DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

martes, 29 de septiembre de 2009

Programas de TV



Hoy estaré en el programa de Mauro Viale a las 20:30 por canal 26.




y a las 22 horas participaré en el programa "Otro Tema" que conduce Santo Biasatti por TN.


viernes, 18 de septiembre de 2009

Segunda parte de mi discurso - "ESTA SESION ES ILEGITIMA E INCONSTITUCIONAL" (2/2) 16-09-09

"ESTA SESION ES ILEGITIMA E INCONSTITUCIONAL" - 16-09-09

Programas TV.-

Entrevista en "A dos Voces" durante el tratamiento de la Ley de Radiodifusión, el miércoles pasado, cuando toda la oposición decidió retirarse del Recinto.-


Ley de Medios K.-

Discurso en el Recinto, miércoles 16 de Septiembre, durante el tratamiento de la Ley de Radiodifusión. Versión taquigráfica.-

"Lo único que nos falta es que la ley de la democracia ayude al gobierno a seguir destruyendo la democracia en nombre de la democracia."

Fuente de la imagen: Diario Perfil

Sr. Iglesias.- Señor presidente, me embarga una enorme tristeza de ver la forma en que se está tratando esta ley que en el siglo XXI, el siglo de las comunicaciones y de la sociedad del conocimiento, tiene una enorme importancia. Tanta, como si en el siglo XX se hubieran incluido en una sola ley la trocha de los ferrocarriles, el trazado de las autopistas y todo el sistema industrial de la República Argentina.
En estas condiciones vergonzosas se trata hoy esta norma decisiva, con una discusión de seis horas en un plenario de comisiones a seis años de un gobierno que permitió la concentración de medios de la que ahora se queja y luego de seis meses de discusión en foros por invitación organizados por el licenciado Mariotto.
En la Coalición Cívica no hemos presentado un dictamen de minoría porque ayer era evidente que no había quórum en las tres comisiones para firmar dictámenes. Por eso, para que no digan que no tenemos propuestas, voy a solicitar que se permita insertar en mi discurso las que pensábamos incluir en nuestro dictamen.
Hablo desde la tradición del ARI y de la Coalición Cívica, que durante estos seis años se han opuesto sistemáticamente a todas y cada una de las maniobras que ha hecho este gobierno con sus anteriores socios para concentrar poder en los medios: diez años de prórroga de licencias y fusión de Cablevisión y Multicanal. Aquí me voy a detener un segundo. Cuando interrumpamos la licencia a quienes gozaron de esta prórroga por diez años, violando así sus derechos adquiridos, ¿quiénes van a pagar? Van a pagar los ciudadanos argentinos, los mismos pobres e indigentes de los que habla siempre este gobierno y que cuando compran leche para sus hijos pagan aún el 21 por ciento de IVA, ya que la reforma fiscal es otra de sus asignaturas pendientes. (...)

Continúa. Para leer mi intervención completa hacer click aqui.

Ley de Medios K.-

Intervención en el Recinto, durante el tratamiento de la Ley de Radiosifusión, pidiendo una cuestión de privilegio.

"El método antidemocrático de sanción es coincidente con el contenido antidemocrático de la ley".

Fuente de la imagen: DYN

Sr. Presidente (Fellner).- Para una cuestión de privilegio tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

Sr. Iglesias.- Señor presidente: quiero plantear una cuestión de privilegio porque, por muchos motivos, me siento ofendido en mi carácter de legislador y representante de los ciudadanos que me han elegido.
Adhiero a las expresiones de los colegas que me precedieron en el uso de la palabra con respecto a la irregularidad de esta sesión, pero también quiero puntualizar la fórmula del tratamiento de la ley de medios audiovisuales en la vergonzosa reunión conjunta que se celebró en el día de ayer. Fue una reunión que terminó sin quórum y con despachos que eran firmados en las oficinas de los señores diputados, sin ningún tipo de legitimidad. Esto ha impedido al bloque de la Coalición Cívica presentar un dictamen de minoría para no avalar un procedimiento irregular.
Lo de ayer fue una vergüenza. Ni siquiera en una asociación vecinal que tiene que discutir si pone o no una cancha de bochas se discute de esa manera, con semejante grado de desorganización y de avasallamiento de los derechos y de las capacidades de los diputados. Yo me pregunto si es posible discutir una ley sin tener el texto delante para poderlo leer, y me pregunto si es posible considerar en una hora y media 215 modificaciones al texto de la ley.

(...)
Para leer la intervención completa hacer click aqui.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Programas TV.-

Mañana, jueves 17, a las 22, voy a estar en "El Juego Limpio", conducido por Nelson Castro, debatiendo con Diana Conti y Eduardo Macalusse, por TN.- (Finalmente el debate fue con Pino Solanas y Carlos Raimundi y pueden verlo en la página de TN) 7
Agrego un extracto del debate, con Raimundi.

Programas TV.-


Esta noche, a las 22.30, voy a estar en "La Cornisa", con Luis Majul, por América.

martes, 15 de septiembre de 2009

Programas TV.-



Hoy, martes 15, a las 22.15 voy a estar en "Le doy mi palabra", con Alfredo Leuco por Canal 26.

Programas de TV.-


Videos del programa "Historias Impactantes", conducido por Mauro Viale por Canal 26, el Jueves 10 de Septiembre.-

















Programas TV.-

Videos del debate con Claudio Morgado en "Tres Poderes", el sábado 12 de septiembre.








Notas.-

Artículo publicado en Contraeditorial de Septiembre, en respuesta a la intervención del Diputado Nacional Agustín Rossi, presidente del Bloque del Frente para la Victoria, en la sesión del 12 de Agosto, cuando se trató la delegación legislativa.


