DATOS PERSONALES

Mi foto
* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

sábado, 29 de agosto de 2009

Clases Magistrales.-

Artículo publicado en la sección Clases Magistrales de la revista Noticias, número 1704, de Agosto de 2009.
BARACK OBAMA EN LA ERA DEL CAMBIO DE PARADIGMAS I
DISCURSO DE UN CIUDADANO DEL MUNDO EN BERLÍN.
No es cierto que el acceso de Barack Hussein Obama II a la presidencia de los Estados Unidos constituya un hito en la historia de ese país. Como sea que vayan las cosas, que un afro-americano se haya convertido en la persona políticamente más poderosa del planeta constituye un hito para la entera historia de la humanidad. Se trata de la expresión inconfundible del surgimiento de una sociedad mundial multiétnica y cosmopolita que está cerrando y superando el largo período anterior de la Modernidad, centrado en paradigmas industrial-nacionales. Caduca así el antiguo modelo de la uniformidad racial y la identidad étnica como principios constitutivos del estado-nación (es decir: el estado definido por las circunstancias del nacimiento) y surge un nuevo paradigma cosmopolita, centrado en el cosmos y la polis y basado en la hibridación multicultural, las migraciones transnacionales, el nomadismo y el mestizaje entendidos no sólo como problemas a resolver, sino como valores a esgrimir.
Vivimos en una era de cambio acelerado y constante en la cual lo que ayer constituía un valor pasa a ser un disvalor, y viceversa. De allí que el presidente del estado más poderoso sea hijo de una de las escasas parejas interraciales que existían en los años cincuenta, establecida entre un keniano nacido en la provincia de Nyanja, de etnia luo y religión musulmana, y una madre de origen escocés que pasó la mayor parte de su vida entre Hawai e Indonesia, donde vive hasta hoy. El propio Barack pasó su infancia entre un barrio de clase media de Yakarta y la casa de sus abuelos en Honolulu, circunstancias que hasta hace muy poco hubieran implicado la imposibilidad de acceder a la Presidencia de la primera potencia mundial. Por el contrario, la piel negra de Obama y su experiencia de vida multicultural y cosmopolita no sólo no han sido un obstáculo a su carrera presidencial sino una importante ventaja comparativa. En efecto, por más talento político que hubiera tenido, difícilmente un joven senador WASP (anglosajón, protestante y de piel blanca) hubiera llegado hasta donde Obama llegó en tan solo un par de años.

Contrariamente a lo que dicta un sentido común anquilosado en los principios de la era anterior, Obama no es el presidente de los Estados Unidos a pesar de ser negro sino precisamente porque lo es. Su piel y su biografía encarnan una promesa de cambio; mundialmente: el cambio en una era signada por el cambio, y nacionalmente: el cambio que la sociedad estadounidense esperaba después del desastre provocado por la insistencia en el modelo de nacionalismo industrialista encarnado por la petropolítica Administración del tejano Bush y sus secuaces admiradores de Schmit y Strauss.
Jordi Kantor, periodista del New York Times, ha descripto así la asunción de Obama: “La familia de la que proceden Barack y Michelle es negra y blanca y asiática, cristiana, musulmana y judía. Sus miembros hablan inglés, indonesio, francés, cantonés, alemán, hebreo; lenguas africanas que incluyen el swahili, el luo y el igbo. Muy pocos de ellos gozan de una situación económica acomodada y algunos son muy pobres. Aunque el mundo celebra la asunción del primer presidente afroamericano, la historia es más compleja: una historia de inmigración, movilidad social y desarraigo… Aunque Obama es hijo de un keniata negro, tiene algunas raíces convencionales por parte de su madre blanca: abolicionistas que, según la leyenda familiar, fueron expulsados de Missouri, un estado esclavista; gente del Medio Oeste que supo hacer frente a la Depresión; incluso un puñado de remotos antecesores que lucharon en la guerra de la independencia… [Por su parte] Michelle es descendiente de esclavos e hija de la Gran Migración, el movimiento masivo de afroamericanos hacia el norte del país, quienes se trasladaron a mediados del siglo XX en busca de oportunidades”.

