"SOBRE EL SANTO OFICIO DE LA MEMORIA "
Publicado en Contraeditorial Enero 2010
Que el comentario sobre un libro cuyo título es “Santo oficio de la memoria” y que, según la opinión del periodista no desmentida por el autor, “trabaja la cuestión… del ser nacional” sirva como introducción al análisis de la situación del progresismo y la centroizquierda resultaría por lo menos sorprendente en cualquiera de los países del mundo en que el significado de ambas expresiones, progresismo y centroizquierda, no ha sido usurpado por el nacionalismo populista. En cualquiera de los muchos lugares en los que existe una fuerza de centroizquierda progresista con progreso y socialdemócrata de verdad, identificarían los términos “santo oficio”, “memoria” y “ser nacional” con filosofías adyacentes a Heidegger y realidades políticas cercanas a Haider, Le Pen, Bossi y sus tristes sucesores. Aquí no. Aquí la orientación obsesiva hacia el pasado, incompatible con el progresismo; la política “de izquierda” entendida como opción religioso-identitaria desligada de toda conexión con la tradición iluminista-ilustrada, y la apelación al viejo y querido Ser Nacional, tan caro a Videla y socios que su “defensa frente al enemigo apátrida” fue el tópico de preferencia de al menos la mitad de los comunicados de la Junta Genocida, forman parte de un paisaje ideológico naturalizado por el desquicio derivado de casi un siglo de alternancia en el poder entre nacionalismos populistas y nacionalismos elitistas.
Desde luego, no estoy hablando de literatura. Giardinelli es un buen escritor y su extenso libro, extraordinariamente certero en la descripción del tejido invisible que liga a un lejano paese abruzzese con Chaco y Ramos Mejía, formó parte de las lecturas que frecuenté, buscando respuestas, allá por mediados de los Noventa, cuando decidí abandonar la dulce Italia y la republicana, federalista y socialdemocrática Europa para volver a este país desventurado en que la república es una monarquía, el federalismo una arqueología mitológica del pasado y la socialdemocracia consiste en pegar gritos por izquierda y poner huevos por derecha como el tero, ave emblemática del “Ser nacional”.
Entre mis muchas discrepancias con Giardinelli quisiera detenerme en la principal, que da el nombre y el tono a la nota: “Me encantaría que (la centroizquierda) fuera menos infantil y que el progresismo no terminara aliándose con la derecha, como parece estar sucediendo”, dice Giardinelli, acaso subestimando los adjetivos y por ello olvidando cierto libelo leninista que versaba sobre el izquierdismo como enfermedad infantil, precisamente. Pero su afirmación, lejos de ser literaria, tiene un preciso contenido histórico: es realizada un mes después de la derrota del kirchnerismo en Diputados que consagró en la realidad -con un retardo enorme y costoso para el país- el voto del 28 de junio, señalando el fin de una hegemonía parlamentaria que llevaba ya seis años de instaurada. Si no he entendido mal su afirmación, Giardinelli lamenta que lo que él denomina “la centroizquierda” haya abandonado la política de aparente neutralidad de aquellos seis años, que a los efectos prácticos constituyó un indisimulado apoyo a las iniciativas parlamentarias del Gobierno más corrupto, autoritario y concentrador del poder de la historia democrática de este país. Para no hablar de los efectos concretos del reinado kirchnerista en términos de distribución de la riqueza, similar hoy, a seis años de gobierno “progresista” con viento de cola incorporado, a la que existía a mediados del 2001, después de diez años de menemato y dos de recesión aliancista.
