DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

lunes, 4 de agosto de 2008


EL CONSENSO DE GANDHI (parte II)

Publicado en Revista Contraeditorial Veintitres Agosto 2008

Resulta muy simpático y kirchneristamente-correcto sostener que “se volvieron a abrir los canales de lo político… como escenario del debate de ideas y de la confrontación entre modelos distintos de país”, o hablar de “sumar formas políticas que ayuden a fecundar una forma más amplia y participativa de debatir”. Pero es difícil compaginar esta vocación pluralista cuando se sostiene, como hacen los 750 firmantes del Consenso de Gandhi, estar “preocupados por la suerte de una democracia a la que aquellos sectores buscan limitar y domesticar”. A menos que se crea que una oposición crítica limita a la democracia y no al Gobierno, como es su obligación constitucional, y se piense que los sectores productivos que defienden sus intereses son golpistas, gorilas, enemigos del pueblo y participantes de una conspiración. A menos que se confunda el gobierno con la democracia y se piense por lo tanto que el debate de ideas debe limitarse a quienes adhieren a su ideología nac&pop. A menos que se pretenda conjugar la idea de los “diferentes modelos de país” con el monopolio del proyecto nacional (¿los proyectos de la oposición, qué son entonces?, ¿extranjeros?, ¿antinacionales?) que se arroga el kirchnopopulismo hoy.
¿Cómo se conjuga la voluntad de “oponer a los poderes de la dominación la pluralidad de un espacio político intelectual lúcido en sus argumentos democráticos” con la “confrontación entre modelos”? ¿Es parte del “escenario del debate de ideas” la “contienda desde las ciencias, la política, el arte…”? ¿”Fecundar una forma más amplia y participativa de debatir” es lo mismo que proponer una “batalla cultural al respecto”? He aquí de nuevo a Carl Schmit. He aquí la política reducida a continuación de la guerra por otros medios, con su retórica militarista cargada de confrontaciones, contiendas y batallas y de cuadros, desembarques y retiradas, y sus ídolos militares o militarizados: el comandante Fidel Castro, el General Perón, Evita capitana, el comandante Guevara, el subcomandante Marcos y el Coronel Chávez, faltaba más. He aquí la versión culturalmente elaborada de una concepción del poder que llama al diálogo mientras insulta a quien se invita a dialogar, que habla de políticas de estado pero las entiende en términos de sumisión a las ideas del oficialismo y que reduce la democracia republicana al acto eleccionario, concebido como plebiscito librador de un cheque en blanco que habilita para el ejercicio del poder (¡pelito para la vieja y a los que no les guste, a cantarle a Gardel!) sin que importen las demás instituciones de la república ni la opinión de la mayoría de los argentinos, que no votó al kirchnerismo sino a diferentes sectores de la oposición.
Muchas de las críticas de los firmantes del Consenso de Gandhi a la concentración del poder mediático en la Argentina son razonables. La pregunta es: ¿cuándo se produjo semejante concentración si no durante el gobierno de Kirchner, que licuó las pérdidas de los grupos mediáticos con la excusa de la especificidad cultural, les prolongó las licencias por diez años, les autorizó a tener al mismo tiempo radios, diarios, revistas, canales de televisión por aire y por cable y distribuidoras de Internet, y le permitió al mayor de ellos, en 2007, fusionar los dos grupos de cable más grandes del país a cambio del apoyo a su campaña presidencial? ¿Hace falta decir a favor de qué candidata operó la “distorsión de lo que ocurre” que mencionan los 750 intelectuales de la Gandhi en noviembre de 2007? ¿Hay que recordar que su amor al diálogo de Cristina consistió en negarse a debatir con sus oponentes, en no dar una sola conferencia de prensa y en ocultarse toda la campaña en el exterior por motivos que bien se comprenden después de medio año de ejercicio presidencial? ¿Hace falta recordarles que el oficialismo que defienden en nombre de la “batalla contra los poderes de la dominación” fue el que votó todas esas leyes concentratorias mientras que la oposición provenía principalmente del ARI y de Elisa Carrió? ¿Dónde estaban los actuales hipercríticos de la concentración de medios cuando sucedía todo esto? ¿En qué páginas escribieron parrafadas desmonopolizadoras tan enjundiosas como las actuales? ¿Cuándo se dieron cuenta de estos escarnios, cuando Néstor Kirchner se lució con los carteles de “Todo Negativo”? ¿Se enteraron ahora, después de cinco años de cohabitar con el poder K, de que Papel Prensa contamina, de que la repartición de diarios necesita leyes actualizadas y de que la ley de radiodifusión vigente la escribió la dictadura militar? He aquí lo orgánico de estos 750 intelectuales-soldados siempre listos para un barrido como para un fregado según los convoque a la lucha el gobierno nac&pop. He aquí la variante culta de la “auténtica barbarie política diaria” que mencionan en su documento, bien complementada por la barbarie física de los D’Elía privatizando la Plaza de Mayo, la de la democracia y los derechos humanos, para exclusivo uso proselitista del oficialismo, y la barbarie barra-brava de los muchachos de Camioneros y la UOCRA, que siguieron alegremente en Almagro la batalla campal iniciada en San Vicente en ocasión del entierro de Perón.