Sobre la fiesta posterior a la asunción, Kantor señala: “Los primos viajaron desde una ciudad de Carolina del Sur en la que el tatarabuelo de la primera dama nació como esclavo, mientras que el rabino de la familia vino de la sinagoga en la que había conmemorado el nacimiento de Martin Luther King. También los hermanos estaban presentes: la medio hermana indonesio-norteamericana del marido llegó acompañada por su esposo chino-canadiense, y el hermano de la esposa, un negro casado con una blanca. Cuando Obama prestó juramento estaba rodeado por un clan que hubiera escandalizado a generaciones anteriores de estadounidenses y que instantáneamente modificó la imagen de una primera familia para las generaciones futuras”.

Compárense estos ancestros, estas biografías y esta nueva realidad con la idea de estado-nación nacida en 1648 de la Paz de Westfalia, y basado en el principio de que la unidad política se deriva limpiamente de la homogeneidad de nacimiento (de allí el vocablo “nación”). Se comprenderá así que estamos ante un cambio epocal que sólo podrá ser superado cuando un descendiente de latinoamericanos o árabes sea consagrado presidente de alguna de las naciones europeas o, aún mejor, de la propia Unión.

OBAMA EN LA SOCIEDAD MUNDIAL DEL RIESGO
Vivimos en un escenario marcado por una crisis económico-financiera mundial, por una crisis ecológico-climática de escala planetaria, en una situación de amenaza de proliferación nuclear y acechados por una pandemia global, la de gripe porcina. Desde 1999, año de publicación del célebre ensayo de Ulrich Beck sobre la sociedad del riesgo, los habitantes de este mundo del cual aún no hemos logrado convertirnos en ciudadanos hemos podido observar cuán rápidamente ciertos procesos sociales se han hecho globales sin que se expandieran al nivel global las instituciones responsables de su control. Para decirlo con palabras de George Monbiot: “Todo se ha hecho global, menos la democracia”.

En este marco, en el cual cuando hablamos de tecno-economía pensamos en un universo globalizado y cuando pensamos en democracia razonamos aún en términos del viejo y querido estado-nación westfaliano, la novedad de Obama no se reduce a sus elementos biográficos sino que incluye los contenidos de su programa, magistralmente enunciados en su discurso de Berlín del 24 de julio de 2008. Ante 200.000 personas que lo aplaudieron fervorosamente, el discurso de Obama constituyó una contundente demostración de que una política con nuevos contenidos cosmopolitas y globales está haciendo su demorada irrupción en este mundo unificado por las tecnologías y fragmentado por la política.

Si los textos de Tucídides fueron la base proclamatoria de la democracia de las ciudades; si los Bill of Rights anglosajones, la Declaración de Virginia y la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de la Revolución Francesa desarrollaron el modelo teórico de las democracias nacionales; si el Manifiesto por una Europa Unida (más conocido como Manifiesto de Ventotene) de Altiero Spinelli es el gran texto de la democracia continental europea y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU (1948) constituye la certificación del acceso de los valores de la democracia a la escala internacional, el brillante discurso de Obama en Berlín constituye un ulterior paso en el desarrollo de una democracia cosmopolita y globalizada.

Destacando sólo los más pertinentes al tema de este artículo, paso a reproducir algunos de sus extraordinarios párrafos.

