DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

domingo, 8 de noviembre de 2009

Clases Magistrales. Revista Noticias.-



Publicado en Revista Noticias, Clases Magistrales, Noviembre de 2009.

Las lecciones que despliega el continente europeo como primera unidad supranacional pueden ayudar a la humanidad a potenciar los beneficios y enfrentar los riesgos que plantea la globalización. Segunda y última parte del análisis sobre un debate urgente.

A inicios del siglo XXI, el escenario europeo ha completado un ciclo único desde el nacimiento de los estados nacionales (Westfalia, 1648), pasando por su democratización iniciada con la Glorious Revolution (1688) y la Revolución Francesa (1789), hasta su actual progresiva defunción como centro monopólico de las actividades políticas de los hombres. Como ha afirmado Juan José Sebreli, Europa, primera en el alba de las naciones, es también la primera en la hora de su ocaso, de manera que como primer paso hacia la unidad política federal del mundo, el cambio operado desde la Europa de las Naciones de la primera mitad del siglo XX a la Europa progresivamente unificada de la segunda mitad tiene un valor demostrativo aplastante. Nada mejor puede ocurrirle al mundo que parecerse a la Europa que nació en 1950; nada peor que seguir el camino de la que la precedió.

Acerca de la guerra perpetua. La Primera Guerra Mundial detuvo la primera ola globalizadora, de carácter básicamente comercial e industrial, acabó con la Belle Époque y llevó a la humanidad a una crisis civilizatoria que originaría las peores catástrofes de la Historia y duraría treinta años. La Segunda Guerra sería una verdadera guerra civil interna a una incipiente Modernidad-mundo en la que sus facciones pro democrática y totalitaria se jugaron la futura hegemonía. La Guerra Fría revistió este mismo carácter, el de guerra civil planetaria, por medios aún más riesgosos pero que fueron mejor controlados, en parte gracias a las lecciones aprendidas acerca de las calamidades del nacionalismo extremo y en parte gracias a la existencia de la ONU, institución a la que –más allá de su actual ineficacia relativa en un escenario global, y ya no internacional– probablemente debemos la subsistencia de la vida en el planeta.

Pero este escenario de guerra y de preparativos para la guerra, que por sus consecuencias sobre la vida social en términos de militarismo, autoritarismo, condicionamiento de la vida política y despilfarro de recursos debería considerarse como parte de una guerra perpetua, no ha terminado aún. Por el contrario, las mismas tensiones que acabaron con la Europa de las naciones son presentadas hoy a escala mundial. Están tendiendo a configurarse como un choque de civilizaciones que no es tal sino un nuevo conflicto interno a la Modernidad-mundo, desarrollado –como siempre– entre sus sectores universalistas, progresistas y democratizantes, por un lado, y sus facciones retrógradas, territorialistas y tribales, por el otro. Como consecuencia de los efectos de una globalización desterritorializada, la línea que divide a ambos bandos es cada vez menos línea territorial. En verdad, no separa a Occidente de Oriente ni al Primer Mundo del tercero sino a quienes ponen la paz y la democracia por encima de los valores nacionales y los intereses tribales y quienes hacen exactamente lo contrario.

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2 comentarios:

Claudio Chehébar dijo...

hola Fernando,

felicitaciones por tus escritos.

Un tema sobre el que sería interesante reflexionar es el del federalismo (provincialismo) en nuestro país, y su exacerbación en éstos tiempos. Esto aparece como algo que parece fortalecerse y va exactamente en sentido contrario a la necesaria tendencia universalista. O sea, el virus del nacionalismo tiene "para arriba" el necesario universalismo; pero "para abajo" también se fortalece el provincialismo (federalismo). Sería interesante pensar en ésta tensión,

muchos saludos

Claudio

Fernando A. Iglesias dijo...

Gracias Claudio. Pero no es esa la definición de federalismo, sino más bien la de ombliguismo ;o)
A menos que hablemos de descentralziación hacia arriba y hacia abajo de las funciones cooptadas por el estado nacional.
En ese caso, el tema está en mis tres libros publicados sobre la globalización.
saludos
F