La política frente a las corporaciones, por Agustín Rossi.
Hoy la cuestión no pasa por oficialismo u oposición; pasa por la política frente a las corporaciones.- "Quiero decir con absoluta claridad que no pongo en duda la honestidad de los diputados de la oposición, y nos gustaría que ellos tampoco tengan dudas acerca de la honestidad y la honorabilidad de los diputados del oficialismo. (...)"


Lo extraordinario de todo esto es que los peronistas lo dicen sin inmutarse, casi sin darse cuenta, imputando a quienes no lo son de los peores crímenes, y se escandalizan luego por sus reacciones indignadas. -

El caso de Agustín Rossi, presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, es uno de los más significativos de los que componen el enigma kirchnerista, y que trata de las incomprensibles razones que –contra toda evidencia– continúan llevando a gentes honestas y capaces a bancar un gobierno que prometió la nueva política y terminó enroscado con lo peor del Pejota y la burocracia moyanista, que habló de construir un país en serio y convirtió la política en un mamarracho digno de Gran Cuñado y que insiste con el verso de la redistribución de la riqueza cuando es a todas luces evidente que los niveles de desigualdad, pobreza e indigencia argentinos se asemejan, después de cinco años de crecimientos chinos, a los de aquel 2001 posterior a diez años de menemismo y tres de recesión. Para no hablar de ciertas declaraciones juradas ni de la corrupción.
Pocas semanas después del 28 de junio el habitualmente enfático Rossi cambió el tono, hizo afirmaciones en las que reconocía la derrota y habló de que había que abrir la agenda parlamentaria a las propuestas de la oposición. Parecía Rossi, entonces, uno de los posibles gestores razonables del largo interregno de seis meses en el cual tendría legalidad un Parlamento anacrónico, con una composición deslegitimada por el voto del 28 de junio que sólo cambiaría el 11 de diciembre. Tiempos fugaces, los del Rossi racional y componedor. Enseguida, el kirchnerismo cantó un “pido tregua” patentizado en el simulacro de diálogo con Randazzo, buena parte de la oposición subestimó la capacidad de recomposición y de daño que conservaba el matrimonio presidencial, y un par de meses después podemos disfrutar los resultados: un gobierno que se niega a reconocer que perdió las elecciones, que pretende usar los meses de mayoría que le quedan para ir por todo, y que ha anunciado en los hechos el método con el que piensa gobernar cuando las cuentas le sean adversas: gobierno por facultades delegadas, superpoderes y decretos de necesidad de urgencia, y veto a las leyes dictadas por el Parlamento, incluidas las que hayan sido aprobadas por unanimidad y con el voto oficialista, como la de glaciares y la emergencia agropecuaria.
Quienes ignoraban o pretendían ignorar lo que se venía se desayunaron en la sesión del 12 de agosto en la Cámara de Diputados, precisamente con el discurso de cierre del diputado Rossi que paso a comentar a continuación, pidiendo disculpas por la alteración del mecanismo habitual de Contraeditorial, que prevé la réplica a artículos y no a discursos orales. Supongo que casi dos años de paciencia infinita, con el infaltable discurso de Rossi precediendo la votación de leyes muchas veces escandalosas y la imposibilidad reglamentaria de contestarle adecuadamente, me autorizan a esta pequeña alteración de las reglas.
En primer lugar, me parece extraordinariamente significativa la combinación de dos afirmaciones hechas por Rossi en lugares bien apartadas de su discurso. En la primera, Rossi dice que “no pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición”, y afirma que le gustaría “que ellos tampoco tengan dudas acerca de la honestidad y la honorabilidad de los diputados del oficialismo”. En cambio, ya en el cierre Rossi afirma: “Hoy la cuestión no pasa por oficialismo u oposición; pasa por la política frente a las corporaciones... Lo que hoy se discute en la Argentina es si la política va a tener capacidad y margen de maniobra para producir las transformaciones necesarias y va a seguir siendo una herramienta útil para mejorar la calidad de vida de la gente, o si las corporaciones van a quedarse con los pedazos desparramados del Estado argentino en cada uno de los rincones de la patria. ¡Nosotros no nos vamos a prestar al despedazamiento del Estado nacional!...”. Y cierra, dirigiéndose a la oposición: “¡No se dejen copar por la demanda unilateral de las corporaciones, muchachos! ¡Piensen en el país! ¡Piensen en todos nosotros!”. Da ganas de decirle: compañero Rossi, ¿en qué quedamos? ¿Cómo es eso de que el kirchno-justicialismo “no pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición” pero que si la oposición vota diferentemente a lo que propone el Gobierno es porque quiere “despedazar al Estado” y se deja “copar por la demanda unilateral de las corporaciones”?
He aquí el nudo de la mentalidad pejotista que ha saqueado al país con la excusa de impedir el saqueo: el pejotismo es la Patria y el Pueblo, y todos los que se oponen a las barrabasadas de quienes han gobernado la Argentina dieciocho de los últimos veinte años no expresan una diferencia de opinión y de método y visiones, sino que esconden el sino avieso de la traición al pueblo. Concepción que, precisamente, pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición, y que la palabra “gorila” –extraordinario hallazgo semántico al que el peronismo pejotista debe buena parte de su vigencia– condensa con formidable eficacia, ya que significa –sucintamente– que quienes se oponen a los dictados del Pejota y hasta se permiten criticarlo son traidores al Pueblo y a la Patria.
Lo extraordinario de todo esto es que los peronistas lo dicen sin inmutarse, casi sin darse cuenta, imputando a quienes no lo son de los peores crímenes, y se escandalizan luego por sus reacciones indignadas, como si alguien decente pudiera aceptar acusaciones semejantes –la de venderse a las corporaciones, por ejemplo– sin indignarse.
Lo que resulta aún más claro cuando el diputado Rossi, al final de su discurso, anuncia lo que se viene: la alianza entre Kirchner y Grondona con el cuento del fútbol gratis, que cierra con un enunciado aún más denigratorio: “Cuando discutamos la ley de radiodifusión espero que los señores diputados tengamos la misma dignidad que los presidentes de los clubes argentinos que le dijeron NO al monopolio”. Se trata de una frase evidentemente dirigida a quienes se atrevan a disentir de la propuesta oficialista sobre la nueva ley de radiodifusión –es decir: a la oposición– acusados por Rossi de necesitar tomar “lecciones de dignidad” de Julio Grondona y sus secuaces; quienes han lucrado vaciando al fútbol de la mano de las mismas corporaciones con las que acaban de pelearse. Más o menos como este gobierno, que descubrió que “Clarín miente y contamina” mucho después de haberle permitido el monopolio del cable mediante la fusión de Cablevisión y Multicanal pocos días después (¡oh, casualidad de casualidades!) de que Cristina Kirchner ganara las elecciones con el 46% de los votos (circunstancia en la cual, por supuesto, los muchachos cartabiertistas no habían descubierto aún el enorme poder de los monopolios mediáticos).