DISCURSO DE UN CIUDADANO DEL MUNDO EN BERLÍN.
“Esta tarde no les hablo como candidato a la Presidencia sino como ciudadano; un orgulloso ciudadano de los Estados Unidos y un conciudadano del mundo… ¡Pueblos del mundo, miren a Berlín! Miren a Berlín, donde alemanes y norteamericanos aprendieron a trabajar juntos y a confiar los unos en los otros apenas tres años después de enfrentarse en el campo de batalla… Observen a Berlín, donde las marcas de las balas en los edificios y las sombrías piedras cerca de la Puerta de Brandenburgo persisten para que nunca nos olvidemos de nuestra humanidad compartida. Miren Berlín, donde un muro cayó, un continente se unió y la historia demostró que no hay desafío demasiado grande para que el mundo sea uno solo…

Si el Siglo XX nos enseñó que compartimos un mismo destino, el Siglo XXI nos está revelando que el mundo está más interconectado que nunca. Pero es esta misma cercanía la que ha dado pie a nuevos peligros, que no pueden ser contenidos dentro de fronteras ni evitados gracias a la distancia… Ahora mismo, mientras hablo, los automóviles de Boston y las fábricas de Beijing están derritiendo la capa de hielo del Ártico, reduciendo las costas del Atlántico y causando sequía en las granjas de Kansas y Kenia. El material nuclear mal protegido de la ex Unión Soviética o los secretos de un científico paquistaní podrían ayudar a construir una bomba que podría estallar en París. La amapola de Afganistán se convierte hoy en heroína en Berlín. La pobreza y la violencia en Somalia nos causan pánico al futuro. El genocidio de Darfur es una mancha en la conciencia de todos. En este nuevo mundo, todas estas peligrosas tendencias se mueven más rápido que nuestros esfuerzos para contenerlas. Por eso no nos podemos permitir estar divididos. Ninguna nación, por muy grande o poderosa que sea, puede vencer estos desafíos por sí sola. Ninguno de nosotros puede negar estas amenazas ni huir de la responsabilidad de enfrentarlas.

La asociación y la cooperación entre naciones no son ya una elección; son el único modo de proteger nuestra seguridad común y avanzar en nuestra común humanidad. El mayor peligro es el de dejar que nuevos muros nos dividan. Los muros entre los viejos aliados de ambas orillas del Atlántico no se pueden mantener. Los muros entre los países que lo tienen todo y los países que tienen poco y nada no se pueden mantener. Los muros entre razas y tribus; nativos e inmigrantes; cristianos, musulmanes y judíos no se pueden mantener. Son, por el contrario, los muros que tenemos que derribar…

Este es el momento de que renovemos el objetivo de un mundo sin armas nucleares. Las dos superpotencias que se enfrentaron de un lado y del otro del muro que dividía a esta ciudad estuvieron demasiado cerca de destruirlo todo. Ahora que ha desaparecido el muro no debemos quedarnos mirando impasibles cómo se extiende el poder mortífero del átomo. Es el momento de controlar el material atómico, de detener la proliferación de armas nucleares y de reducir los arsenales de la era anterior. Es el momento de buscar la paz y de crear un mundo libre de armas nucleares…

Hoy, aquí, ahora, éste es el momento de construir un mundo mejor basado en la riqueza que los mercados abiertos han creado, y de compartir sus beneficios equitativamente. El comercio global ha sido la piedra angular de nuestro desarrollo, pero no podremos mantener este crecimiento si sólo favorece a unos pocos, en vez de a todos. Juntos, tenemos que forjar un comercio que recompense al trabajo que crea la riqueza, con protecciones adecuadas para nuestros pueblos y nuestro planeta. Es el momento de un comercio libre y justo para todos. Es el momento en que tenemos que unirnos para salvar a la Tierra.

No podemos dejar a nuestros hijos un planeta donde los océanos suben, el hambre se extiende y terribles tormentas destruyen nuestras tierras. Debemos tomas la decisión de que todas las naciones –incluyendo la mía– actúen con igual seriedad para reducir el carbono que emitimos a la atmósfera. Es el momento de devolver a nuestros hijos su futuro. Es el momento de estar unidos. Es el momento de dar esperanza a los que se han quedado atrás en este mundo globalizado.

