DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

martes, 27 de mayo de 2008

ENTREVISTA AL DIPUTADO IGLESIAS.
17 DE MAYO RADIO FLORES
"NADA ES GRATIS EN LA VIDA"

LUIS GASULLA: ¿Cuál es su mirada con respecto al álgido momento que vive el campo y los sectores agropecuarios con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner?
IGLESIAS: Con la misma preocupación que el conjunto de los argentinos, un conflicto innecesario desatado por una amplia acumulación de recursos por parte del poder y del gobierno, completamente injustificada, aunque con la esperanza de que el gobierno tenga propuestas concretas que hacerle a los productores agropecuarios para que el conflicto se destrabe y la Argentina pueda retomar la normalidad que nunca debió haberse perdido.
LG: Como periodista, leímos distintas notas suyas, como su polémica con Verbinsky, pero lo que le quería preguntar era si alguna vez sufrió censura en esta profesión?
IGLESIAS: No. No diría censura, en realidad nunca fui miembro de una redacción, por lo tanto trabajando como free-lance y en medios muy diferentes porque yo he escrito como para Enfoques de La Nación, o Noticias o Veintitrés, o el suplemento Ñ de Clarín, cambia la relación. Lo cierto es que muchas veces uno envía una nota y el editor decide no publicarla y uno no sabe muy bien si fue porque no hay lugar esa semana o porque no le gusto la nota o porque no quieren que salga publicado eso. De manera que, una forma directa de censura, no sufrí. Sí, hubo un periodo en que no era tan común criticar a Kirchner, como fue el principio del gobierno, cuando el propio ex presidente tenia una gran popularidad donde era difícil publicar cualquier tipo de nota critica. No se si lo llamaría censura pero, en ese momento, lo que yo decía, iba a contramano de las percepciones generales. Lamento haber tenido razón en tener una opinión tan pobre del kirchenrismo como fenómeno político.