Nótese también el significativo hecho de que la “contradicción entre la política y las corporaciones” mencionada por Rossi se dio en el marco de la discusión de la prolongación de esas facultades delegadas que la Constitución argentina (y no la oposición) califica en su artículo 29: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional... facultades extraordinarias... Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”. De manera que la ecuación que Rossi propone no es, como parece, “política vs. corporaciones” sino más bien “poder ejecutivo = política vs. poder legislativo = corporaciones”, lo que no sólo contraría la mayor parte de los teóricos, que desde Tocqueville y Montesquieu ven en el Parlamento el “corazón palpitante de la democracia”, sino la misma experiencia histórica nacional, en la cual las peores pesadillas han iniciado, invariablemente, por la disolución del Parlamento.
Para justificar todo lo cual, Rossi apela a la Historia, y dice: “...los constituyentes le dieron a Carlos Menem cinco años, el Congreso de la Nación le dio a Fernando de la Rúa tres, que es lo mismo que decir que a Cavallo le dieron ocho –cinco más tres– y después hubo una prórroga de dos y una última de tres años”. Y agrega: “No estamos inventando nada nuevo. No es que estemos dándole al Poder Ejecutivo nuevas atribuciones; estamos manteniendo absolutamente las mismas, las que tuvo Menem, De la Rúa y el doctor Duhalde”. Ahora bien, como militante de los derechos humanos he repetido y escuchado repetir hasta el cansancio que la memoria histórica sirve para no volver a cometer los mismos errores, ya que los pueblos que olvidan su pasado repiten sus tragedias. Parece que el kirchnerismo, por boca de Rossi, pretende inaugurar un nuevo concepto de memoria histórica según el cual los desastres del pasado deben ser recordados para imitarlos en el presente. De manera que es hora de replicar con Kirchner las delegaciones calamitosas de las que gozaron Cavallo, De la Rúa, Duhalde y Menem. Notable idea, cuya aplicación completa a la realidad de un país que perpetró y sufrió un genocidio es mejor no imaginar...
Igualmente fantástica es la maniobra dialéctica que condensa la defensa del superávit fiscal mediante la frase que empieza: “Lo primero que no vamos a hacer es dejar a nuestro gobierno sin superávit fiscal primario” y termina afirmando: “Cabe remarcar que no hace mucho... pagamos 2.600 millones de dólares del Boden 2012. Eso fue lo devengado producto del corralito del año 2001, y lo pagamos todos los argentinos”. Lo dicho sugiere y alude a tres ideas que son puntos infaltables de la ideología kirchnerista: 1) la Alianza esquilmó a los argentinos; 2) la debacle del 2001 fue culpa de la Alianza; y 3) la oposición es la nueva Alianza. Se trata de nociones falsas pero perfectamente instaladas en el ideario nacional, y cuya aceptación garantiza la continuidad en el poder del partido (el Pejota) que ha gobernado dieciocho de los últimos veinte años y pretende ahora disimular sosteniendo que la responsabilidad del desastre recae en quienes gobernaron sólo dos.
Lo digo con la autoridad de quien no formó parte de la Alianza, ni la apoyó, ni la votó; pero que no por eso se deja administrar la versión pejotistamente-correcta de la Historia. Es cierto, por ejemplo, que descontarles 13% a los empleados públicos y jubilados fue –por lo menos– un error muy grave. No peor, sin embargo, de lo que fue licuarles el sueldo con una megadevaluación asimétrica y mantenérselos después congelados por un año en que la inflación fue del 40%, como hizo Duhalde en ese 2002 en que gobernó apoyado por la Liga de Gobernadores que integraba su futuro delfín de 2003: Néstor Kirchner. Para no mencionar que fue el mismo Duhalde el que convirtió el provisorio corralito en el definitivo corralón cuyos bonos acaba de pagar el Gobierno con reservas del Banco Central.
Es cierto también que el de la Alianza fue un pésimo gobierno, y que no supo impedir la debacle. Pero ello no debe llevar a olvidar que los grandes factores que llevaron al colapso no fueron creación aliancista sino herencia del pejotismo menemista que Kirchner integraba. Hablo de la Convertibilidad, de las relaciones carnales, de las privatizaciones escandalosas, de la apertura indiscriminada, del endeudamiento irresponsable y de la dependencia del FMI. Menem lo hizo, con la ayuda y complicidad de sus socios Duhalde y Kirchner, aunque sea también cierto que De la Rúa y compañía no lo supieron resolver.
También es injustificada la pretensión de que la oposición y la Alianza sean la misma cosa. Cuando lo sugiere, Rossi se olvida de que buena parte del actual gobierno proviene del Frepaso y del radicalismo aliancista, como los nombres de Chacho Álvarez, Juan Manuel Abal Medina, Nilda Garré, María José Lubertino, Darío Alessandro, Diana Conti, Débora Giorgi, Eduardo Sigal, Gustavo López, Adriana Puiggrós y hasta Luis D’Elía, entre otros, lo demuestran. Con la importante diferencia, a favor de la oposición, de que De la Rúa no es parte ya del radicalismo mientras que su vicepresidente, Chacho Álvarez, es un importante funcionario kirchnerista, a cargo de la Comisión de Representantes del Mercosur.
La frase de Rossi –“Que la democracia llegue al fútbol y a cada uno de los hogares es un hecho trascendente”– anunció lo que se venía: el comandante Fidel Grondona, de barba y uniforme, bajando de Sierra Maestra junto a los revolucionarios presidentes de los clubes de fútbol argentinos, dispuestos a empezar la revolución futbolivariana y con el Che Cristóbal López listo para hacerse cargo del Prode bancado. De más está decir que no hay cosa como el “fútbol gratis” y que lo que se discute en realidad es quién se hace cargo de los impresionantes gastos del deporte más caro del mundo: los clubes que en su mayoría han sido fundidos por unas mafias que gastan más de lo que tienen y roban más de lo que hay, o el Estado nacional, que no puede hacerse cargo de Tartagal y Charata ni de la emergencia sanitaria, ni de casi nada que tenga algún valor en la redistribución de la riqueza y la disminución de la desigualdad. En todo caso, me imagino la escena: el tipo sentado en su casa viendo un partido tras otro, tomando una cerveza tras otra, con la familia alrededor. Digamos lo evidente: el hombre nuevo del kirchnerismo se parece bastante a Homero Simpson...
Pero volvamos a aquella sesión histórica en la que un oficialismo que gobernó seis años con facultades delegadas, superpoderes y decretos de necesidad y urgencia a pesar de tener mayoría en ambas cámaras anunció lo que se venía: más vaciamiento del Parlamento con delegaciones y vetos y burla de la voluntad de quienes el 28 de junio le dijeron NO a esa forma de gobernar. En este sentido, me gustaría confesar dos sorpresas. Primera: la de un oficialismo que ensordece insistiendo en que la oposición es la Alianza pero repite el mismo error del ministro aliancista Machinea y su impuestazo y tarifazo, basados en la idea de creer que un país en recesión soluciona sus problemas cuidando el superávit fiscal en vez de aplicar el ABC keynesiano del que tanto habla el kirchnerismo, según el cual se sale de una recesión y se soluciona el enorme déficit fiscal ya existente estimulando la producción, reactivando la economía y no adoptando la receta monetarista del superávit fiscal en tiempos de crisis.
¿Mi segunda sorpresa? La de ver en las gradas de aquella sesión a una enorme barra de la Juventud Peronista coreando una consigna impensable: la del superávit fiscal tan caro a Milton Friedman.

