(publicado DIARIO PERFIL 9 de marzo de 2008)
A la sociedad argentina le acaba de acontecer lo que al personaje del célebre cuento de Augusto Monterroso, el más breve –dicen- de la historia: cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. En efecto, parecía que había fenecido definitivamente debido al aterrizaje del meteorito kirchnerista en el espacio claustrofóbico de la política argentina, pero allí estaba, vivito y coleando, con su piel de lona camionera y su vientre omnívoro e insaciable, resurgiendo desde los intersticios que sucesivamente le dejaron la transversalidad, la batalla entre pingüinos y capitalinos, las pretensiones hegelianas de la Presidenta y la lucha entre nestoristas y cristinistas por el control del doble comando y del espacio vital en el lecho presidencial. Parecía que su muerte sería el producto natural del fin del Siglo XX devónico-nacionalista y de la era industrial-jurásica en los que había nacido y fructificado hasta convertirse en el predador por excelencia, o acaso la consecuencia inevitable del calamitoso estado en que dejaron al país sus dieciséis años de gobierno entre los últimos dieciocho, pero no. Una y mil veces no. Un Pejota demasiadas veces desahuciado ha resurgido de las entrañas del Parque Norte como un gliptodonte bonaerense sediento de la más dulce de las venganzas: la claudicación final y definitiva a su lógica de quien había prometido liquidarlo en aras de la promesa de inaugurar una nueva política y un nuevo país.
Por supuesto, la rendición fue convenientemente disfrazada por ambos bandos, pejotistas y kirchneristas, de retorno a casa del hijo pródigo. De manera que en el festejo estaban, victoriosos, refulgentes, los empeñosos intendentes del conurbano, los esforzados caciques sindicales, los redimidos dirigentes piqueteros, los camaleónticos lavagnistas, los arrepentidos ex–macristas, ex-socialistas y ex-aristas, los perplejos sciolistas, todos ellos votando con la unanimidad característica de las grandes gestas democráticas, invitando a profesar el credo (sic) justicialista, lamentando ausencias de último momento y enarbolando una promesa de amnistía para los prófugos duhaldistas, menemistas y rodriguesaistas, ya que nunca se sabe, para demostrar que –a pesar de tanto agravio- la familia justicialista sigue en pie y sigue siendo, antes que nada, una familia.
Allí estaban, pletóricos, los representantes de la nueva política, del país en serio y de la redistribución del ingreso, juntando en pocas cuadras lo verdaderamente último de la historia universal: el feudalismo monárquico del siglo XVII, el feudalismo ilustrado del siglo XVIII, el industrialismo mesozoico del siglo XIX y la petropolítica del siglo XX. No faltó siquiera el saludo del coronel Chávez, quien entre un “Mándeme ahí unos batallones, general” y un “Ya te envío el gas-oil, Cristina” hizo llegar su adhesión a un acto tan evidentemente socialista y del Siglo XXI proclamando su condición de pejotista de la primera hora.
Desde octubre de 2007, en que el kirchnerismo perdió en todos los distritos avanzados del país, el desenlace era inevitable. En efecto, el naciente Pejota reloaded promete el milagro sin precedentes de redistribuir el ingreso concentrando el poder político. Y nuevas y mejores maravillas se avecinan. Primera de ellas, la transformación del más formidable aparato de producción de consenso a-cualquier-precio-y-en-cualquier-circunstancia-y-lugar que ha forjado la historia argentina en un partido socialdemócrata de corte europeo, según el exitoso modelo liderado en los Ochenta por Antonio Cafiero y bendecido ahora por su presencia senatorial. Ya se avizora la escena propiciatoria en que Néstor Kirchner tomará té con masitas con Brown, grapa con Veltroni y gazpacho con Rodríguez Zapatero; ya se adivina a Hugo Moyano invitando gentilmente con un mate a Tony Blair, a Hugo Curto intercambiando banderines y abrazos con Felipe González y al Pepe Nun discutiendo sobre la tercera vía del tren bala con Anthony Giddens. Una delicia. Y lo mejor de todo, se comprende muy bien el radioso porvenir que le espera a la Argentina del postindustrial y globalizado siglo XXI si continúa en manos de la alianza entre la petropolitiKa de control de la matriz energética y el pejotismo recargado de Parque Norte, emblemático lugar de la fracasada alianza entre populistas-nacionalistas y socialdemócratas si los hay.
3 comentarios:
LA VERDADERA OPOSICION ES EL PERONISMO DISENTE ALA MAFIA K CORRUPTA POPULISTA
P
V
GORILA DE MIERDA USD NUNCA VAN A GOBERNAR
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