DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

jueves, 23 de noviembre de 2006

PIEDRA, PAPEL y TIJERA


Supongamos que mañana BOTNIA o ENCE anuncian que quieren instalar en Argentina una planta igual a las de Fray Bentos: ¿Qué sucedería? Tratándose de Argentina, nadie puede saberlo. Pero si este fuera el país en serio de la publicidad del Gobierno, no existiría manera de que nadie lo impidiese, ya que las famosas y demoníacas pasteras respetan todos los estándares fijados por la ley argentina y hasta los mucho más exigentes de Norteamérica y Europa.
A esta altura la pregunta se hace sola: ¿cómo puede la Argentina oponerse a que Uruguay instale en territorio uruguayo unas plantas que la legislación argentina permite en el propio territorio? La respuesta la han dado ya la infernal Corte de la Haya y el luciferino Banco Mundial, esos conspiradores...
De manera que el Presidente argentino haría bien en parar de agitar el remanido tema del complot mundial contra un país condenado al éxito, y los paisanos de Gualeguaychú conformarse con establecer estrictos controles ambientales, y nuestra clase política, oposición incluida, dejar de rasgarse las vestiduras con la inefable unión latinoamericana y arremangarse para crear verdaderas instituciones políticas continentales, como un Parlamento Sudamericano capaz de legislar una regulación ambiental a escala continental, en vez de seguir sosteniendo que la globalización de la democracia es una utopía. No lo es. Es una necesidad urgente de estos tiempos cuya consumación es capaz de impedir que naciones hermanadas por la historia y gobiernos ideológicamente afines se agarren de los pelos.
¿Que exagero? Miren el "chiste" publicado por el irresponsable de REP en el oficialista Pagina12 y me cuentan...


Por si no se lee bien. Dice: PIEDRA (muro en ruta), TIJERA (cortar puente) y PAPEL (¡VOLAR la PAPELERA!) No tengo palabras (ni hacen falta)...

Finalmente, dado que los argentinos vamos perdiendo con Uruguay 37 a 2, acaso sea tiempo de que pensemos por qué nos pasan a los argentinos las cosas que nos pasan a los argentinos, para usar el distinguido vocabulario de nuestro Presidente. Con la intención de ayudar a la reflexión (vana presunción) y no para sostener antipáticamente "yo les avisé", copio abajo mi artículo "Papeleras y papelones", publicado en Noticias allá por febrero...

fernando

PAPELERAS y PAPELONES

Es cierto que el compromiso entre industrialismo y ecología dista de ser una cuestión resuelta aún en los países mejor organizados del planeta. Sin embargo, los comportamientos de los ciudadanos nacionales en torno de las papeleras merece un ranking de papelones. ¿Cómo asombrarnos del escaso aprecio que se nos tiene en todas partes cuando los finlandeses observan en los diarios que se los acusa de “terroristas” y los gobernantes de un pequeño país asociado al nuestro creen necesario salir a aclarar que no aceptan “ser patoteados”?
A los chilenos les cortamos el gas. A los brasileños, a quienes acusábamos de deslealtad por haber devaluado el real antes que nosotros el peso, les ponemos ahora cuotas máximas. A los bolivianos les compramos el gas a un tercio del precio internacional (¡si lo hiciesen los Estados Unidos!). Después, tenemos relaciones carnales con Chávez y nos vamos con él, rezando por el gasoducto y entonando bagualas a la Patria Grande. Para cualquiera que nos observe, los argentinos somos impresentables. Y el lugar que ocupamos en esta historia lo dice todo: los finlandeses y españoles hicieron buenos negocios, los uruguayos captaron inversiones y los chilenos se quedaron con un tercio de la provisión de insumos a pesar de tener que cruzar la cordillera. En tanto, los argentinos proclamamos al mundo nuestra condición de víctimas, ya no del imperialismo yanqui, sino de los civilísimos uruguayos...