Pero no hay por qué remontarse tan lejos. En efecto, la supuesta equidistancia de la “centroizquierda” respecto al kirchnerismo y la oposición “de derecha” ha tenido dos episodios notables: la estatización de los fondos jubilatorios privados depositados en las AFJP y la de Aerolíneas Argentinas, a los cuales el paso del tiempo les ha agregado una perspectiva que permite hoy verificar sus efectos en la realidad, que no es literatura ni relato. Y bien, cuando se trató el tema de las AFJP la oposición “de derecha” de la que formo parte presentó varias propuestas que pemitían avanzar hacia un sistema estatal de gestión jubilatoria sin consentir a los Kirchner el manotazo a la caja de lo ahorrado ni obligar a incorporarse al régimen estatal a quienes una ley del estado democrático argentino les había permitido ahorrar privadamente por años; quienes –además- habían reafirmado esta opción apenas un año antes en virtud de otra ley en vigencia. Propusimos entonces establecer un régimen estatal desde ese momento en adelante y la reapertura por un año del traspaso del sistema privado al estatal para quienes quisieran hacerlo, y sostuvimos que el objetivo del proyecto oficialista no era la estatización del sistema previsional sino el manotazo a noventa mil millones de pesos, una cifra enorme, casi una décima parte del PBI nacional.
La oposición “neutral” de la “centroizquierda” nos acusó entonces de neoliberales y privatistas, de ser “la derecha” y otras lindezas habituales. Que expliquen ahora ellos, y Giardinelli, qué se hizo del dinero que fue a parar a la caja de una ANSES multimillonaria que paga una miserable jubilación mínima a más del 70% de los jubilados argentinos en tanto otorga préstamos a General Motors a tasas (17%) que son menos de un tercio de las que pagan las PYMES nacionales. Una ANSES convertida en banco del Gobierno que puso el resto de lo apropiado a disposición de la gran Kaja de la que hacen su festín las empresas subsidiadas, los gordos moyanistas, los gobernadores e intendentes sumisos y las patotas de Persico y D’Elía. Y que le expliquen también a quienes ahorraron catorce años bajo el amparo de una ley del estado democrático que esto no es un nuevo corralito. Que les digan que al daño infligido por la imposición a las AFJP de comprar bonos del estado (bonos que después el mismo estado defaulteó mientras le pagaba todo, en dólares y por anticipado, al FMI, ante los gritos admirados de “la centroizquierda”) lo completó con la “estatización”, es decir: con la apropiación final de lo poco que quedaba. Y el día de mañana, cuando esos nueve millones de personas que ya tenían ahorrados sus propios fondos de jubilación se vuelquen a las cajas estatales para comer del mismo plato del que se alimentan ya muy mal catorce millones, que nos expliquen a todos por qué explotaron otra vez las cajas estatales. Para entonces los Kirchner ya no estarán y sus reemplazantes pejotistas (¿de derecha?, ¿de izquierda?) podrán burlarse de lo mal que gobernaron quienes los siguieron, como hace hoy Cristina; como si el desplome del 2001 lo hubieran causado otros que ellos, los del pejota noventista y menemista, con la Convertibilidad, el gasto descontrolado y el endeudamiento exponencial de una entera década de la que ahora reniegan. Y luego, si les quedan tiempo y ganas, podrían explicar qué tiene de progresista que la empresa estatal que paga los salarios más altos del país y tiene el índice de productividad más bajo del planeta se encargue de transportar por aire al cinco por ciento más rico de la población nacional a tarifas subsidiadas que crean cada día un agujero de diez millones de pesos en los bolsillos de todos los argentinos, en un país cuyos trenes están como Menem los dejó y cuyas rutas datan de la primera década infame, para no hablar del estado de escuelas y hospitales.
Por supuesto, ninguna de estas realidades importa. Lo que importa es mostrar un discurso y una pose de izquierda, bien de izquierda, en tanto se acusa a otros de ser de derecha, bien de derecha, lo que nos autoconfirma como izquierdistas con credenciales indiscutibles. Lo esencial es, sobre todo y antes que todo, cuidarse de que alguien nos acuse –válgame Dios- de gorilas, por hablar de república y sostener que no necesariamente todo tiene que ser estatal, ni privado. Total, los cinco años de gobierno K en los que las AFJP hicieron desastres, los mismos que Marsans empleó en vaciar por tercera vez Aerolíneas, los mismos de la creciente sojización del campo que Giardinelli denuncia, son culpa de las corporaciones y no responsabilidad del mismo gobierno que –Giardinelli dixit- es muy malo pero siempre mejor que la horrible oposición de la derecha idiota y tarada, que ostensiblemente trabaja para la Embajada, el FMI, la Sociedad Rural, el diario La Nación y los grandes bancos. Cosa curiosa, la Embajada, el FMI, las agrupaciones empresariales como la Sociedad Rural, los diarios liberal-conservadores como La Nación y los grandes bancos existen también en España, en Uruguay, en Chile, en Brasil y en casi todos esos países que progresan lentamente pero sin pausas ni estallidos, y en los que no se ha visto el auge de la industria cartoneril, ni chicos revoleando pelotitas en los semáforos, ni hay hambre mientras el demoníaco sector privado produce comida para siete veces la población existente, ni se pegan violentos manotazos a los recursos públicos que son encubiertos por un discurso pseudoprogre que confunde a Dios con el Estado. Tampoco existen en ellos en el gobierno, y desde hace casi dos décadas ininterrumpidas, mafias corporativas disfrazadas de movimientos populistas surgidos hace sesenta años, un día “de derecha” y el siguiente “de izquierda”, ni quienes les hagan el juego en nombre de una pretendida equidistancia entre quienes todo se lo roban y quienes los denuncian.