lunes, 14 de septiembre de 2009

sábado, 12 de septiembre de 2009

Mañana domingo 13 de septiembre a las 20: 30 horas estaré en el programa "Tres poderes" que se emite por América Tv.

Clases Magistrales.-

BARACK OBAMA EN LA ERA DEL CAMBIO DE PARADIGMAS II


ENTRE UNA PRESIDENCIA NACIONAL Y EL LIDERAZGO GLOBAL

Publicado en Revista "Noticias", 5 de septiembre de 2009



La consideración de las acciones de la Administración Obama no puede ser independizada de la concepción que se tenga del rol de los estados nacionales en un mundo paulatinamente globalizado y del papel que en este escenario juegan los Estados Unidos. Por eso, y en nombre de la precisión y la honestidad intelectual, es necesario ahora enunciar un par de tesis sobre estos temas.

EL PRIMER ESTADO NACIONAL “GLOBAL” DE LA HISTORIA

1) La polémica entre anti-americanistas y pro-americanos suele prescindir en sus consideraciones de un hecho fundamental: por sus dimensiones y su nivel de desarrollo, los Estados Unidos se han transformado en el primer estado-nación “global” de la Historia. Los campos terroristas en Afganistán afectan su seguridad militar, la situación política en Venezuela y en Oriente Medio afecta su seguridad energética, las decisiones económicas de China afectan su futuro económico, las políticas de Colombia, Bolivia, Venezuela y Méjico impactan en su capacidad de controlar las adicciones en su propio territorio, el equilibrio del Euro afecta su situación económica y su balanza de pagos, etc., etc. No se trata de juicios de valor, sino de hecho: aun cuando los procesos globales afecten hoy a todos los países, influyen aún más en el que más ha extendido su entramado de relaciones con el resto del planeta. Cualesquiera sean las razones por las cuales se ha llegado a este estado de cosas, es por lo menos ingenuo pensar que la primera potencia militar y económica del mundo renunciará a defender sus intereses en todo el planeta y se limitará a acciones reactivas en su propio territorio.
De lo cual se desprende que el asunto central de la política internacional ya no es si los Estados Unidos y las demás unidades políticas que también están alcanzando una dimensión global de su esfera de intereses (como la Unión Europea y las naciones del BRIC) se abstendrán de intervenir en el escenario global, sino más bien cuáles serán los métodos (¿pacíficos o bélicos?, ¿democráticos o elitistas?, ¿consensuados o autoritarios?, ¿unilaterales o multilaterales?) que elegirán para hacerlo.
2) La afirmación de que los Estados Unidos se han transformado en el primer estado-nación “global” de la Historia explicita además, complementariamente, que las decisiones que toman sus gobiernos, aun cuando espacialmente restringidas a su propio territorio, afectan -independientemente de su voluntad de hacerlo- a todo el planeta. De lo que se desprende que el monopolio de las decisiones políticas por parte de las democracias nacionales se hace intrínsecamente antidemocrático en un mundo donde las tecnologías que manejan y administran tienen alcances globales. De ello se sigue que si lo que las grandes potencias hacen con su mercado financiero, su política ambiental y energética y sus arsenales nucleares afecta inevitablemente la vida de todos los habitantes del planeta, tales decisiones no puede seguir siendo arbitrio exclusivo de los representantes de sus ciudadanos; por lo cual el principio de la soberanía nacional pierde su anterior carácter democratizante y debe ser cosmopolíticamente limitado.
3) Después de la debacle de este año resulta cada vez más claro que la hegemonía que rige el mundo no es geográfica, sino sistémica. El verdadero poder hegemónico que impone sus reglas en la sociedad civil mundial no es el de un estado territorial sino el de un sistema: el sistema económico capitalista global, y en especial, el de su sector financiero, cuyos intereses y funcionamiento sobre-determinan la realidad mundial por encima de las decisiones tomadas por sistemas políticos nacionalmente-centrados y aún anclados a la lógica territorial de sus estados.