El segundo papelón es el de nuestra clase política. Ministros que dormían la siesta hasta que fueron despertados por el vandolerismo piquetero, gobernadores que se subieron al caballo de la protesta y no saben cómo bajarse, legisladores cuya acción se destaca por su ausencia, confirman el panorama de una dirigencia cuyas especialidades son la imprevisión sistemática y el aprovechamiento del río revuelto.
Que un líder político adopte modelos de acción divergentes a los de las minorías dispuestas a tomar rehenes no cabe en la cabeza de nuestra clase política, que con el cuento de ponerse al frente de la sociedad sólo sabe vivir de su decadencia. Nada mal les vendría releer las entrevistas en las que Felipe González ha explicado cómo logró convencer a los españoles de la necesidad de entrar en la Unión Europea, a pesar de la oposición de los franquistas y de cierta “izquierda”.
Si aplicáramos los estándares europeos que respetarán las papeleras uruguayas buena parte de la industria argentina debería cerrar hoy mismo. ¿Con qué cara se oponen a su instalación quienes permiten que tecnologías más atrasadas sean empleadas en nuestro territorio? ¿Qué duda cabe de que si Botnia y Ence hubieran elegido la ribera argentina y el gobierno uruguayo hubiera protestado se estarían escuchando hoy dramáticos llamados a defender la soberanía territorial frente a la prepotencia de nuestros vecinos, acaso comandados (ahora que andan en busca de acuerdos bilaterales) directamente desde Washington?
Durante la Cumbre de Mar del Plata, nuestro Presidente le espetó en la cara a Mr. Bush que el modelo económico del ALCA no satisfacía a los miembros del Mercosur, quienes preferían el modelo europeo de integración política. Sabias palabras; algo distantes de los hechos cuando se considera que el Mercosur (basta leer su nombre) es una unión comercial, y una unión comercial fracasada. La simple amenaza de recurrir a La Haya deja su “integración política” al descubierto: a veinte años de su lanzamiento, carecemos de instancias en las cuales laudar las diferencias entre sus gobiernos, para no hablar de un Parlamento capaz de sancionar una legislación ecológica de aceptación obligatoria para tirios y troyanos.
Mientras la Argentina amenaza recurrir a La Haya, ¿a quién deben quejarse sus millones de ciudadanos que habitan a orillas del Matanza-Riachuelo y cuyas asociaciones denuncian la existencia de más de cien basurales, 67 barcos abandonados, 17 hundidos, 4.000.000 de metros cúbicos de barro contaminado y sostienen que sólo el 3% de las industrias en sus márgenes poseen plantas depuradoras? ¿Acaso a las instituciones nacionales que permiten esa vergüenza a pocos metros de Puerto Madero o a los políticos que se escandalizan de las andanzas de María Julia pero poco hacen para mejorar su performance?

La crisis de las papeleras expresa la creciente deslegitimación de la civilidad industrial tan cara al actual Gobierno. El síndrome NIMBY (no-en-mi-patio-trasero) se expande, acelerado por el desgaste del paradigma industrialista y la incapacidad de las naciones para impulsar el autosacrificio en nombre de la Patria. A estos problemas universales se suman aquí el déficit institucional del Mercosur, el seguidismo de la clase política y la prepotencia de los ciudadanos. Quienes quieren una Argentina mejor harán bien en preguntarse por qué las inversiones fluyen hacia otros países a pesar de tres años de crecimiento a ritmos chinos y qué hace que Finlandia exporte su antigua especialidad, las fábricas de papel, y no las de teléfonos celulares, su nueva riqueza basada en las tecnologías de punta. ¿Utopías postindustriales? El rubro importaciones muestra a los celulares al tope de la lista. Los pagamos exportando commodities, mientras nos indignamos por una distribución de la riqueza poco sensible a los discursos presidenciales.
No sólo papelones muestra la crisis de las papeleras. También deja en claro por qué la creación y distribución de riqueza está estrechamente ligada al reemplazo de la xenofóbica y patotera Argentina nacional-industrial por una sociedad abierta al mundo y basada en la información, la innovación y el conocimiento.

Fernando A. Iglesias

2 comentarios:

ericz dijo...

bandolero se escribe con B.

Fernando A. Iglesias dijo...

En efecto, a menos de que se trate del Lobo Vandor..
gracias por la corrección.
F