvenida a la futura Suiza argentina a él y a todos los compañeros a los que tanto les gustaba el clima de Uganda. Y cierro repitiendo las afirmaciones esenciales de mis artículos que sostuve con datos oficiales de un INDEC confiable después de doce años de destrucción del Estado en nombre de su reconstrucción: a pesar del desastre que dejó el genial Kiciloff, el 2016 de Cambiemos no se pareció al 2002 sino a 2014; un año difícil y complicado pero no una catástrofe como la que provocaron Duhalde y Remes Lenicov, de la que aún no nos hemos recuperado (hablo del récord de desocupación, de pobreza y de aumento de la pobreza de la Historia nacional durante ese año, según datos del INDEC).

Por el contrario, y a pesar de que las cifras de diciembre de 2015 son similares a las de 2001, en 2016 no ha habido ninguna epidemia de desocupación, ni ningún aluvión importador, ni la pobreza se ha disparado. Aún más, todos los indicadores están mejorando y lo están haciendo sobre bases ciertas y sustentables en el tiempo. Es cierto: el gobierno de Cambiemos debió echar mano al único activo relativamente intacto que dejaron quienes reventaron no solo la infraestructura sino todos los stocks disponibles. Me refiero al bajo endeudamiento financiero externo (insisto: financiero y externo, porque la deuda no financiera e interna es pavorosa). La alternativa era seguir emitiendo y aumentando la pobreza o aplicar un shock de reducción del gasto de efectos sociales y políticos incalculables. Endeudarse era, en la situación heredada, la salida más progresista y razonable, si no la única, y si las variables continúan mejorando será una política circunstancial que dejaremos atrás gracias a una economía más productiva, competitiva y con efectos reales sostenibles en la reducción de la pobreza y el desempleo. Es lo que a muchos perionistas les molesta, me temo, y no el gobierno de los CEOs.