Desde hoy, el mundo nos mirará y recordará lo que hagamos. ¿Daremos una mano a los pueblos de los rincones olvidados del mundo que aspiran a una vida de dignidad y de oportunidades, de seguridad y de justicia? ¿Sacaremos al niño de Bengala de la pobreza, daremos cobijo al refugiado de Chad y desterraremos el azote del Sida? ¿Defenderemos los derechos humanos del disidente de Birmania, del blogger en Irán, del votante en Zimbabwe? ¿Daremos sentido a las palabras ‘nunca más’ en Darfur?

¿Reconoceremos que no hay ejemplo más poderoso que el que cada una de nuestras naciones da al mundo? ¿Rechazaremos la tortura y defenderemos el estado de derecho? ¿Acogeremos a los inmigrantes de otras tierras y rechazaremos las discriminaciones contra quienes no se nos parecen, contra los que rinden culto de otra manera, y mantendremos la promesa de igualdad y oportunidades para todos?

Pueblo de Berlín, pueblo del mundo: éste es nuestro momento. Éste es nuestro tiempo. En los Estados Unidos, la lealtad nunca ha sido hacia una tribu o a un reino en particular. En mi país se hablan todas las lenguas, cada cultura ha dejado su huella y todos los puntos de vista pueden expresarse públicamente. Lo que siempre nos ha unido, lo que siempre ha conducido a nuestro pueblo, lo que llevó a mi padre a las orillas de América, son las aspiraciones y los ideales compartidos por todos los pueblos: que podamos vivir libres del miedo y la necesidad; que podamos decir lo que pensamos, unirnos con quienes queramos y rendir culto como lo deseemos. Es en pos de estas aspiraciones que una nueva generación –nuestra generación– debe dejar su huella en el mundo.

Pueblo de Berlín y pueblo del mundo: la escala de nuestro desafío es enorme. El camino será largo. Pero vengo ante ustedes para decirles que somos herederos de una larga lucha por la paz. Somos el pueblo de la esperanza improbable. Con los ojos mirando hacia el futuro, con resolución en nuestros corazones, recordemos nuestra historia y demos respuesta a nuestro destino; y rehagamos el mundo una vez más”.

NUEVOS VALORES PARA UNA NUEVA ERA
Y bien: ¿qué nos dice de nuevo Obama? Nos dice que no hay contradicción entre ser un ciudadano orgulloso de su país de nacimiento y un aspirante a ciudadano del mundo; que las identidades y fidelidades hibridas y cruzadas típicas de un mundo nomádico y en permanente movimiento son compatibles; que la inmigración es y será parte de la historia de vida de un numero creciente de personas; que en una era global no hay lugar para los sálvese-quien-pueda nacionales y que –por lo tanto- los seres humanos compartimos un mismo destino; que las enemistades nacionales aparentemente irreconciliables pueden ser superadas en plazos asombrosamente cortos cuando existe voluntad política; que los desastres causados por las guerras pasadas pueden ser el hito fundador de una humanidad común futura mas profundamente compartida; que los muros están perdiendo la capacidad de impedir que el mundo sea uno solo (“… and the world will live as one”, como escribió John Lennon en “Imagine”, verdadero himno de la unidad del género humano); que la interconexión abre nuevas esperanzas pero da lugar a nuevos peligros que no pueden ser enfrentados con los métodos ni las instituciones del pasado; que la velocidad del cambio tecnoeconómico está sobrepasando nuestra capacidad de adaptación política; que ninguna nación es capaz de solucionar sus problemas por sí sola; que los intereses nacionales no pueden defenderse mediante el aislamiento y el conflicto sino que necesitan de la cooperación y la ayuda recíprocas; que los problemas globales afectan a todos y -consecuentemente- las responsabilidades son de todos; que ha llegado la hora de volver a una humanidad sin capacidad de autodestruirse; que la riqueza creada por el capitalismo global debe ser globalmente distribuida; que el comercio debe ser cada vez más libre pero también cada vez más justo y equitativo; que se ha acabado la era de la externalización “hacia fuera” (de las fronteras nacionales) y “a futuro” (hacia las próximas generaciones) de los costos del consumo; que debemos unirnos para salvar el planeta; que los derechos humanos son eso: humanos, y no prerrogativas nacionales; que la responsabilidad por la gloria o la infamia de lo que sucede en cualquier punto del planeta recae sobre todos nosotros; que hasta las identidades nacionales se asemejarán cada vez más, en todas las naciones, a las identidades mestizas de los países de emigración, en los cuales al no poder ser derivadas de la unidad racial ni la uniformidad cultural deben basarse en principios políticos y civiles comunes como la libertad, la igualdad y la democracia. Y nos dice también que ‘nosotros’ somos la humanidad, y no una de sus tribus, y que este es nuestro momento, el del pueblo del mundo; la hora de que nos hagamos cargo de nuestras serias responsabilidades; y que dado que nuestra empresa es difícil e improbable, no tenemos un minuto que perder.

