DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

martes, 15 de septiembre de 2009

Notas.-

Artículo publicado en Contraeditorial de Septiembre, en respuesta a la intervención del Diputado Nacional Agustín Rossi, presidente del Bloque del Frente para la Victoria, en la sesión del 12 de Agosto, cuando se trató la delegación legislativa.


La política frente a las corporaciones, por Agustín Rossi.
Hoy la cuestión no pasa por oficialismo u oposición; pasa por la política frente a las corporaciones.- "Quiero decir con absoluta claridad que no pongo en duda la honestidad de los diputados de la oposición, y nos gustaría que ellos tampoco tengan dudas acerca de la honestidad y la honorabilidad de los diputados del oficialismo. (...)"


Lo extraordinario de todo esto es que los peronistas lo dicen sin inmutarse, casi sin darse cuenta, imputando a quienes no lo son de los peores crímenes, y se escandalizan luego por sus reacciones indignadas. -

El caso de Agustín Rossi, presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, es uno de los más significativos de los que componen el enigma kirchnerista, y que trata de las incomprensibles razones que –contra toda evidencia– continúan llevando a gentes honestas y capaces a bancar un gobierno que prometió la nueva política y terminó enroscado con lo peor del Pejota y la burocracia moyanista, que habló de construir un país en serio y convirtió la política en un mamarracho digno de Gran Cuñado y que insiste con el verso de la redistribución de la riqueza cuando es a todas luces evidente que los niveles de desigualdad, pobreza e indigencia argentinos se asemejan, después de cinco años de crecimientos chinos, a los de aquel 2001 posterior a diez años de menemismo y tres de recesión. Para no hablar de ciertas declaraciones juradas ni de la corrupción.
Pocas semanas después del 28 de junio el habitualmente enfático Rossi cambió el tono, hizo afirmaciones en las que reconocía la derrota y habló de que había que abrir la agenda parlamentaria a las propuestas de la oposición. Parecía Rossi, entonces, uno de los posibles gestores razonables del largo interregno de seis meses en el cual tendría legalidad un Parlamento anacrónico, con una composición deslegitimada por el voto del 28 de junio que sólo cambiaría el 11 de diciembre. Tiempos fugaces, los del Rossi racional y componedor. Enseguida, el kirchnerismo cantó un “pido tregua” patentizado en el simulacro de diálogo con Randazzo, buena parte de la oposición subestimó la capacidad de recomposición y de daño que conservaba el matrimonio presidencial, y un par de meses después podemos disfrutar los resultados: un gobierno que se niega a reconocer que perdió las elecciones, que pretende usar los meses de mayoría que le quedan para ir por todo, y que ha anunciado en los hechos el método con el que piensa gobernar cuando las cuentas le sean adversas: gobierno por facultades delegadas, superpoderes y decretos de necesidad de urgencia, y veto a las leyes dictadas por el Parlamento, incluidas las que hayan sido aprobadas por unanimidad y con el voto oficialista, como la de glaciares y la emergencia agropecuaria.
Quienes ignoraban o pretendían ignorar lo que se venía se desayunaron en la sesión del 12 de agosto en la Cámara de Diputados, precisamente con el discurso de cierre del diputado Rossi que paso a comentar a continuación, pidiendo disculpas por la alteración del mecanismo habitual de Contraeditorial, que prevé la réplica a artículos y no a discursos orales. Supongo que casi dos años de paciencia infinita, con el infaltable discurso de Rossi precediendo la votación de leyes muchas veces escandalosas y la imposibilidad reglamentaria de contestarle adecuadamente, me autorizan a esta pequeña alteración de las reglas.
En primer lugar, me parece extraordinariamente significativa la combinación de dos afirmaciones hechas por Rossi en lugares bien apartadas de su discurso. En la primera, Rossi dice que “no pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición”, y afirma que le gustaría “que ellos tampoco tengan dudas acerca de la honestidad y la honorabilidad de los diputados del oficialismo”. En cambio, ya en el cierre Rossi afirma: “Hoy la cuestión no pasa por oficialismo u oposición; pasa por la política frente a las corporaciones... Lo que hoy se discute en la Argentina es si la política va a tener capacidad y margen de maniobra para producir las transformaciones necesarias y va a seguir siendo una herramienta útil para mejorar la calidad de vida de la gente, o si las corporaciones van a quedarse con los pedazos desparramados del Estado argentino en cada uno de los rincones de la patria. ¡Nosotros no nos vamos a prestar al despedazamiento del Estado nacional!...”. Y cierra, dirigiéndose a la oposición: “¡No se dejen copar por la demanda unilateral de las corporaciones, muchachos! ¡Piensen en el país! ¡Piensen en todos nosotros!”. Da ganas de decirle: compañero Rossi, ¿en qué quedamos? ¿Cómo es eso de que el kirchno-justicialismo “no pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición” pero que si la oposición vota diferentemente a lo que propone el Gobierno es porque quiere “despedazar al Estado” y se deja “copar por la demanda unilateral de las corporaciones”?
He aquí el nudo de la mentalidad pejotista que ha saqueado al país con la excusa de impedir el saqueo: el pejotismo es la Patria y el Pueblo, y todos los que se oponen a las barrabasadas de quienes han gobernado la Argentina dieciocho de los últimos veinte años no expresan una diferencia de opinión y de método y visiones, sino que esconden el sino avieso de la traición al pueblo. Concepción que, precisamente, pone en duda la honestidad de los diputados de la oposición, y que la palabra “gorila” –extraordinario hallazgo semántico al que el peronismo pejotista debe buena parte de su vigencia– condensa con formidable eficacia, ya que significa –sucintamente– que quienes se oponen a los dictados del Pejota y hasta se permiten criticarlo son traidores al Pueblo y a la Patria.