PATRICIA MARI: ¿Qué significa ser de izquierda hoy en el mundo, en general, y en Argentina, en particular? Se lo pregunto luego de su estudio realizado en su último libro.
IGLESIAS: Lo he tratado de explicar en 300 paginas pero para sintetizarlo en unas pocas páginas, diría que, en una época global la posición verdaderamente de izquierda y progresista, se definiría por el intento y el esfuerzo de constituir instituciones democráticas por encima del nivel nacional. Todo el mundo ha aceptado este precepto aunque no existan democracias en todos los países pero la idea de democracia a nivel nacional es mundialmente aceptada. El problema es que hay una gran cantidad de fenómenos de los que depende nuestro bienestar y nuestra supervivencia y la de nuestros hijos, que se desarrollan en niveles supranacionales, en el ámbito regional, en el ámbito internacional y global y que no tienen organismos democráticos donde los ciudadanos del mundo puedan participar en las decisiones a través de sus representantes. Por lo tanto, la tarea de la izquierda en la era global, así como en las modernidades la tarea fue , sobre todo, trabajar por la construcción de sistemas democráticos a nivel nacional, ahora hay que construir ciudadanía a nivel regional e internacional y global. Y en Argentina, es una pregunta compleja porque en realidad porque las tradiciones de izquierda aquí han sido muy maltratadas, lo cierto es que las dos grandes fuerzas progresistas de la modernidad que son la izquierda democrática y el liberalismo como progresismo no se han conformado jamás en la Argentina. Es un desafío que las expresiones fragmentarias que existen actualmente conformen ese movimiento como serian la Coalición Cívica y el Partido Socialista .
PM: Si me permite hacer referencia a ese mismo libro suyo le haría una pregunta no tan amplia ¿encuentra usted alguna virtud en Néstor Kirchner y su partido, el Frente para la Victoria?
IGLESIAS: Si uno contempla los primeros meses del gobierno, él logro abrir una expectativa muy fuerte en la sociedad argentina, y yo, que no lo había votado, en algún momento, observe muchas de sus medidas con simpatía. Nadie puede dudar de que la Corte Suprema de Justicia o la política de Derechos Humanos y la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida, fueron muy positivas. Pero, luego de 5 años, me queda la sensación de que tales leyes y medidas han tenido mucho de oportunismo político más que de profunda convicción. Kirchner se presentó al gobierno con un programa que todos los argentinos estábamos de acuerdo: la nueva política, el país en serio y la redistribución de la riqueza. De los 3 puntos, el saldo a 5 años, es muy deficiente y sobre todo cuando se considera la coyuntura internacional totalmente favorable al país.
LUIS GASULLA: A 4 años de las próximas elecciones presidenciales, a pesar de que Cristina ganó con más del 45% de los votos es difícil encontrar a sus votantes. Lo mismo sucede con el votante de Lavagna y con el de Rodríguez Saa quizás vaya por el mismo camino ¿Cómo se hace para mantener este nivel de popularidad que gozan hoy las propuestas de la Coalición Cívica faltando tanto para las próximas elecciones?
IGLESIAS: Lo cierto es que esa popularidad es fruto de un par de aciertos políticos fundamentales. Uno es oponernos sistemáticamente a un régimen de poder que se presentaba como popular y en realidad era corrupto y corporativo. Mientras que, otras alternativas como la de Lavagna, quedo claro que no eran reales cambios y oposición a los K. El segundo es que además, nos hemos presentado con propuestas concretas que seguimos trabajándolas y puliéndolas con 9 equipos dedicados a delinear los planes legislativos y el programa para el año 2011 para que el próximo gobierno sea un gobierno que traiga al país: ética, distribución del ingreso y republica.
LG: Volviendo al periodismo, ¿le despierta alguna sospecha el lanzamiento del diario de Eduardo Anguita?
IGLESIAS: No, sospechas, no. En absoluto. La pluralidad es buena, coincidamos o no. Lo que reclamamos es que haya un trato igual y que no, ciertos medios oficiales, tengan fortunas en publicidad oficial. Además uno observa medidas confiscatorias contra la libertad de prensa como que el COMFER este bajo la orbita de Pepe Albistur, el aval que se le ha dado a las patotas que golpearon a Fontevecchia y poner en el palco oficial a D´elia y a Pérsico, sumado al intento del observatorio de medios para presionarlos con la excusa de la discriminación. De manera que, mas allá de lo que mencionaba, me parece muy bien que Anguita tenga la posibilidad de expresar sus opiniones y que todo el mundo lo haga de forma libre pero lo que decimos es que el gobierno permita que los demás también lo hagan, y que sea justo en la distribución de las pautas publicitarias.
LG: En 15 minutos hablaremos con Emilio Pérsico que le diría usted?
IGLESIAS: No tengo nada que decirle pues he sufrido de parte de las patotas de el y de D´Elia calumnias y amenazas de muerte. Me parece que le puedo decir nada a alguien que se comporta de forma antidemocrática y lo que tenemos que hacer como ciudadanos es mantener el coraje y no dejarnos avasallar pero pacíficamente manteniendo la tranquilidad.
LG: Gracias Diputado Iglesias por la comunicación y ojalá algún día contemos con su presencia en el piso.
IGLESIAS: Gracias a ustedes por la charla

viernes, 9 de mayo de 2008

EL SUEÑO DE OBAMA

Publicado en Diario PERFIL 10 de mayo de 2008

Como sea que vaya a terminar la historia, la extraordinaria performance de Barak Obama en las internas demócratas y su vertiginoso ascenso desde el rol de outsider al de principal candidato al cargo de presidente del país más poderoso del planeta deben haber dejado atónita a la clase política argentina, buena parte de la cual parece creer que la política se reduce a la mera gestión en tanto la otra da por sabido que se trata de la concentración frenética de poder sin que importen demasiado los métodos ni los objetivos. Y bien, si las cosas estuvieran así, si la mezquindad y el cinismo fuesen la única verdad, la senadora Hillary Clinton sería ya la candidata demócrata, ya que la capacidad de la esposa del líder político más reconocido hoy en los Estados Unidos de acumular recursos y administrarlos supera en mucho, presumiblemente, la de su joven e inexperto rival. En cambio, el Senador Obama aventaja hoy a la favorita Hillary ya sea en el número de delegados elegidos como en la recaudación de fondos para la campaña, y en tanto la confusión y los despidos parecen haberse adueñado del campamento clintoniano las encuestas lo dan como el demócrata con mayores posibilidades de vencer a Mc Cain en las elecciones nacionales de noviembre.