En donde las cosas funcionan bien, o al menos: mucho mejor que aquí, primero se respetan las instituciones y las leyes, después se combate la corrupción en lugar de justificarla y promoverla, luego se es democrático y honesto y republicano, y después, sólo después, de derecha o de izquierda. Aquí, en cambio, ser de izquierda significa ser hipercrítico respecto a todo excepto a la propia izquierda. ¡Con la izquierda no! ¡Con la izquierda no se juega! Criticar a la “izquierda” es “hacerle el juego a la derecha”. DE manera que Videla es producto de la pura maldad humana y no tienen nada que ver con los desastres irresponsables pergeñados por el populismo nacionalista disfrazado de izquierda que desde 1973 pasó del gobierno nacional y popular a la metralla en las calles y el Rodrigazo. Y Menem salió de una galera y no de los desmanejos económicos del alfonsinismo, cuyo estatismo, proteccionismo e industrialismo militantes llevaron a la híper. Y la debacle de la Alianza fue obra de la actual oposición y nada tuvo que ver con el filoperonismo chachista. Y si a los Kirchner los sucede un gobierno derechista pejotista eso no será responsabilidad de los Kirchner ni de los que le hicieron el caldo gordo por seis años, ni -mucho menos- de los que proponen seguir haciéndoselo. La responsabilidad será de quienes denunciaron el carácter corrupto, mercenario, reaccionario y socialmente perverso y desintegrador de este gobierno cuando aún tenía 70% de imagen positiva, y que nunca lo han apoyado ni considerado que había que ser equidistante entre denunciantes y denunciados; es decir: esa parte de la oposición a la que Giardinelli califica hoy de “nostálgicos de la dictadura” y “voceros de los grandes medios”.
Que se califique al fin de la obediencia debida a los K y la desintegración del bloque parlamentario hegemónico y levantamanos de “carnaval de mayorías cambiantes”, y que se diga que la oposición es tarada, idiota y servil a las corporaciones nada menos que en “Miradas al Sur”, medio emblemático del kirchnerismo, deja poco lugar al error bienintencionado. En nombre del santo oficio de la memoria deberíamos, pues, tratar de conservar alguna. No hubo derechas ni izquierdas en el mundo hasta la Asamblea Francesa, esto es: hasta la constitución de un parlamento republicano capaz de dejar atrás la larga noche de las monarquías hereditarias, autoritarias, matrimoniales y patrimoniales. No se ve por cuáles motivos habría de ser distinto en Argentina, ni por qué “la centroizquierda” debería seguir constituyendo aquí el ala izquierdosa de apoyo crítico a la monarquía.
12 comentarios:
Discrepo violentamente con su juicio literario, Iglesias, acuerdo con su criterio político.
Giardinelli no es un escritor sino un escriba. Sus relatos y libros son un ejemplo de lengua muerta, de los que los muchos que acuden a ser robados en los "cursos" literarios entregan a los que los engañan prometiendo producir literatura siguiendo variantes "progresistas" de la Panamericana de Arte.
Por más vaselina de seda izquierdista y (especialmente) alfonsinista que le pongan, como la mona se quedan sus anoréxicas, asfixiados intentos de hacer Simulcop de verdaderos escritores.