¿UN DISCURSO DE CAMPAÑA?
La década de los Noventa fue el escenario de una vigorosa polémica sobre el contenido y los alcances de la globalización. Dos concepciones ideológicas, en el peor sentido de la palabra, se enfrentaron sosteniendo dos “verdades” opuestas y simétricamente erróneas. De un lado, los globalifóbicos sostenían que la globalización era un fenómeno superficial y pasajero, o que era simplemente una nueva mascara del viejo imperialismo, y afirmaban que los estados nacionales continuaban siendo el horizonte insuperable de la organización política de la humanidad. Del otro lado, los globalifílicos daban por descontando que los estados nacionales eran un artefacto superado por la Historia y profetizaban su inmediata desaparición del escenario, teoría que se complementaba perfectamente bien con la triunfante marea neoliberal favorable al estado mínimo. Transcurrido un cuarto de siglo desde la caída del Muro de Berlin, evento emblemático de la apertura de la era de la globalización, ni los estados nacionales ni la globalización han desaparecido, y resulta tan ciego suponer que los estados-nación se extinguirán sin más como sostener que en la naciente era global puedan seguir siendo el centro monopólico de la sociedad humana, como lo fueron durante siglos.
El discurso de Obama en Berlín marca pues un antes y un después en la comprensión que los líderes políticos mundiales demuestran poseer acerca de los nuevos paradigmas que gobiernan un mundo complejo y en permanente transformación. Y es trascendente, justamente, no tanto por lo que dice -ya que conceptos como los suyos han sido abundantemente desarrollados por académicos como David Held, Daniele Archibugi, Ulrich Beck o Jürgen Habermas- sino por quién lo dice: el candidato -luego triunfante- a la presidencia al país mas poderoso de la Tierra.

Los realistas de la realpolitik, que suelen confundir el realismo con el conservadurismo y se rieron en su momento de las utopías de Tucídides, de los bill of rights anglosajones, del Manifiesto por una Europa Libre y Unida y de las declaraciones de los derechos del hombre, bien pueden sostener que los discursos de un candidato en campaña no son cosa que deba tomarse demasiado en serio, o señalar que una cosa son las ideas y otra las prácticas, o recordar alguno de los episodios en los que la actuación de Obama como presidente resultó contradictoria con las promesas del candidato Obama y, finalmente, pronosticar un rápido descenso a la realidad y el fracaso de las promesas abiertas por el discurso de Berlín. En todo caso, las críticas “realpolitikas” tienen el inconveniente de ignorar la realidad realmente existente, y por varias razones:

1) En primer lugar, la visión realpolitika subestima el impacto que las ideas tienen en el mundo. La Declaración de Virginia (1776) era contradictoria hasta el absurdo, ya que no sancionaba el fin de la esclavitud; y la de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (1789) excluía de sus proclamas a la enorme mayoría de la humanidad, que no era blanca, ni de género masculino, ni propietaria de bienes inmuebles. Sin embargo, ambas constituyeron la base cierta para la consagración de la idea revolucionaria de la existencia de derechos humanos comunes, indivisibles y prioritarios respecto al poder de los estados, con lo que sentaron las bases de las democracias nacionales, de los estados de bienestar nacionalmente administrados y de la justicia internacional, entre otras instituciones. Y algo similar puede decirse de todas las declaraciones anteriormente citadas, de las cuales acaso la más emblemática sea el Manifiesto de Ventotene, documento fundador de una Europa unida redactado por un prisionero político de Mussolini en la hora de mayor obscuridad para el continente: 1941, cuando Hitler se enseñoreaba en todas partes, Mussolini era su férreo aliado, Franco era el fresco vencedor de la Guerra Civil y Stalin reinaba del otro lado de la barricada.

2) En segundo lugar, el hecho de que un candidato a la Presidencia del país más poderoso del planeta haya reclamado su adhesión a estos valores es significativo por sí mismo, independientemente de la falsedad o sinceridad de sus intenciones, ya que demuestra que existe –por lo menos- un público numeroso que aspira a verlos defendidos en el escenario político. Aun suponiendo la mayor vileza e hipocresía de Obama, su intento de presentar esta faceta cosmopolita en vez de seguir razonando en los términos del unilateralismo militarista de Bush demuestra que la obsolescencia de los paradigmas nacionalistas es perfectamente percibida –al menos- por la población de la Unión Europea hacia la que Obama dirigió sus palabras.
3) En tercer lugar, el simple hecho de un candidato a la Presidencia de los Estados Unidos decida tener uno de sus principales actos de campaña en el extranjero, y que concite la atención de 200.000 concurrentes, denota la irreversibilidad de la globalización de las polaridades políticas. Es ésta, además, la consecuencia previsible de la irrupción de asuntos globales –como la invasión de Irak, la política estadounidense en Medio Oriente o las amenazas derivadas del 11 de Septiembre- en elecciones de ámbito nacional que antiguamente se dirimían según contenidos meramente nacionales. Aún más significativas han sido las reacciones del gran partido nacionalista y conservador de los Estados Unidos, el Republicano, cuyos dirigentes usaron el discurso de Berlín para acusar a Obama de “estar demasiado interesado en el mundo y ser demasiado poco americano para defender los intereses estadounidenses”.
4) Por último, aun considerando los inevitables compromisos y equilibrios que implica la posición de Obama –un líder de visiones globales, por un lado, y el principal representante de los intereses del estado nacional más poderoso del mundo, por el otro- los primeros meses de su Presidencia han mostrado una notable coherencia entre sus prácticas y su discurso de campaña. Pero éste, el de las acciones concretas de la Administración Obama, es el tema de la segunda parte de este artículo.

7 comentarios:

pedro dijo...

Fernando:
Hace un tiempo que sigo tus comentarios con mucho interes y estoy leyendo tu ultimo libro, sin embargo, hay cosas que no logro conciliar en estas ideas que promueves; si las alternativas para superar el hambre y la destruccion del medio ambiente,descansan en un modelo de desarrollo economico que se sustenta en el comsumismo ,solo aceleraremos las causas mismas de estos males, la tecnologia que se usa hasta para producir alimentos es tremendamente degradante de nuestro recurso tierra, contamina el agua, otras nos llena de cosas muchas veces inutiles.Si queremos llegar a tener los niveles de consumo de Estados Unidos, deberiamos pensar en como llegar a otros planetas para utilizar los recursos necesarios.Si se globaliza este modelo de desarrollo no tendremos salida alguna y vamos en caida a un precipicio, entonces, ¿cual es el modelo que propicias?, ¿cual es la forma en que crees que podremos evitar la catastrofe ecologica y nuestra segura muerte como especie? ¿que tecnologias tenemos a mano o en vistas para no seguir profundisando todo esto y mantener la produccion necesaria para que nos alcanse a los cerca de 7000 millones de personas a vivir dignamente?, la respuesta no la se, pero hago la pregunta. Un saludo . Pedro.