La política es acumulación de poder, faltaba más. La política es gestión, desde luego. Pero la política es también la capacidad de generar y de plasmar un sueño común, un proyecto de sociedad basada en ciertos valores -y no en otros- que hagan la vida de sus miembros no sólo más próspera y cómoda, sino también más significativa. Basta ver el lema de campaña de Obama. Yes, we can, dice. ¿No parece la exacta respuesta al desafío lanzado por aquel otro extraordinario líder negro, Martín Luther King, con su magnífico “I have a dream” de 1963?

El reverendo King tiene un sueño. El senador Obama le contesta 45 años después: Sí, nosotros podemos hacerlo. ¿No es éste un diálogo maravilloso a través del tiempo entre el líder de los derechos civiles y el posible primer presidente negro de los Estados Unidos? ¿No desmiente la visión cínica que aquí se ha impuesto de la política como mera acumulación de poder y su contrapartida mezquina de la simple gestión de las cosas? ¿Y no ha sido ésta también la mejor tradición nacional argentina cada vez que esta sociedad ha intentado, con diversos resultados, sacarse de encima el yugo militar, primero, y el de un poder corrupto y corporativo, más tarde?

Ver Editorial de Horacio Verbitsky

EL INOXIDABLE VERBITSKY
Publicado en "CONTRAEDITORIAL" 1 DE MAYO DE 2008

Cuando se leen las arbitrariedades que escribe Horacio Verbitsky se entienden inmediatamente los errores garrafales que sigue cometiendo el Gobierno. Y no aludo aquí a las capacidades de monje negro del kirchnerismo que tantos le adjudican, sino a algo más simple: si un individuo culto e informado como él es capaz de enunciar tamañas provisoriedades, ¿qué puede esperarse de un Gobierno dirigido desde las sombras por Néstor Kirchner?
Verbitsky ataca de entrada con su habitual tendenciosidad brillante: “… el gobierno les regaló un impensado baño de multitudes a Carrió y la Sociedad Rural. Pero la comparación entre diciembre de 2001 y marzo de 2008 es sólo una expresión de deseos de quienes fantasean con tumbar a CFK”, escribe. Magistral. Con un solo golpe, nuestro Emile Zola de ferretería adopta un tono falsamente crítico para decir enseguida lo que en verdad quiere decir: que Carrió es la Rural y que desea tumbar a Cristina Kirchner. Ahora bien: ¿el paro agropecuario y los piquetes en las rutas los organizaron los aristócratas sucesores de Martínez de Hoz o más bien los chacareros de la Federación Agraria, que ayer nomás el buen Horacio contaba indubitablemente dentro del “campo nacional y popular”? ¿No es algo contradictorio decir que el cacerolazo fue un evento organizado por señoras paquetas de Recoleta, esas desagradables vecinas de los Kirchner, y salir después a sostener que son capaces de desestabilizar al Gobierno? ¿No era el kirchnerismo además, hace apenas cinco meses, el único conglomerado político ungido de gobernabilidad invencible? Más allá de la presencia de la trasnochada Cecilia Pando y de cinco de sus impresentables primas en la Plaza: ¿hay alguna razón para pensar que esté en marcha un golpe militar? Y si lo que se teme es un golpe cívico, ¿no haría mejor Cristina en mirar dentro de su propio partido y controlar a ciertos pilotos de tormenta que ya se están probando de nuevo el casco y el buzo antiflama, digo: a esos camaradas de ruta del kirchnerismo de ayer, humildes salvadores de la patria pasados de un día para otro (desacuerdo en la repartija de cargos mediante) a formar en las filas de Al Capone?