Giardinelli es un ejemplo de los parásitos "progresistas" que tratan de embocar becas con fondos públicos escribiendo para las coronas de los príncipes robespierrinos que gobiernan periódicamente Bananalandia.
Dolina (con muchísima más gracia popular para defender ideas fascistas) y el inane Martín Caparrós tratan de ser lo que no pueden a pesar de duchas de fondos públicos, entrevistas televisivas para publicitar sus soporíferas ediciones subsidiadas a cambio de besos en el culo del poder.
Tratan de ser herederos de Boedo sin el talento y -al menos- las muchas horas de esfuerzo.
No es casual que Giardinelli vea la lata con cariño y trate de manotearla de tanto en tanto.
Eso -como bien señala su articulo- no es lo peor.
Lo peor -aparte de sus patéticos ejemplos de literatura subsidiada- es la entera discusión sobre la inexistente ética de una "izquierda" que no ha hecho más que justificar la violación atroz y continua de TODOS los derechos humanos en la Declaración Universal de 1948 en nombre de un "progreso" nunca demostrado ni definido.
Sólo les falta la cotorrita de la suerte y tocar el organito al lado del subte progre que conduce a la mugre en que vivimos asfixiados.
Así pasarán a la historia.
El violento oficio de la injuria, la inane especulación descalificatoria, la calumnia como método, el odio como pasión política, el juicio de valor penosamente disfrazado de juicio de hecho sin lograr disimular el totalitarismo.
Qué sorpresa se llevarían algunos si supieran los nombres de quienes se esconden detrás de este falso Calvino y sus patéticos amiguetes.
Si estos sujetos están en la vereda de Iglesias, habrá que estar en alguna de las de enfrente.
Efectivamente, don Levi. Ahora que está libre, estamos incluso pensando en contratarlo a D'Elía...
Quienes estan detras de Calvino y sus amigos? quiero nombres Levi. Justifique sus argumentos.
Expliquenn en qué discrepan, porqué el ultra-mediocre, ilegible Giardinelli merece ser considerado un escritor en serio en la categoría de los Cortázar, Bioy, Calvinos o Macedonios. Un escriba del PC que rinde culto a la increíble corruptela Kirhnero-Chavista que hunde a este país mientras escribimos.
Pongan un sólo párrafo que demuestre que el mantenido pseudoizquierdista Giardinelli es un escritor decente.
No se sale de la catástrofe de miseria inmunda en que nos estamos hundiendo mediante la mediocridad y la chupada de culos.
Argumenten, pongan párrafos, citen, demuestren la calidad y capacidad literaria del funcionario kirchnerista (antes alfonsinista) Giardinelli. Los espero con muchísimo interés.
Ninguna injuria, digamos de paso, sino un juicio literario -lapidario, pero juicio al fin (lean a Mark Twain aconsejando mejorar una bilbioteca mediante la eliminación de los libros publicados por un mediocre como Giardinelli)-
Los verdaderos escritores no se hacen con sueldos de los ministerios, sino con libros leídos y admirados.
Pueden citar uno de Giardinelli?
Calvino da en el clavo: el gremio de los pseudo escritores que viven de la obsecuencia con el poder de turno y la narcosis ideológica. Fueron los Malleas y los Capdevilas en la era de la obsecuencia gorila 55-65, los Castiñeiras de Dios y Gobellos en la era de la obsecuencia peronista del 45-55. Giardinelli es un saldo de la mesa de pseudoescritores alfonsinista.
Hoy tenemos al igualmente mediocre Caparrós y otros corifeos organizados en "Carta Abierta" (debería llamarse "Carta Blanca" por su genuflexa defensa de lo indefendible)
Viven de los canales estatales y los puestos políticos en las universidades controladas por los sindicatos y los piquetes.
Por eso no le responden, Calvino: es que -como a Marx, Sartre y otros ídolos ilegibles de la pseudocultura izquierdista- ni siquiera los leen.
Son la versión pseudoculturosa del Baile del Caño.
Y se les nota.