Fernando A. Iglesias dijo...

nm dos líneas: 1) creo que en los países avanzados está naciendo un modelo menos consumista que el anterior, postescsez, lo llamo. 2) una economía centrada en la producción de intangibles es menos contaminante e intensiva en materias primas que la vieja economía industrial, 3) los pasos que se den hacia la globalización de la democracia podrían ayudar a redireccioner recursos, haciendo que lkos países pobres (China) consuman más y los ricos (USA) ahorren más, además de diferenciar la mejora de la calidad de vida en A) mayor consumo en el Tercer Mundo y B) horarios de trabajo menores en el Primero.
Estoy escribiéndolo en mi próximo libro, pero vas a tener que esperar.
saludos

Daniel dijo...

Por eso es tan importante que los gobiernos no permitan destruir cerros, usar millones de litros de agua y cianuro, (por dar un ejemplo) en las mineras de San Juan.
¿Por qué pasa eso? Corrupción y complicidad.
El futuro también está en las energías alternativas, y dejar de depender del petróleo.
Creo que por ser ecológico no dejás de ser productivo, ¿no?

pedro dijo...

Fernando:
Disculpa que insista, trabaje en una empresa Sueca de aceros que multiplico su produccion 10 veces en tres años para satisfacer la demanda del crecimiento Chino, la demanda de mas proteinas en la dieta alimenticia de estos a generado el fenomeno de la soja, el paquete tecnologico con que esta se siembra resulta ser altamente contaminante ademas de generar monocultivos, toda la agricultura requiere de quimicos que han envenenado el agua, las energias alternativas de las que habla Daniel no parecen ser suficientes para acercarse a la demanda energetica que se requiere, es decir, todo este proceso globalisador requiere no solo del sector de servicios sino de un altisimo aumento de la produccion y por ello de profundisacion de la crisis ecologica, es por esto que hoy la mineria destruye montañas enteras, de esto es lo que hablo, ¿como podremos parar esto?, ¿tienes datos sobre esto que puedas mencionar?, ¿crees realmente que este proceso se desacelerara y revertira, encontrando una sociedad con mayor calidad de vida que una con mas objetos sin valor?. es cierto que las tendencias a ser menos consumista, existen , pero no parecen ser suficientes. salud, Pedro.

Daniel dijo...

Grobocopatel dijo: Las medidas del gobierno con las retenciones son PRO SOJA. Aca también está detallado: fumarpaco.com.ar/kirchner
Obviamente no tiene que existir monocultivo, bajar las retenciones exeptuando soja, sería un camino, pero hay que evaluar todo eso.
Con respecto al petróleo, es fácil, si no dejamos de depender de él, estamos muertos.
El problema en argentina, por ejemplo, es la falta de inversión, ¿quién invierte en eso con mafiosos al poder? ¿y cuando esas mafias están ligadas al petróleo?
El primer paso es sanear toda esta mierda. Mientras la corrupción y mafia corporativa se mantenga, estamos jodidos.

Discepolin dijo...

Es interesante, Iglesias, como su nota habla del presente y el futuro que se manifiesta en la eleccion de Obama (que dejo a Chavez y Castro como Adan en el Dia de la Madre) y sus repercusiones mundiales (hasta en Iran) y los comentarios argentinos hablando de otra cosa y de ideas que fracasaron con las hambrunas de Stalin en los 30, de Mao con el "Gran Salto Adelante" de los 50 y de Guevara con su desastrosa gestion como ministro de Industria de Cuba y la subsecuente escasez de alimentos.
Los talibanes argentinos siguen inhalando su propia nube de pedo.
Gracias por mirar hacia el presente del mundo, que es el futuro para nuestra querida y asfixiada Argentina.

Discepolin dijo...

Ah, y acuerdo con Daniel y Pedro que para que las cosas cambien hay que cambiar el sistema: probar con democracia republicana y tres poderes independientes, para variar.