Sigue Verbistsky: “… el gobierno que impulsó el castigo a los responsables de aquella dictadura”. ¿Se ha olvidado ya de los años aciagos en que la doctora Carrió (y Alfredo Bravo, y Patricia Walsh) insistían solitariamente en la derogación del Punto Final y la Obediencia Debida, mientras Cristina Kirchner y los legisladores y funcionarios pejotistas que hoy la asisten no bajaban a las cámaras para no dar quorum? En cuanto a “fijar la redistribución del ingreso como una meta central”, el Gobierno de Cristina bien puede darse de nuevo el lujo ya que nada se ha avanzado en este campo en los cuatro años de gestión de su marido. Hasta las estadísticas del INDEK muestran que la relación entre el ingreso del 10% más rico de la población y el 10% más pobre sigue fluctuando alrededor del 28 a 1, a pesar de los cinco años de crecimiento. Así, debido a las limitaciones del modelo K, los sectores más vulnerables de la población han mejorado su situación solamente gracias al crecimiento macroeconómico; fenómeno que hace quince años se describía como “efecto derrame”. Hoy, lejos de ser una “alternativa superadora”, el kirchnerismo ha logrado pasar del derrame a la sequía: durante el último año el país siguió creciendo al 9% en tanto la probreza y la indigencia también crecieron debido a una inflación superior al 20%. Pero decirlo, por supuesto, es hacerle el juego al neoliberalismo, y sostener que para los pobres del país sería mucho mejor que la economía creciera al 5% con una inflación de un dígito es ser partidario de enfriar la economía, es decir: estar a favor del hambre de los niños.
Las aporías de don Horacio siguen con la descripción de la hecatombe de la Alianza, hábil comodín utilizado para sugerir la idea: Alianza = Coalición Cívica. Ahora bien: ¿quiénes eran los sectores decisivos de la Alianza si no el aparato radical que en las pasadas elecciones se dividió entre los radicales K y el voto a Lavagna, más el Frepaso pasado hoy masivamente a las filas kirchneristas, empezando por su indiscutible líder, el Chacho Álvarez? También la idea de “demonizar a D’Elía” es curiosa. Lamento tener que insistir con lo que le he dicho personalmente: D’Elía se demoniza solo cuando golpea a ciudadanos que tienen el mismo derecho que él a manifestarse y cuando dice lo que piensa con palabras cargadas de odio e indignas de un maestro. Los trecientos camioneros enviados por Moyano a romper los cortes tampoco son –en efecto- la Triple A, y es por eso que desobedecieron a su jefe que los mandó a hacer de rompehuelgas; un jefe de quien mucho nos gustaría conocer los transcursos por el CNU, que Verbitisky podría investigar con esa capacidad de sabueso policial que lo caracteriza. Sería interesante también que los diputados oficialistas bajaran al recinto la próxima vez que la Coalición Cívica proponga la ley que sanciona como crímenes de lesa humanidad los de la Triple A, de manera que puedan ser juzgados y no haya impunidad para nadie, como prometieron hace años los Kirchner. En cuanto a la frase “creer que la ciudadanía se evidencia en el color de la piel o la calidad del vestuario son demasías autodescalificatorias” me parece la única decente del inoxidable artículo del inoxidable Verbitsky, pero presenta un pequeño inconveniente: habría que hacerle comprender su contenido a D’Elía, así no dice barbaridades la próxima vez que se le “suelte la cadena” (sic).
Decir que “desde que cerró el escrutinio, Carrió se propuso desmerecer el resultado” es, sí, una demasía. “Escrutados el 45 por ciento de las mesas y el 33 por ciento de los votantes del país, la tendencia confirma como presidente a Cristina Fernández y felicitamos y reconocemos su victoria", sostuvo la doctora Carrió con impecable reponsabilidad cívica a la 1.30 hs. de aquella noche. Cualquiera puede comprobarlo mediante un rápido googleo. Yo estaba en ese palco. Había sido un pesado día marcado por el robo de boletas y el fraude patriótico en el conurbano. Desafío a Verbitsky y a cualquiera a que encuentren ejemplos parecidos de reconocimiento del triunfo ajeno con el 45% de las mesas escrutadas, el 33% de los votantes y un margen de seguridad del 3% (a esa hora, daban a Cristina con 43% sobre el 40% necesario para evitar el ballotage). Pero si lo que quiere Verbitsky es que Carrió y la Coalición Cívica dejen de criticar al Gobierno por el simple hecho de que el mandato de Cristina Kirchner es legítimo, cosa que nadie duda, puede ya abandonar sus esperanzas. Aquí y en cualquier lugar del mundo la obligación de la oposición es controlar y criticar al Gobierno cuando no está de acuerdo con sus medidas. Cuatro millones y medio de ciudadanos nos han votado para eso y no nos vamos a bajar de ahí aunque nos aporreen y amenacen los batatas…. Perdón… Batatas eran –según Pagina12- los de Menem y Pierri. Decírselo ahora a D’Elía es discriminatorio… Perdonen.