¿LÍDER GLOBAL O PRESIDENTE NACIONAL?

¿Es razonable esperar, por lo tanto, que el discurso pronunciado por Obama en Berlín implique que su rol personal como líder mundial se sobrepondrá al de presidente de la primera potencia global de la Historia? ¿Querrá decir que las tendencias filo-imperialistas que inevitablemente desarrollan los estados nacionales más poderosos serán subsumidas al interés general de la humanidad? Afirmarlo sería ingenuo. Los intereses de la mayoría de los seres humanos, que vive en el tercer mundo y no en el primero, no hallarán una representación efectiva dentro de un sistema puramente inter-nacional que privilegia, por definición, la defensa de intereses particulares-nacionales por encima de los generales-mundiales, beneficiando por el peso de su lógica y estructura a los estados más poderosos. Sin una democracia ampliada a la escala global (donde global significa: regional + internacional + mundial) la representación de los intereses de los ciudadanos del mundo más vulnerables seguirá siendo tan débil como ahora y como lo era en los propios estados-nación avanzados antes del establecimiento de las democracias nacionales. Por otra parte, casi todo puede suceder en una sociedad mundial lejana del equilibrio y que se acerca a un punto de inflexión que la llevará a un estadio decididamente mejor o peor que el actual.
Aun así, el advenimiento de Obama anuncia un cambio de escenario cuyo contraste con la era Bush no pude ser más marcado. En primer lugar, porque el mecanismo inter-nacional de suma-cero, en el cual las ganancias para uno implicaban inevitablemente pérdidas para los demás, comienza a ser reemplazado por escenarios win-win y lose-lose, en los que todos pierden o todos ganan, aunque en diferentes proporciones. En efecto, el recalentamiento global, la proliferación nuclear, las crisis financieras y las pandemias dejan un tendal de perjudicados y un número ínfimo de beneficiarios. Su solución conviene a casi todos, y casi todos con favorables a ellas (sin embargo carecemos de organismos institucionales -como una Asamblea Parlamentaria Mundial y unas agencias de la ONU mejor direccionadas y más representativas, poderosas y efectivas- en el marco de los cuales negociar costos, deliberar estrategias y hacer valer la opinión de la mayoría).
Por otra parte, la presidencia de Obama puede marcar un hito porque las sociedades avanzadas son cada vez más sensibles a las causas globales, ya sea que se trate de frenar las emisiones de carbono, prohibir la caza de ballenas, asistir a las víctimas de genocidios y catástrofes o avanzar en la reforma del sistema político y financiero internacional. De otra manera no se explicaría un discurso como el de Obama en Berlín, ni su triunfo sobre un héroe de Vietnam como McCain, que es la encarnación viva de los viejos paradigmas nacionalistas. Finalmente, ningún estado nacional puede ya solucionar por sí solo sus propios problemas. Dicho en términos de Ulrich Beck, en una era global los intereses nacionales sólo pueden defenderse mediante métodos no nacionalistas y hasta anti-nacionalistas, como la coordinación, la cooperación, la solidaridad y la integración, tanto a escala regional, internacional como mundial.
Obama no es, ni podría ser, un espejismo aislado. Más bien representa la voluntad de cambio de la sociedad estadounidense, así como expresa la incipiente comprensión de la elite política mundial acerca de la dirección deseable para ese cambio. Cuando se consideran las inevitables limitaciones derivadas de su necesidad de representar los intereses de su propio país y de sus ciudadanos, lo hecho en estos meses por su gobierno confirma la intención proclamada en Berlín de avanzar por un nuevo camino y liderar un cambio de políticas metodológicamente industrial-nacionales a otras de sesgo postindustrial y cosmopolita.
A riesgo de que el futuro me desmienta y de ignorar la lista de hechos, bien reales, que han tenido un sentido opuesto (como la muerte de 147 civiles afganos en un bombardeo o la marcha atrás sobre la publicación de fotografías de militares estadounidenses maltratando a prisioneros en Irak; etc.), me permitiré ahora una enumeración de los principales acciones de la Administración Obama que confirman mi punto de vista; actos cuya cantidad y significado es superior a las posibles objeciones:
Decisión inmediata de cierre de la base de Guantánamo, y apertura de una investigación por la comisión de torturas por parte de funcionarios que respondían al gobierno de George W. Bush; lo cual es una extraordinaria señal acerca del compromiso con el concepto político central de la Modernidad universalista: el de derechos humanos, es decir, los derechos que poseemos por el hecho de nuestra humanidad común y no por ser ciudadanos de un país determinado.
Delegación completa del poder político en Irak e inicio de la retirada de tropas, con un compromiso firme sobre sus tiempos y consecuencias potencialmente extraordinarias en términos de pacificación del Medio Oriente.
Primera entrevista ofrecida a un medio de comunicación extranjero concedida al canal al-Arabiya apenas una semana después de haber asumido la Presidencia. En la entrevista, Obama empleó un tono crítico sobre las actitudes de la Administración Bush hacia el mundo árabe y planteó una agenda abierta.
Entrevista con Lula, líder de un gobierno de centroizquierda y primer mandatario latinoamericano recibido por Obama. Después de la entrevista, Lula hizo inesperadas recomendaciones a favor de una “aproximación” de los Estados Unidos con Venezuela, Bolivia y Cuba. Menor, aunque significativa, fue la recepción de la presidenta chilena Michelle Bachelet, seguida de elogios sobre la política adoptada por Chile frente a la crisis económica mundial; de la cual, según Obama, “Estados Unidos podría aprender mucho”.
Participación en la Cumbre Interamericana y en la del G-20, en donde quedó expresada claramente la decisión de Obama de abandonar el unilateralismo.
Revocación de la antigua disposición de la OEA que vetaba el ingreso de Cuba y levantamiento de restricciones a los viajes y exportaciones hacia la isla; sin por ello propugnar la admisión de Cuba a la OEA ni dejar de denunciar las violaciones de las libertades públicas y los derechos humanos por el régimen cubano.
Acuerdos entre Obama y Medevedev para la disminución de los dos arsenales misilístico-nucleares más poderosos del planeta.
Anuncio de un compromiso a favor de una revisión de la política anti-inmigratoria y anti-hispana de la anterior Administración.
Propuesta de una candidata de origen hispano, la puertorriqueña Sonia Sotomayor, a la Corte Suprema de Justicia; evento inédito en la historia de los Estados Unidos.
Reafirmación del compromiso con la democracia en Latinoamérica mediante un claro rechazo al golpe militar contra el presidente Zelaya, de Honduras, y su recepción por la Secretaria de Estado, Hillary Clinton; sumada a la negativa a reconocer la legitimidad de las autoridades surgidas del levantamiento. Todo ello, a pesar de de las iniciativas reeleccionistas del propio Zelaya y de la intervención en la situación hondureña por parte de gobiernos abiertamente antiamericanos como los de Castro, Chávez y Correa.
Más allá de si se comparten o no estas políticas y de si se consideran excesivas o insuficientes, basta compararlas con las que impulsaba hace apenas un año la Administración Bush para comprobar un cambio profundo y más veloz de lo que podía esperarse en un país cuyo poderoso sistema burocrático-militar no hace precisamente fáciles los giros en las políticas internacionales. Lamentablemente para nosotros, sudamericanos, la única verdadera nota negra en la política exterior de la Administración Obama es el reciente anuncio sobre el uso de bases colombianas por parte de las fuerzas armadas estadounidenses, que ya está dando argumentos al delirante proyecto petropolítico de Chávez y amenaza agregar aún más inestabilidad a la región.