La literatura, convengamos, les importa un carajo. Se trata simplemente de saber la afiliación (ergo: financiación y contrato) partidaria del pseudo-escritor y artista "comprometido" (léase a sueldo de X)
Alberdi y Calvino lo tienen claro.
Es hora de que los escritores de "cabaret" declaren los recibos de sueldo del poder de turno.
Gracias por sacarles la careta y llamar al pan, pan, y a los mediocres obsecuentes, mediocres obsecuentes (eso sí, de alcurnia)
JAVIER DICE:
1) No tengo idea quien es Giardinelli. 2) En el caso de Caparros (aunque no lei sus libros, sí alguna nota) podría afirmar que no es ni fue menemista ni K. Es muy pesimista, más que yo y eso es: MUY pesimista.
No te perdiste nada, Javier. Ni con Giardinelli, ni con el somnífero Caparrós. Es más, te merecés un premio por haberlo leído y comentarlo.
Coincido con Arlt y los demás en detestar la literatura berreta, subsdiada y lameculos (en ese orden) de la que viven.
Sería bueno que cuando caiga el régimen neofascista y ladrón del kirchnerismo que defienden, los condenen a leer los bodrios que escribieron hasta que pidan perdón.
Y te puedo asegurar que van a tirar la toalla...
Aqui va una muestra de la clase de "Corín Tellado" para los zombies de Firmenich que escribe (y trata de vender) el abominable Caparros: (contratapa, habitualmente redactada por el autor, de su libro "A quien corresponda")
"A quien corresponda es la historia de una derrota decisiva, de una venganza demorada, de los crímenes de un Estado desatado, de la bendición eclesiástica para estos crímenes, de un amor que no se puede terminar... " Seguimos con el verso?
"Y es, sobre todo, el relato más crudo (sic) sobre el destino de una generación que quiso construir una sociedad mejor y que consiguió, al precio de su destrucción, abrir las puertas a una mucho peor"
Esta contratapa sirve también para vender una novelita sobre los camisas negras de Hitler o los camisas pardas de Mussolini, o los chochamus de Al Qaeda -total, de buenas intenciones está pavimentado...-
Además de ser un obvio pasquín político -de esos escritos para los que no vivieron la farsa del montonerismo y el erpismo de cajetillas peudo revolucionarios que se cagaron en la oportunidad de hacer una democracia al menos como la chilena o la uruguaya o la brasileña -que les proponía el Perón del último retorno-, es somnífero, mal escrito y groseramente orientado a "vender" en la calle Corrientes (y vía la publicidad de Canal Encuentro y otros "medios leales" al régimen K) el "Corín Tellado" pseudo progresista (onda camiseta del Che) a los que no vivieron la época o quienes aún no se han despertado de su nube de pedo con la que la Inmbiliaria Bonafini-Shocklender curra millones de los pobres
Y por supuesto, el "héroe" de la noveleta, "el Gallego", quiere "vengar a su mujer secuestrada seguramente muerta" mientras aún sueña (y cree) en "que la revolución (!!) nos liberara, nos cambiara... y ahora todos nos quedamos sin nada: con la idea de que todo va a ser como es por mucho tienmpo".
Bien, la pesadilla en la que vivimos 40 millones de giles argentinos es cómo salir del "sueño" narcotizante de estos pajeros aduladores de los homicidas y dementes que destruyeron una generación y ahora -desde el poder de los medios que controlan- reescriben la historia, cobran en el Canal Encuentro e idealizan a los "muchachos" de La Tablada, el liberado Firmenich y los usureros Kirchner.
Más allá de esta descripción sintética del contenido -que al menos revela mi disciplina estoicab de lector serio - , valga decir (por eso mismo) que el producto es el mismo de siempre: mala literatura -como sostenía con toda razón Cortázar- que no se sostiene por su vuelo creativo sino por el "rating" del pseudo-realismo político.
Alberdi, Russell y los demás la clavaron en el poste.
Si quieren buena literatura social, es mejor recurrir a Conti, Quiroga, Arlt -que no vendían banderines de nadie ni curraban en canales o diarios oficialista-.
No hay que confundir (ni mucho menos tolerar) a los sicofantes de la Corte con escritores serios.
Publicar un comentario