Resulta también patético el intento de mezclar lo inmezclable incluyendo al agua y al aceite en una sola frase (“Esta problemática es decisiva no sólo en nuestro país, sino en el actual Brasil de Lula, en la Bolivia de Evo Morales, en el Ecuador de Correa, en la Venezuela de Chávez, en el Chile de Bachelet, donde abundan documentos, estudios y evidencias sobre el papel determinante que asume la contienda cultural y comunicativa”). ¿Se ha visto a Lula enarbolar carteles de “Rede Globo miente”? ¿Puede alguien imaginarse a Bachelet acusando a la versión chilena del Menchi Sabat de enviarle mensajes cuasi-mafiosos? Tampoco sirve aquí apelar al viejo truco del antiamericanismo intentando igualar a Chávez y sus amigotes con la naciente izquierda socialdemócrata del continente mencionando como al pasar las “desobediencias políticas con respecto a lo que propone Estados Unidos”. Nadie duda de la independencia de la política exterior brasileña. Al mismo tiempo: ¿es siquiera pensable que el Parlamento brasileño sancione, y por pedido de Lula, un repudio a los Estados Unidos basado en las declaraciones de un fiscal de Miami? Chile fue uno de los miembros del Consejo de Seguridad que votó en contra de la invasión de Iraq en el mismo momento en que negociaba su tratado de libre comercio con los EE.UU. ¿Se imagina alguien que el gobierno de la Concertación pueda renunciar hoy a ese tratado en nombre de las “políticas emancipatorias para el siglo XXI” que nuestros 750 gandhianos reclaman, y que parecen sacadas de un manual bonaerense del nacionalismo decimonónico?
El truco del Consenso de Gandhi es simple: tratar de hacer pasar como la encarnación local del progresismo y la izquierda al nacionalismo populista que en los Setenta encarnó la “izquierda” peronista, en los Ochenta el Alfonsín que posaba de socialdemócrata y soñaba con el tercer movimiento histórico y en los Noventa el Frepaso aliancista, con consecuencias que no hace falta mencionar. Otra vez gato por liebre. Y a toda costa, sin importar que los Kirchner hayan decidido abortar la pantomima de la Concertación Pluralista y refugiarse en ese Pejota y esa CGT que ayer nomás simulaban despreciar. Pero no hay caso: la ilusión que ha querido instalar el populismo kirchnerista, la pretensión de que el país haya sido llevado al desastre -solamente, ininterrumpidamente- por una tradición antipopulista y proliberal, se desvanece irremisiblemente. Y se desvanece con buenas razones porque el Gobierno parece empeñado en cometer los mismos errores (desprecio de los mecanismos elementales de toda economía capitalista, subestimación del problema inflacionario, imprevisión energética, ignorancia de la necesidad de aumentar las inversiones y la oferta y no sólo la demanda) que llevaron al colapso económico en 1975 y 1989, y que después del colapso trajeron los años de Menem-Cavallo y de Videla-Martínez de Hoz.
¿Es esto la izquierda? Ni parece que Lula, Bachelet, Tabaré-Vázquez, Gordon Brown o Rodríguez Zapatero sueñen siquiera con hacer algo parecido, ni los argentinos tenemos tan mala memoria como para olvidarnos de lo que nos pasó balanceándonos al ritmo del péndulo populista-neoliberal. El crimen genocida y la corrupción menemista no salieron de un repollo sino del fracaso estruendoso y terrible del populismo movimientista en 1976 y 1989. Que entre unos y otros las culpas sean bien distintas no quiere decir que aceptemos pasivamente y de buen grado que nos vuelva a pasar. Tampoco hay que olvidarese de que -como muestran las estadísticas del INDEC a.M. (antes-de-Moreno)- los tres peores años de distribución regresiva del ingreso y de explosión de la pobreza y la indigencia de la historia argentina no fueron obra de Menem ni de Videla sino de los gobiernos inflacionistas-devaluacionistas de Isabelita (1975), Alfonsín (1989) y Duhalde (2002).
De manera que el duro trabajo de dejar atrás la pesadilla dictatorial no ha concluido. Si la Democracia ha vuelto en 1983 la República está aún por ser fundada. Y su adversario no es La Nación, ni la Sociedad Rural, ni el PRO, ni los Estados Unidos. Los Estados Unidos existen para todos los países del planeta y diarios conservador-liberales, sectores políticos liberal-conservadores y asociaciones patronales los hay en los 30-40 países del mundo en los que todos los ciudadanos tienen garantizadas sus necesidades básicas. Lo que no hay en España, ni en Suecia, ni en Brasil, ni en Canadá, ni en Chile, son movimientos populistas nacidos en la década del cuarenta que gobiernen desde hace veinte años, ni mafias corporativas disfrazadas de partidos que un día son neoliberales y al día siguiente antineoliberales según tire el cambiante viento de la historia, ni 750 intelectuales que posan de anti-sistema cuando son la cara académico-periodística del poder. Basta mirar a los treinta o cuarenta países del mundo que funcionan razonablemente bien, y a los tres o cuatro de Sudamérica que lo están intentando, para saber lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer si se quiere un país moderno y con inclusión social.
Mi disidencia con el Consenso de Gandhi no es tampoco cuestión de valores y principios, sino más bien de método. Sus miembros no actúan con una actitud racional y científica, lo que supone la mejora o el abandono de las propias hipótesis según los resultados obtenidos por su aplicación a la realidad, sino como una secta religiosa que ya lo ha comprendido todo, de una vez y para siempre, y que cree que el conflicto central del universo es alguna variante terrenal de la batalla entre el bien y el mal. Por eso, cualquier cosa suceda con el futuro argentino, los firmantes del Consenso de Gandhi saldrán reafirmados en sus creencias mitológicas. En el improbable caso de que el contexto global siga permitiendo que las políticas kirchneristas tengan éxito sin necesidad de rectificaciones sacarán la conclusión de que estaban en lo cierto. Pero si fracasan, no dirán “Nos equivocamos”, sino “Nos ha tumbado la conspiración financiero-oligárquica-capitalista-neoliberal”. Diez minutos más tarde brindarán una sesuda conferencia acerca de la Historia como maestra de vida y se pronunciarán públicamente acerca de la importancia de preservar la memoria como condición primera de la construcción del futuro. Así nos ha ido y así nos va.