ECOLOGÍA Y FINANZAS EN LA SOCIEDAD POSTINDUSTRIAL

Ni el extraordinario aprovechamiento del instrumento tecnológico del siglo XXI, Internet, en su campaña, ni las cuestiones de política internacional, han sido las únicas que han definido el carácter innovador de la Administración Obama. También son altamente significativas las decisiones adoptadas en el terreno ecológico, cuyo impacto es a la vez interno y externo. Existe hoy, por primera vez en la Historia, la decisión política de rehacer íntegramente la estructura energética de un país, los Estados Unidos, primer paso en la imprescindible mutación desde el modelo energético industrial de los tres siglos anteriores, basado en los combustibles fósiles, y una nueva matriz modelada sobre la diversificación y las energías renovables.
Esta decisión política tiene una importancia fundamental: 1) porque su extraordinaria relevancia en lo ecológico hace de los Estados Unidos, anterior retaguardia antiecologista y dilapidadora, la nueva vanguardia y define una nueva tendencia globalmente dominante. Los resultados de la cumbre del G8 en L’Aquila sobre el nuevo acuerdo que reemplazará al de Kyoto, si bien insuficientes, confirman este cambio, con los Estados Unidos reconociendo las culpas comparativamente mayores de los países avanzados en el problema y asumiendo compromisos concretos y la responsabilidad del liderazgo; 2) porque la reestructuración de la matriz energética tendrá un enorme impacto geopolítico dado que mejorará la autosuficiencia energética de los países desarrollados. Relativizar su dependencia de los fósiles tiende a configurar un cambio de poder global y la relativización de los liderazgos petropolíticos de Chávez, Putin y Ahmadinejad, entre otros; sostenidos por el alza del precio de la energía y el agotamiento de los recursos no renovables (presumiblemente, el extraordinario plan de la Unión Europea para el aprovechamiento de la energía solar del Sahara será otro paso decisivo en este sentido); 3) porque esta mutación de la matriz energética no es vista como un costo sino como una enorme oportunidad de relanzar el liderazgo tecnoeconómico mundial de los Estados Unidos. Esta forma innovadora de considerar el problema ecológico-energético supone el primer intento profundo de superar la aparente contradicción entre sustentabilidad y desarrollo, basada en el mecanismo lógico de “o esto o aquello” (o desarrollo o ecología) típico de las eras agraria e industrial, por el principio de la complementaridad típico de la lógica postindustrial e informacional del “esto y aquello” (desarrollo y ecología).
También la forma de ataque a la crisis económico-financiera elegida por Obama ha sido innovadora. Contrariando los estereotipos de quienes parecen creer que la Historia ha comenzado hace veinte años y olvidan el New Deal rooselvetiano, el laborismo inglés y la hegemonía liberal-conservadora en la Alemania y la Italia del milagro económico (con lo cual terminaban asociando el neoliberalismo con los países anglosajones y la socialdemocracia con la Europea continental), el país que toma las medidas más heterodoxas y audaces son los Estados Unidos, como pudo observarse en las cumbres del G-20. La nueva Administración intenta, además, sentar las bases de una mayor regulación de la economía en tiempos de bonanza basándose en una regla elemental: no es posible que quienes crearon un escenario económico al borde del colapso y se salvaron luego de la quiebra gracias a la asistencia pública exijan luego, cuando vuelvan las épocas de la cosecha, que el mismo estado que los rescató no meta las narices en sus asuntos para intentar disminuir los riesgos.
La Administración Obama ha retomado además la reforma del programa de salud abandonada después de la derrota del plan Clinton, y sigue insistiendo en una reforma fiscal progresiva basada en subir impuestos a quienes ganan más de 200 mil dólares anuales y disminuirlos a las clases media y baja. Otro de sus puntos fuertes es su acabada comprensión del salto cualitativo entre una sociedad basada en el industrialismo de escala nacional y el trabajo manual-repetitivo a otra, la del conocimiento y la información, basada en el capital intangible, el intercambio y la comunicación global de valores simbólicos y el trabajo intelectual creativo como centros productores de riqueza y de sentido y significado. De allí las medidas de apoyo a la investigación científica, el intento de recuperar el liderazgo tecnológico y la decisión, políticamente problemática, de autorizar la investigación con células embrionales. De allí también el revolucionario plan educativo planteado, cuya filosofía básica es que en el siglo XXI la educación y la ciencia –y no el asistencialismo y el proteccionismo- serán la clave ineludible de la prosperidad de toda sociedad humana.