La denominación “Coalición Cívica Libertadora” es una infamia que dice poco de quienes, equivocados o no, soñamos con un país regido por la ética, la república y la distribución del ingreso. En cambio, la pretensión de poner en una misma bolsa a Elisa Carrió y al Almirante Rojas describe implacablemente los métodos calumniosos del inoxidable Verbitsky. Por lo que se refiere a las críticas a Prat-Gay y la derechización de Carrió puedo sólo señalar que la distribución del ingreso es uno de los tres principios fundantes de la Coalición Cívica, recordar que el ingreso ciudadano a la niñez y la ancianidad (es decir: planes universales y no clientelares de asistencia) forman parte de nuestro compromiso de gobierno, y opinar que la práctica económica que propone Prat-Gay no se disocia de lo que haría un ministro de Lula, Bachellet, Tabaré Vázquez o Rodríguez Zapatero. Aquí no. Aquí no hay centroizquierda ni progresismo que valgan sino el populismo nacionalista de los Verbitsky y los Kirchner, capaz de desaprovechar una de las mejores oportunidades históricas del país, de propiciar el caos en una situación externamente favorable como nunca y de, si las cosas estallan por la inflación, la crisis energética o la deuda creciente como en 1989, harán como Alfonsín: no dirán “nos equivocamos” sino “ha habido un golpe de estado comandado por la patria financiera”. Así tendremos, como entonces, no a un socialdemócrata estilo Prat-Gay sino otros diez años de neocavallismo a manos del ministro que inventen Macri, Duhalde o Scioli, tres pejotistas de corazón.
Quisiera también mencionar las cuatro afirmaciones que hizo Alfonso Prat-Gay en la conferencia en que la Coalición Cívica propuso su plan alternativo para el campo: el modelo no es redistributivo, la retenciones no son un mecanismo de redistribución bajo el esquema K, la inflación es el problema más grave (y el gobierno no lo quiere ver), y el modelo se agota (ya que mientras el país sigue creciendo la probreza ha empezado también a crecer). He hecho llegar a la redacción de Contraeditorial los gráficos -basados en datos oficiales- que prueban todas estas afirmaciones, para que los publiquen o los pongan a disposición de Verbitisky y de todos los interesados, inoxidables o no.
Qué curioso resulta que Verbitsky y su amada Presidenta sigan enumerando los desastres del país, su inicuo sistema fiscal, sus trenes de carga destartalados, sus peones agrarios que trabajan (¡el 70%!) en negro, su IVA al 21%, su sojización, sus niños con hambre en medio de un océano de alimentos, como si fueran culpa de la oposición y no de un Gobierno que controla todos los resortes del estado desde hace cinco años. Un Gobierno que en el camino hacia su decadencia se olvidó de la reforma fiscal, del nuevo régimen de coparticipación federal, de la restructuración de los ferrocarriles… para no hablar de la nueva política, la redistribución de la riqueza y el país en serio.
Para qué seguir… El óxido de la duda y el arrepenetimiento jamás corroerá a inoxidables como Horacio Verbitsky, que se pasó haciendo macanas en los Setenta y ahora vive de escribir sobre las que hicieron los demás. Quisiera aprovechar mis últimas líneas para responder a su chantaje, el preferido por el pejotismo que ha gobernado este país dieciséis de los últimos dieciocho años con resultados que no hace falta mencionar: la acusación de gorila a todo aquel que no se pliega a su lógica corporativa. Lo haré dirigiéndome a todos los que desde el peronismo o la centroizquierda votaron a Cristina Kirchner para preguntarles una sola cosa: ¿se sienten representados por la última Plaza de la Presidenta, la Plaza de los cincuenta pesos y los choripanes, la Plaza de los intendentes, los Moyano y los D’Elía? Si eso es el progresismo y la centroizquierda mucho me alegro de no pertenecer, como sí pertenece Verbitsky.