10 comentarios:

John Galt dijo...

al final le agregaria 2 palabras, "así nos irá" muy buen articulo

Mastrocuervo dijo...

Excelente artículo. Me recuerda dos definiciones, a saber:

-de Claudio Fantino en su libro La sombra del fanatismo: "Fanático es aquel que tiene una convicción absoluta y procura imponerla a los demás. Por esto no dialoga, sólo puede monologar. Dialogar implica reconocer la existencia de más de un logos (más de una razón), mientras que el monólogo expresa una razón única. (...) En el templo (religioso o laico) no puede haber varias razones o verdades, existe sólo una, y todo lo que no esté en ella es necesariamente erróneo o contra ella".

-de Kristina en su reciente (única) conferencia de prensa: "Cuando tengo alguna duda, muchas veces veo quién se pone del otro lado y allí, simplemente por asociación, me coloco del otro".

Podría agregar aquella, célebre, del filósofo Aníbal F. sobre "debatir con los que piensan como nosotros", pero sería demasiado...

Y sí, así nos fue y así nos irá.

Fernando A. Iglesias dijo...

Ánimo, 2011 no está tan lejos...

Mastrocuervo dijo...

Es cierto, Fernando. Además, antes está 2009 y ahí ya habrá una oportunidad para empezar a ponerle límites a esta barbarie. Saludos.

maby dijo...

Estimado fernando : muy buen articulo. Es esencial tener una actitud critica frente a documentos de tal naturaleza, donde se plantea una adhesion servil al elenco gobernante, avalando con sus firmas maniobras desvalorizadoras y especulativas, enunciando simplificaciones tendenciosas y acompañando a la consolidacion de un poder que no posee la autocritica y reflexion que refleje la madurez que se necesita

miguel sznajderman, jazzmen dijo...

