DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

lunes, 15 de marzo de 2010

NOTA DE LA SEMANA

"Entre fundamentalistas del aire acondicionado y talibanes del calefactor"

¡Ya está de nuevo entre nosotros! ¡Ya comenzó! ¡El gran superclásico argentino! No. No es Boca-River sino la eterna polémica entre los fundamentalistas del aire acondicionado y los talibanes del calefactor.
En los países normales, que –es cierto- son cada vez menos, los períodos económicos se dividen en ciclos expansivos y ciclos recesivos. Aquí no. Aquí los ciclos económicos se dividen en el ciclo de la fiesta y el ciclo del colapso y la desesperación. Terminado el primero y habiéndose avizorada la aproximación inquietante del segundo, los fundamentalistas de un lado y los talibanes del otro, evidentes responsables del estropicio, quieren meter las manos en la masa con la excusa de propiciar una solución.
Ahora bien, cualquier ser humano medianamente racional procede ante el frío y el calor con dos respuestas previsibles: cuando hace calor prende el aire acondicionado, y cuando hace frío enciende el calefactor. Más o menos lo mismo hacen los gobiernos medianamente racionales, que ahorran y combaten la inflación (ponen el aire acondicionado) durante los ciclos económicos expansivos y calientes para poder usar esos ahorros y dilatar la base monetaria (calefaccionar, digamos) cuando llega el momento del frío y la recesión. Aquí, no. Aquí cuando llegan al poder los fundamentalistas del aire acondicionado aplican la receta del Doctor Hielo cualquiera sea el clima reinante, con lo que más tarde o más temprano el país alcanza el equilibrio fiscal, la paz de los cementerios y la temperatura de un congelador. De manera que en el turno siguiente se consagran sus detractores, los talibanes del calefactor, que elaboran un largo relato acerca de las ventajas del clima tropical, ponen las estufas a trabajar a full en pleno verano, acusan a los que les advierten de los peligros crecientes y evidentes de ser empleados de las compañías de aire acondicionado y logran finalmente que la temperatura inflacionaria supere los 40 grados anuales y el país estalle y el péndulo entre fundamentalistas y talibanes vuelva a recomenzar su destructiva oscilación. Desde luego, con cada movimiento pendular y con cada inversión binaria de las políticas que hasta pocos años antes eran señaladas como fuente de todas las virtudes, el país y su gente (y el desarrollo productivo, la competitividad, la distribución del ingreso y otras minucias) dan no ya uno, sino tres o cuatro pasos atrás, originando vigorosas tomas de posición de quienes prefieren el descuento del 13% de la Alianza al 40% de inflación con salarios congelados de Duhalde y Remes Lenicov (o viceversa).
Fue por estos mecanismos de sustitución de un pensamiento único por el pensamiento único contrario que –sin importar en qué orden se produjera el recambio- en los gloriosos setenta se fue de Gelbard a Martínez de Hoz pasando por el Rodrigazo. Fue así que la debacle hiperinflacionaria trajo diez años de convertibilidad, que fueron previsiblemente seguidos por la epopeya defaultista de Rodríguez Saa, la devaluacionista de Duhalde y el pagadios de Kirchner, con resultados que vuelven a apreciarse hoy: imposibilidad de financiarse a tasas razonables, déficit fiscales nacional y provinciales, niveles de pobreza e indigencia cercanos a los de 2001, manotazo último a la última de las cajas disponibles e inicio de una nueva y apasionante polémica entre los fundamentalistas del aire acondicionado y los talibanes del calefactor.

4 comentarios:

Martis dijo...

Está muy bien y claro. Fernando.
Lo que me perturba es la pregunta: ¿El año que viene que toca, el PJ2 o se viene el Cobos-De-La-Rua?

Anónimo dijo...

apaga el aire fernando!!!!

Sebastián Zanettin dijo...

Fernando: simpatizo con la CC y creo en tu hombría de bien. Por eso espero alguna declaración tuya acerca de las desafortunadas declaraciones de Elisa Carrió sobre el caso Sarmiento. Solidarizarse con la familia de un represor probado (cuya hija dice que no sabía nada, ni que estaba procesado) y argumentar que tiene 85 años y está enfermo me parece demasiado. La CC tiene que tener una posición definida. De lo contrario, se va a transformar en un partido de reacción, que se limita a oponerse a todo lo que hace el gobierno. El tema de los DDHH tiene que ser una bisagra en este sentido. No se puede apoyar a los represores.

Anónimo dijo...

JAVIER DICE:

Sebastián, tener una política de DDHH no se limita a perseguir MUY tardiamente viejos babeantes, seniles y con parkinson. (Eso me recuerda a una portada de la Barcelona XD )

¿Por qué se ha tardado tantos años en sacar un ley contra la trata de blancas? ¿y la desnutrición infantil en Tucuman que es? ¿Por qué no se puede desmantelar la mafia policial de la bonaerense enquistada desde hace años? No es terrorismo de Estado eso ?