EL DÉFICIT DEMOCRÁTICO GLOBAL RECALIENTA
EL CLIMA DEL PLANETA
El resultado más probable de la Cumbre de Copenhagen será un acuerdo para negociar un futuro acuerdo; esto es: un nuevo fracaso disfrazado de éxito. Y ello no dependerá de la maldad de los líderes presentes ni de la voluntad nihilista y autodestructiva del ser humano, sino de un sistema de gobernabilidad global elitista, fragmentado y escasamente democrático, en el que nada ni nadie representa el interés general y las decisiones sobre bienes públicos comunes son tomadas por delegados nacionales interesados solamente en resguardar el interés de los gobiernos que los han designado.
CRISIS GLOBALES - ¿SOLUCIONES INTER-NACIONALES?
Repasemos la situación: el ecosistema, un bien público global que pertenece a toda la humanidad (incluidas sus futuras generaciones), está siendo puesto en riesgo por políticas energéticas irresponsables y cortoplacistas llevadas adelante por la casi la totalidad de los estados nacionales. La razón de esta conducta aparentemente irracional es evidente: la emisión de gases-invernadero es un excelente negocio ya que las externalidades negativas del consumo de combustibles fósiles se dividen entre todos los países y entre todos los seres humanos, en tanto los beneficios económicos a corto plazo de usar fuentes contaminantes y no renovables quedan enteramente en manos del actor -estatal, empresarial o individual- contaminante. En otras palabras: el dumping ecológico inter-nacional por el cual todos contaminan y todos tratan de que sean los demás los que reduzcan las emisiones, es parte intrínseca de un sistema tecnoeconómico global políticamente fragmentado, que carece de un sistema racional de premios y castigos y en el que, por lo tanto, es el peor de la clase el que se lleva la recompensa.
El calentamiento global ha puesto en evidencia así la contradicción entre el naciente sistema mundial y una noción de soberanía nacional pensada hace tres siglos en términos de control absoluto del propio espacio geográfico por parte de las naciones-estado. Su consecuencia es la incapacidad manifiesta de los estados nacionales y las organizaciones inter-nacionales para brindar respuestas a la altura de las circunstancias. No es casual sino inevitable que en un sistema tecnoeconómicamente integrado (es decir: global) y políticamente fragmentado (es decir: nacional/inter-nacionalmente gobernado) un acuerdo de objetivos modestos como el de Kyoto haya sido rechazado por los dos mayores responsables de las emisiones: China y los Estados Unidos. Por eso será también difícil que Copenhagen dé respuestas adecuadas a la magnitud del desafío.
La negativa de cualquiera de los grandes estados a participar de un nuevo acuerdo en nombre de la defensa de los intereses nacionales constituye un buen negocio electoral para todo gobierno que se apreste a ganar sus elecciones en los próximos dos, tres o cuatro años. Y esto es especialmente cierto en el caso de una rebelión encabezada por países emergentes que –con justicia- reclaman que el ajuste principal lo haga el mundo avanzado y piden que sea éste, además, quien les financie su reducción de emisiones. Pero tampoco es del todo irracional la apelación de los estados norteamericanos y europeos, que con buenas razones argumentan que se están quedando sin puestos de trabajo en la manufactura debido al dumping laboral ejercido por Brasil, India y China, y señalan que una reducción asimétrica de las emisiones los pondría en una situación aún peor en términos de empleo. Al mismo tiempo, mientras desde los Estados Unidos se insiste en que China es el país cuyo total de emisiones es más alto y se señala que posee industrias más contaminantes que las norteamericanas, desde China se observa que los países desarrollados tienen un nivel de emisiones per capita muy superior y se denuncia que han estado ensuciando el planeta desde hace tres siglos. De manera que las razones nacionales para continuar con la sinrazón global contaminante son muy buenas; pero llevan todas ellas al colapso.
Continúa. Leer la nota completa, hacer click aqui.