OBAMA EN EL FIN DE LA PAX AMERICANA

Más allá de la discusión acerca de si existe o ha existido un imperialismo real de los Estados Unidos o sólo ocasionales políticas imperialistas incapaces de consolidar un verdadero imperio, la forma de poder unipolar cristalizada después de 1989 está en decadencia. Los Estados Unidos, que en la postguerra generaban la mitad del producto bruto mundial, generan hoy poco más de un cuarto, y después de la reciente crisis es cada vez más difícil que puedan mantener los instrumentos que apuntalaron su poder en el siglo XX, desde las posiciones dominantes en los organismos políticos y financieros internacionales al papel del dólar como moneda de los intercambios globales. Súmese a este panorama el rápido ascenso de los países del BRIC al concierto de las potencias y se verá que el hegemonismo estadounidense tiene los días contados: una reestructuración del Consejo de Seguridad de la ONU, el reemplazo del G8 por el G20 como poder ejecutivo mundial virtual y una reforma de la propia ONU y sus agencias que deprecie la importancia de los mecanismos “un dólar-un voto” y los reemplace por los de “una nación-un voto” y “un hombre-un voto” son eventos que por primera vez se hacen presentes en la agenda política del planeta.
También la emergencia de nuevos escenarios en el terreno militar amenaza el poderío de los Estados Unidos, un país que posee 5.500 ojivas nucleares con las que podría destruir el mundo pero que después del 11 de Septiembre no puede ya estar seguro de que un ataque terrorista no vuele buena parte de una ciudad norteamericana. Tampoco el intento de controlar por las armas un país de desarrollo medio-bajo como Irak ha sido exitoso; lo cual ha dejado en claro que la mera acumulación de poder duro (hard-power) no es suficiente para enfrentar las nuevas amenazas globales, y que el poder-blando (soft-power) basado en el prestigio global de una nación y sus habilidades diplomáticas no es la simple expresión de deseos de kantianos utopistas sino la clave de la defensa de los intereses nacionales en estos tiempos globalizados.
Obama y el equipo que lo acompaña parecen haberlo comprendido. Lejos de ser ingenuos, como postulan los realpolítikos schmittiano-straussianos de todo el mundo que creen que el armamento y la insistencia maníaca en las soberanías nacionales todo lo solucionan, la nueva Administración es realista. Realista para comprender cuáles son las nuevas fuentes del poder y la seguridad nacionales. Realista para entender que la integración y la cooperación, y no el unilateralismo y el militarismo, son los paradigmas que debemos respetar a menos que queramos que el mundo estalle.
La derrota de la realkpolitik surgida de las miserias de la Guerra Fría, según la cual el poder siempre nace de la boca de los fusiles y de la cabeza de los misiles, es completa. Los fogoneadores del choque de civilizaciones se retiran de escena, justificadamente avergonzados por sus múltiples fracasos; en tanto nuevos vientos signan hoy la dirección del cambio. Sin embargo, la aceleración del proceso histórico y la insuficiencia de las instituciones realmente-existentes para afrontar los problemas realmente-existentes, así como la lentitud de la política para adaptarse al nuevo contexto tecnoeconómico, hacen que todo optimismo sea injustificado. El paradigma zombie-nacionalista es ya, como se ha visto, completamente incapaz de guiar al mundo, pero es perfectamente capaz, aún, de destruirlo. Todos los escenarios están abiertos, y la afirmación de que nos adentramos -sin mayores dificultades- en un futuro multilateral y pacífico debe ser analizada con el mayor cuidado.
Nos enfrentamos al fin de la Pax Americana que rigió la segunda mitad del siglo XX y al fin del unilaterialismo surgido de la debacle de la Unión Soviética, en el cual los Estados Unidos fueron el monarca hegemónico. La cuestión decisiva es si este agotamiento de los paradigmas precedentes va a llevar al fin de la monarquía inter-nacional y su reemplazo por un sistema mundialmente democrático o hacia una multipolaridad signada por nuevas y peores inestabilidades. En este sentido, no está de más recordar que el fin de la anterior Pax, la Britannica, que había dominado el entero siglo XIX, no llevó a un pacífico equilibrio multilateral sino a una multipolaridad signada por medio siglo de guerra y genocidios.
Si el cambio del sistema basado en estados nacionales soberanos lleva a la disputa por el surgimiento de un nuevo monarca mundial, la progresiva declinación de los Estados Unidos llevará al surgimiento de liderazgos más agresivos. El desafío que presenta el futuro es, pues, el de crear nuevos sistemas democráticos en los cuales los grandes problemas de la humanidad se deliberen y resuelvan en instituciones democráticas de escala regional, internacional y mundial. En este marco, no es menor la posible influencia positiva que pueda desempeñar Obama, cuya una nueva agenda fue expresada por el discurso de Berlín y las acciones de su primer semestre en el cargo.
Entre la presidencia nacional y el liderazgo global se definirá la suerte política de Barack Obama en la era del cambio de paradigmas, así como el lugar que ha de ocupar en la Historia. Y es también en esta intersección que se revela la única trascendencia a la que aún puede aspirar el viejo sueño americano. No ya la improbable y costosísima prolongación de la hegemonía manu militari que proyectaron Bush y Cheney sino el rescate de los valores políticos que fueron la base fundacional de los Estados Unidos y en los cuales la mayor parte de ciudadanos se reconocen: el federalismo, el republicanismo, la división de poderes y la representación democrática.
E pluribus unum, la unidad surgida de la pluralidad, como reza su lema, que junto al federalismo mundial y la democracia global deben ser hoy ampliados a la escala planetaria como paradigmas de una nueva era.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Programas de TV.-