Maravillosa nota Fernando.
Somos una sociedad que se ha dejado infiltrar por el virus de la "batalla épica contra el enemigo". Virus silencioso, pero no menos activo.Tentación pueril de abandonar el camino de la evolución, un camino menos romántico, pero más efectivo y conducente.
Batallas, luchas, confrontaciones.
Pueblo vs oligarquía, intereses nacionales vs imperialismo, "liberación o dependencia".
La lucha requiere de enemigos, cava trincheras reales o ficticias, necesita la culpabilidad del otro. La construcción se abastece de compañeros, de socios, de aliados, del otro al-lado.

Necesitaremos años para desmontar tamaño despropósito pseudo-progresista.
Empezar es nuestro deber.
un abrazo
miguel sznajderman
espaciosdereflexion.blogspot.com

Francisco D'Anconia dijo...

De estos intelectuales no debería sorprendernos nada. Al menos, de esa clase de intelectuales que todavía sueña con crear cien Vietnams, o piensa que el marxismo-leninismo es la solución a todos nuestros problemas. Ese grupo de gente fue la que se juntó en la librería Gandhi para manifestar su apoyo al campo nacional y popular, y quejarse por el “clima destituyente” que existió, supuestamente, contra el gobierno. Me pregunto dónde estaban esos intelectuales en 2001, cuando en la realidad –y no en los sueños de los Kirchner- había un clima destituyente hacia un presidente electo hace dos años, quién teniendo niveles de aprobación incluso más altos que Cristina Kirchner, fue desestabilizado gracias al aparato peronista-duhaldista y forzado a renunciar. Seguramente esos intelectuales gozarían tanto de la imagen que transmitía la Argentina en ese momento, entusiasmados, quizás vislumbrando una “revolución social” o una revuelta contra el “neoliberalismo” que jamás se preocuparon por defender las instituciones democráticas. Para una elite de socialistas hipócritas ya tenemos al gobierno, no necesitamos otro grupo más.

http://mcdonalds-plazaroja.blogspot.com

rauskra dijo...

Recordemos que el foro de gandhi se formo en medio del brutal lock out patronal que todos los medios incluso el sr Fernando Iglesias se encargaron de festejar y vivar mientras la mayoria de los argentinos teniamos que solamente padecerlo..
Eso es a lo que se refiere el termino como oposicion golpista.. y no al sano y usual debate de ideas..
Por favor Fernando, has construido una formidable coleccion de terminos con el Kirchner como si fuesen omnipresentes..
Cuando la omnipresencia esta en La Nacion, Clarin, Radio Mitre, America, 10, ed. Perfil.., etc
Alguna vez te preguntaste donde esta el verdadero poder? Y donde la verdadera oposicion? Si pienso que uno de los 750 que vos te encargas de denigrar es Leon Ferrari.. y veo tu discurso plagiado, sin informacion ni contenido..
Por lo menos yo, ya sé a quien creer.

Fernando A. Iglesias dijo...

RAUSKRA: Festejo, ninguno. Respeto por la defensa de intereses legítimos que corresponde a todos los argentinos. Lo de brutal look out patronal: lo decis en serio?
Y lo de la habilidad del peronismo para ser a la vez gobierno y oposición está precisamente en "Kirchner y yo". Lo sostuvo también Feinmann, creo.
En cuanto a creerle, Rauskra, podés creerle a quien quieras. Tu argumento me recuerda el de Cristina "Veo quienes están de un lado y me pongo del otro". Fantástico. Así nos va.

rauskra dijo...

Fernando,
lo de brutal look out patronal, lo digo en serio, y te agrego tambien el adjetivo de vergonzoso.
Obviamentente que cada uno puede creer a quien quiera, despues de todo, de eso se trata no ?
Simplemente digo que Leon Ferrari se merece mucho mas respeto y por ende credibilidad por sus acciones, que vos por tus discursos..
Lo del peronismo lo dice Feinmann, lo decis vos y lo sabe todo el mundo..
nadie descubrió la pólvora con eso..
Por otro lado creo que el que esta marcando los limites entre dos bandos en esta discusion sos justamente vos desde tu post,
yo simplemente creo que no apuntas bien.. pero bueh
Y me gustaria simplemente que en algun momento puedas dejar de lado tu gorilismo militante retro para poder construir un discurso mas limpio, inteligente, y por ende mas potente y verdadero
Disculpa por el abuso de tu espacio pero realmente valoro que lo brindes para intercambiar ideas aunque estemos en las antipodas..