DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

jueves, 15 de abril de 2010

LA NOTA DE LA SEMANA

PASADO Y NACIÓN O MUNDO Y FUTURO
EL DILEMA DEL BICENTENARIO

Publicado en Revista Noticias el 10 de abril de 2010

Si algún despistado sostuviera hoy que la actual empresa Ford es superior a la de 1910 porque fabrica mejores automóviles, fácilmente se le respondería que la Ford de entonces era la primera empresa automovilística del mundo, producía más de la mitad de los autos del planeta, había creado el más exitoso de la época y aplicado con tal éxito su esquema de producción en cadena que daría nombre al entero ciclo histórico: el del fordismo. Comparar ese pasado de gloria con el raquitismo dependiente de los salvatajes estatales de la actual Ford sería un evidente despropósito. Pero lo que es evidente en el campo de la tecnoeconomía no suele serlo en el político-social (lo que, dicho sea de paso, explica bien el desencanto general con una política jurásica nacionalista-industrialista incapaz de resolver los problemas de una era post-nacional y post-industrial).
De manera que está de moda criticar a la Argentina del primer centenario comparando su performance con la de la Argentina actual. Es cierto: el país de aquellos años era escasamente democrático e igualitario; pero así eran todos los países del mundo: injustos y elitistas para los parámetros actuales. En todo caso, basta observar la dirección de los flujos migratorios para entender cómo eran y cómo son las condiciones de vida en nuestro país respecto a los países de su misma época, evitando esa curiosa ceguera asincrónica con la que suelen mirar la realidad los pseudo-historiadores de hoy.
El Bicentenario evoca la historia de una Argentina exitosa a inicios del siglo XX que perdió la eficiencia y la competitividad económicas sin alcanzar la justicia social, que destruyó su modelo republicano sin transformarse en una nación de iguales y que extravió su lugar en el concierto mundial y nunca más logró encontrarlo. La Argentina de entonces era un país cosmopolita, integrado al mundo y que miraba con optimismo el futuro (un país progresista, diríamos hoy), y el mosaico de sus fuerzas políticas era un muestrario de las tendencias imperantes en la triunfante Modernidad previa a las guerras: el anarquismo, el comunismo y el conservadurismo tenían aquí dignos representantes, y existían abundantes embriones liberales y socialdemócratas, fuerzas que estaban destinadas, en todo el planeta, a ser las impulsoras del cambio y la modernización social. Todo ello se fue perdiendo, paulatina y trágicamente, con la irrupción en el escenario de una teoría pretendidamente telúrica que copiaba lo peor de las tradiciones nacionalistas que llevaron al colapso europeo. Esa tradición postulaba a la nación y a su pasado, y ya no al mundo y el futuro, como claves explicativas de lo existente y centro único de la reflexión intelectual y la actividad social. Me refiero, evidentemente, al revisionismo histórico, y a sus dos vertientes: la elitista, ligada al Ejército, la Iglesia y los sectores más conservadores de la sociedad, que terminó irrumpiendo con violencia en el ámbito institucional con el golpe de Uriburu y tuvo en Videla su expresión más trágica y desolada; y la populista, que diluyó el carácter republicano e institucionalista del radicalismo, desembocó en el peronismo y gobierna la Argentina de hoy. El principal éxito revisionista -y motivo central de los reiterados fracasos de un país sometido al control de sus dos alas y a la batalla, muchas veces sangrienta, entre ellas- fue destruir el indudable cosmopolitismo y la decidida orientación al futuro de la Argentina del primer centenario, convirtiéndola en su fracasado remedo actual, que perdió casi todo sin ganar casi nada y que cree que la nación y su pasado pueden proveer todas las respuestas en un mundo signado por el cambio acelerado, la explosión de los viejos paradigmas y la globalización. Un péndulo elitista-populista que ante sus reiterados fracasos, discordantes respecto a países vecinos cuya situación de desarrollo es (¿era?) similar a la nuestra, postula el pensamiento crítico pero jamás acepta analizar los postulados que guían el comportamiento de sus dirigentes y sus ciudadanos, prefieriendo solazarse con alguna explicación paranoica que abreve en el complot externo y la conspiración interna como razones de la autodemolición.
Una apropiada celebración del Bicentenario debería concentarse pues en discutir las oportunidades y amenazas que se abren para el país en el contexto de la incipiente sociedad global del conocimiento y la información. Más proyectos para digitalizar la escuela pública y disminuir la enorme brecha que separa a los hijos de padres que pueden comprar una computadora de los hijos de los que no pueden, y menos polémicas sobre el primer peronismo y las razones de la derrota en la Vuelta de Obligado. Sobre todo: nada de idealizaciones del pasado, incluida la del Primer Centenario, ni de versiones de la Historia como eterno-retorno disfrazadas de progresismo, que eternizan al niño que hace décadas aprendió a admirar a San Martín y sugieren subrepticiamente que las tareas necesarias para edificar una Argentina exitosa en el siglo XXI son las mismas que en los dos siglos anteriores. No lo son, y creerlo llevaría a un fracaso tan grande como el que sufrirían los gerentes si intentaran resucitar el Ford T y la vieja y querida cadena de producción.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

algo para decir del error de Cobos?

Anónimo dijo...

Muy buen artículo Fernando. Espero que el proyecto de las netbooks se concrete con exito, y que no sea el único. Yo había pensado en un proyecto que contemple exenciones impositivas a quienes ofrezcan cursos de capacitación digital a sus empleados, y a los nuevos que tomen. Esto permitirá ir reduciendo de a poco la brecha digital.
Saludos.

Fernando A. Iglesias dijo...

1) Sí, que no fue tal.
2) Buena idea, pero difícil de controlar....

Anónimo dijo...

CAPISSSSIMO continental ....
con la respuesta 1)ES una fiesta de la ironía, lo mordaz, el neologismo, la metáfora y todos los recursos del lenguaje expresado en....."Sí, que no fue tal".. COMO SIEMPRE TAN SIMPLE Y TAN CLARO en la ironia.

Ahhh, no fue ironico?...juajaujau es lo que pensas? jaujauajauuaja.
SI ES LO QUE PENSAS...jauajuajauu

Anónimo dijo...

Estimado Fernando felicitaciones por el éxito del día miércoles. Un placer escuchar a Carrio en el recinto por cierto.

¿Podría explicarme los motivos de la abstención del bloque de la Coalicion Civica el año pasado por la reestatización de la fábrica militar de aviones en Córdoba?

Es porque temo por el futuro. Yo no estaba de acuerdo con la reestatización. Argentina no ha tenido politica industrial en aviación en estos años no por culpa de Lockheed sino por culpa del Estado, es decir militares y civiles.

Temo que un PJ conservador en un futuro termine reprivatizando la empresa (los mismos que aplaudieron a rabiar a Cristina).

Por cierto, JuanCo Vega Gobernador en Córdoba para el 2011.

Afuera Juez y Aguad

Fernando A. Iglesias dijo...

Se hizo sin darnos información sobre qué se estatizaba y por qué, con costos completamente exagerados y sin un plan de negocios que fuera más allá de la reparación de las butacas de los aviones de Embraer, que se compraron después con sobreprecios.
En efecto, una vuelta más de tuerca entre estatización-privatziación con beneficios enormes... para los amigos del Pejota.

THX-11 dijo...

Muy bueno. Excelente artículo, Fernando.

George Orwell dijo...

Se viene la noche de los cuchillos largos y represión del estado neofascista
http://discepolin.org/2010/04/argentina-neofascista-kirchner-inicia.html