El Miércoles 9 de Septiembre, a las 19, voy a estar en "Tormenta de Ideas", conducido por Daniel Muchnik, debatiendo sobre la Ley de Radiodifusión con Silvia Vázquez, Roy Cortina y Manuel Baladrón, por Canal Metro.-


Y a las 22.30, estaré en "A Fuego Lento", con Clara Mariño, por Canal 26.






El Jueves 10, a las 20.30, voy a estar con Mauro Viale en "Historias Impactantes", por Canal 26.





Y a las 20.30 voy a estar en "Tres Poderes" debatiendo con Claudio Morgado sobre la Ley de Radiodifusión, por América.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Publicaciones en medios extranjeros.-

Artículo publicado en L´Unità, de Italia, el 2 de Septiembre. Para ver la nota completa, hacer click aqui.

Leyes específicas y Tv: En Argentina Kirchner estudia a Berlusconi.
Leggi ad hoc e tv: in Argentina Kirchner studia da Caimano
Correvano gli anni Ottanta. Lavoravo a Potenza e avevo un amico che ad ogni assurdità della politica italiana diceva, con espressione disincantata, «caro mio, qui si va a finire come in Argentina». Pare che ci siamo. Non certo per quanto riguarda il livello, irraggiungibile oggi in Europa, di sottosviluppo e povertá che noi argentini siamo riusciti ad auto-amministrarci. Sì, invece, per il degrado e la corruzione della politica che – se guardiamo il percorso argentino - non preanuncia niente di buono per l’Italia. Come se le scene di berlusconismo esplicito che i giornali riportano ogni giorno alla mia Buenos Aires non bastassero, leggendo Luigi de Magistris su l’Unitá di questi giorni trovo descrizioni che paiono fatte per l’Argentina dei Kirchner. Maforse la coincidenza tra il populismo destroso di Berlusconi e quello sinistroso dei Kirchner è quella piú inaspettata: la nuova legge sui mezzi audiovisivi che i Kirchner stanno cercando di far approvare prima che la maggioranza al Congresso argentino cambi a dicembre dopo la loro sconfitta del 28 giugno (sí, in Argentina è possibile anticipare l’elezioni di sei mesi se ti fa comodo per cercare di vincere, anche se poi comunque ti becchi una bella sconfitta e il paese si deve tenere per mezzo anno un Parlamento che non corrisponde ai voti già espressi). La legge presentata, che menziona l’espressione «Potere Esecutivo» 31 volte ma non usa mai, neanche una volta, le voci «Congresso», «Parlamento»ed «opposizione», merita la creazione di una nuova categoria politica: il kirchnoberlusconismo.
Il kirchnoberlusconismo si definisce per l’ambizione, se non la capacitá, di far passare come «la realtà» un orrendo flusso di volgaritá e menzogne create e distribuite da una catena pubblico-privata di mezzi subordinati al regime politico. Autoritá di applicazione e commissioni bicamerali in mano alla maggioranza, garanti scelti dall’Esecutivo, mezzi pubblici usati come agenzie di pubblicità governative, imprenditori amici del potere che comprano giornali e radio come caramelle e si mettono subito a radiare i giornalisti critici e tante altre violazioni del pluralismo votate alla costruzione di un monopolio mediatico cui effetti a lungo termine sulla politica gli italiani conoscono bene, sono la parte centrale del progetto kirchnerista di questi giorni, difeso da alcuni settori politici che si dicono progressisti con la scusa della guerra al giornale Clarín, ex socio del Governo.
Con il fiuto del demagogi, i Kirchner sono riusciti a mettere dietro di sé anche qualche settore popolare con una manovra da manuale: il «fútbol gratis» alla tv. Con tanto di Maradona e di Julio Grondona, presidente dell’AFA (30 anni di poteri assoluti a capo del calcio argentino cominciati in piena dittatura) ad applaudire alla cerimonia d’inaugurazione trasmessa in direttissima per catena nazionale e la Presidente Cristina Kirchner ad equiparare gli abbonamenti calcio-tv con l’orrenda tragedia dei desaparecidos. Ci manca solo Luciano Moggi e ci siamo anche noi.