SENSACIÓN TÉRMICA
Abstraídos en las discusiones de un congreso en Munich, la noticia llega inesperada: la sensación térmica en Buenos Aires llegó a 1,3º bajo cero. Orgullosos defensores de los récords nacionales, lo comentamos al pasar a nuestros colegas. La previsible pregunta que hacen los alemanes es: ¿cuál era la temperatura? Estupor en nuestro grupo. Rápidas consultas a Internet. Nada. Les explicamos: la temperatura es un paradigma antiguo que ha sido cancelado por la sensación térmica. ¿No se enteraron, en Alemania?
Osvaldo Soriano decía que la sensación térmica era algo que en Europa no se conseguía. Grave error. Lo que no se consigue, en Argentina, es saber la temperatura, dada la conocida afición nacional por romper termómetros. Se trata del pasaje de la Modernidad a la postmodernidad. En la Modernidad, las cosas eran. En la postmodernidad, las cosas es como que son. Donde reinaba el verbo hoy mandan los conectores. Donde imperaba el modo indicativo campea hoy el subjuntivo, propicio para la ambigüedad y las retiradas estratégicas. Lo digo pero no lo digo. Si lo dije, me arrepiento. O no. Quién sabe. Así, no hay inflación en Argentina sino sensación inflacionaria. Ni inseguridad, sino percepción de inseguridad. Ni temperatura, sino sensación térmica.
En Europa, como escribió Gertrude Stein, una rosa es una rosa es una rosa. En cambio, en Argentina todo es peor con la sensación térmica. Cuando hace frío, la sensación térmica dice que hace mucho frío. Un frío de morirse. Y cuando hace mucho frío, la sensación térmica hace que la sangre se congele en nuestras venas. Y cuando hace calor en Argentina, hace calor de veras, no como en esos veranitos livianitos de Río de Janeiro donde la temperatura apenas si llega a los cuarenta grados en tanto aquí padecemos cuarenta y tres de sensación térmica. Que no nos vengan los brasileros a comparar sus padecimientos con el calor con los nuestros. O calor mais grande do mundo es argentino. ¡Qué emoción! ¡Cuánta adrenalina agregada a nuestras existencias! Se comprende enseguida por qué el héroe nacional no debería ser San Martín sino el obispo Berkeley.
Tenía razón Soriano, al fin. Los alemanes son aburridos. Allá diez grados son siempre diez grados, un asesinato es siempre un asesinato y un tomate que vale tres euros no te lo dan si no pagás tres euros… Como aquí, vamos.
Publicado en DIARIO "PERFIL" 21 de junio de 2008
Abstraídos en las discusiones de un congreso en Munich, la noticia llega inesperada: la sensación térmica en Buenos Aires llegó a 1,3º bajo cero. Orgullosos defensores de los récords nacionales, lo comentamos al pasar a nuestros colegas. La previsible pregunta que hacen los alemanes es: ¿cuál era la temperatura? Estupor en nuestro grupo. Rápidas consultas a Internet. Nada. Les explicamos: la temperatura es un paradigma antiguo que ha sido cancelado por la sensación térmica. ¿No se enteraron, en Alemania?
Osvaldo Soriano decía que la sensación térmica era algo que en Europa no se conseguía. Grave error. Lo que no se consigue, en Argentina, es saber la temperatura, dada la conocida afición nacional por romper termómetros. Se trata del pasaje de la Modernidad a la postmodernidad. En la Modernidad, las cosas eran. En la postmodernidad, las cosas es como que son. Donde reinaba el verbo hoy mandan los conectores. Donde imperaba el modo indicativo campea hoy el subjuntivo, propicio para la ambigüedad y las retiradas estratégicas. Lo digo pero no lo digo. Si lo dije, me arrepiento. O no. Quién sabe. Así, no hay inflación en Argentina sino sensación inflacionaria. Ni inseguridad, sino percepción de inseguridad. Ni temperatura, sino sensación térmica.
En Europa, como escribió Gertrude Stein, una rosa es una rosa es una rosa. En cambio, en Argentina todo es peor con la sensación térmica. Cuando hace frío, la sensación térmica dice que hace mucho frío. Un frío de morirse. Y cuando hace mucho frío, la sensación térmica hace que la sangre se congele en nuestras venas. Y cuando hace calor en Argentina, hace calor de veras, no como en esos veranitos livianitos de Río de Janeiro donde la temperatura apenas si llega a los cuarenta grados en tanto aquí padecemos cuarenta y tres de sensación térmica. Que no nos vengan los brasileros a comparar sus padecimientos con el calor con los nuestros. O calor mais grande do mundo es argentino. ¡Qué emoción! ¡Cuánta adrenalina agregada a nuestras existencias! Se comprende enseguida por qué el héroe nacional no debería ser San Martín sino el obispo Berkeley.
Tenía razón Soriano, al fin. Los alemanes son aburridos. Allá diez grados son siempre diez grados, un asesinato es siempre un asesinato y un tomate que vale tres euros no te lo dan si no pagás tres euros… Como aquí, vamos.
9 comentarios:
Muy divertido, pero:
Una hoja se esconde en un bosque, lo escrito con ironía se esconde en la prensa argentina.
Quiero decir, mejor hablemos con toda seriedad, seamos aburridos, hablemos con la verdad desnuda.
Repitamos con Víctor Hugo "el cinismo es la caries de la inteligencia".
Ironía no es cinismo, Ericz. hablar con la verdad desnuda no es ser (siempre) solemne, ¿o sí?
Clap, clap, clap, clap...:||
Eso de la sensación térmica es un invento porteño, no argentino. En Mendoza tampoco se consigue.
A menos que cuando hablamos de Argentina nos refiramos solamente a los que viven en Baires, error bastante difundido en estos días.
Deberiamos dejar la ironia de lado para ser verdaderamente inteligentes. Cuando el opresor te aniquilaba si pensabas distinto la ironia era una necesidad para expresar una verdad. Hoy la ironia parece estar de moda y sin embargo la inteligancia no. ¿No será que hoy en día simplemente nos contentamos con quedarnos con la cáscara de algo?
Hola Pablo: podría hacer una lista de las provincias que visité este último año (cinco solemente para las presentaciones de Kirchner y yo), pero no creo que sea el caso. M eparece recordar haber escuchado la expresión "sensación térmica" en más de un lado, pero tampoco le presté mucha atención. En todo caso, lo que está bastante difundido en estos días son las expresiones de apoyo de los porteños a la protesta del campo y del interior.
Rauskra: lo que escribís sería muy aporpiado para criticar a quien hiciese solamente discursos irónicos, pero está fuera de contexto con quien usa la ironía en pequeñas dosis y de vez en cuando.
saludos
Fernando,
lo que escribo no tendria porque ser necesariamente una critica..
Por otro lado me parece algo irónico un texto de humor en el blog de un diputado.
Saludos
Gracias Fernando por las ironías.
Para el lector que opina que una ironía es impropia de de un diputado, le respondo con una frase de Jacinto Benavente,dramaturgo español.
"La ironía es una tristeza que no puede llorar y sonríe".
Victor Hugo, jamas confundiría ironía con cinismo.
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