En el día de
los caídos en Malvinas quiero repudiar el uso innoble que se hace de su nombre
para legitimar las mismas ideas que los llevaron a la muerte.
El poeta español Jesús Munárriz lo dice mejor que yo.
EL SOLDADO
DESCONOCIDO
Desconocido el padre
del que me encerró aquí, debajo de la llama,
será el desconocido.
A mí me conocía todo el mundo en mi pueblo,
y eso que no es pequeño.
Me querían también. Y me han llorado
al darme por perdido.
Desconocidos los que me llamaron a filas,
me sacaron de casa, me vistieron de caqui,
me indilgaron un arma
y pretendieron que matara a gente
disfrazada también, aunque de otro color.
Procuraré escaquearme
pero en la guerra sólo los jefes se escaquean.
Tuve que disparar, también serví de blanco,
y durante algunos meses tuve suerte.
Más o menos la cosa era como aguantar
una tormenta en descampado,
sólo que los obuses y las bombas
tienen más mala leche que los rayos.
No sé como acabé. Algo me cayó encima
y me despanzurró como a un huevo un martillo
Pingajos de uniformes empaquetados
en una bolsa, como la basura,
sin identificar: así acabé, aquí estoy
Desconocido, claro, ni mi madre
me hubiera conocido.
Bueno morí está bien, todos tenemos
vocación de cadáver
y, cuando toca, toca,
pero ¿ quién fue el macabro que en vez de darme tierra,
como a tantos millones,
me emparedó entre mármoles,me plantó la llamita
y me dejó a merced de ilustres visitantes
con ofrendas florales a toque de trompeta
para siempre jamás?
Soldado nunca fui. Me uniformaron
para la degollina
¿Desconocido? Siempre
para ellos,
nunca para los mios.
Apaguen ese fuego por
favor;
arranquen de mi polvo
esas letras de bronce.
Más leve es de civil
la eternidad.
Jesús Munárriz