Lo extraordinario de todo esto es que los peronistas lo dicen sin inmutarse, casi sin darse cuenta, imputando a quienes no lo son de los peores crímenes, y se escandalizan luego por sus reacciones indignadas, como si alguien decente pudiera aceptar acusaciones semejantes –la de venderse a las corporaciones, por ejemplo– sin indignarse.
Lo que resulta aún más claro cuando el diputado Rossi, al final de su discurso, anuncia lo que se viene: la alianza entre Kirchner y Grondona con el cuento del fútbol gratis, que cierra con un enunciado aún más denigratorio: “Cuando discutamos la ley de radiodifusión espero que los señores diputados tengamos la misma dignidad que los presidentes de los clubes argentinos que le dijeron NO al monopolio”. Se trata de una frase evidentemente dirigida a quienes se atrevan a disentir de la propuesta oficialista sobre la nueva ley de radiodifusión –es decir: a la oposición– acusados por Rossi de necesitar tomar “lecciones de dignidad” de Julio Grondona y sus secuaces; quienes han lucrado vaciando al fútbol de la mano de las mismas corporaciones con las que acaban de pelearse. Más o menos como este gobierno, que descubrió que “Clarín miente y contamina” mucho después de haberle permitido el monopolio del cable mediante la fusión de Cablevisión y Multicanal pocos días después (¡oh, casualidad de casualidades!) de que Cristina Kirchner ganara las elecciones con el 46% de los votos (circunstancia en la cual, por supuesto, los muchachos cartabiertistas no habían descubierto aún el enorme poder de los monopolios mediáticos).
Nótese también el significativo hecho de que la “contradicción entre la política y las corporaciones” mencionada por Rossi se dio en el marco de la discusión de la prolongación de esas facultades delegadas que la Constitución argentina (y no la oposición) califica en su artículo 29: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional... facultades extraordinarias... Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria”. De manera que la ecuación que Rossi propone no es, como parece, “política vs. corporaciones” sino más bien “poder ejecutivo = política vs. poder legislativo = corporaciones”, lo que no sólo contraría la mayor parte de los teóricos, que desde Tocqueville y Montesquieu ven en el Parlamento el “corazón palpitante de la democracia”, sino la misma experiencia histórica nacional, en la cual las peores pesadillas han iniciado, invariablemente, por la disolución del Parlamento.
Para justificar todo lo cual, Rossi apela a la Historia, y dice: “...los constituyentes le dieron a Carlos Menem cinco años, el Congreso de la Nación le dio a Fernando de la Rúa tres, que es lo mismo que decir que a Cavallo le dieron ocho –cinco más tres– y después hubo una prórroga de dos y una última de tres años”. Y agrega: “No estamos inventando nada nuevo. No es que estemos dándole al Poder Ejecutivo nuevas atribuciones; estamos manteniendo absolutamente las mismas, las que tuvo Menem, De la Rúa y el doctor Duhalde”. Ahora bien, como militante de los derechos humanos he repetido y escuchado repetir hasta el cansancio que la memoria histórica sirve para no volver a cometer los mismos errores, ya que los pueblos que olvidan su pasado repiten sus tragedias. Parece que el kirchnerismo, por boca de Rossi, pretende inaugurar un nuevo concepto de memoria histórica según el cual los desastres del pasado deben ser recordados para imitarlos en el presente. De manera que es hora de replicar con Kirchner las delegaciones calamitosas de las que gozaron Cavallo, De la Rúa, Duhalde y Menem. Notable idea, cuya aplicación completa a la realidad de un país que perpetró y sufrió un genocidio es mejor no imaginar...
Igualmente fantástica es la maniobra dialéctica que condensa la defensa del superávit fiscal mediante la frase que empieza: “Lo primero que no vamos a hacer es dejar a nuestro gobierno sin superávit fiscal primario” y termina afirmando: “Cabe remarcar que no hace mucho... pagamos 2.600 millones de dólares del Boden 2012. Eso fue lo devengado producto del corralito del año 2001, y lo pagamos todos los argentinos”. Lo dicho sugiere y alude a tres ideas que son puntos infaltables de la ideología kirchnerista: 1) la Alianza esquilmó a los argentinos; 2) la debacle del 2001 fue culpa de la Alianza; y 3) la oposición es la nueva Alianza. Se trata de nociones falsas pero perfectamente instaladas en el ideario nacional, y cuya aceptación garantiza la continuidad en el poder del partido (el Pejota) que ha gobernado dieciocho de los últimos veinte años y pretende ahora disimular sosteniendo que la responsabilidad del desastre recae en quienes gobernaron sólo dos.
Lo digo con la autoridad de quien no formó parte de la Alianza, ni la apoyó, ni la votó; pero que no por eso se deja administrar la versión pejotistamente-correcta de la Historia. Es cierto, por ejemplo, que descontarles 13% a los empleados públicos y jubilados fue –por lo menos– un error muy grave. No peor, sin embargo, de lo que fue licuarles el sueldo con una megadevaluación asimétrica y mantenérselos después congelados por un año en que la inflación fue del 40%, como hizo Duhalde en ese 2002 en que gobernó apoyado por la Liga de Gobernadores que integraba su futuro delfín de 2003: Néstor Kirchner. Para no mencionar que fue el mismo Duhalde el que convirtió el provisorio corralito en el definitivo corralón cuyos bonos acaba de pagar el Gobierno con reservas del Banco Central.
Es cierto también que el de la Alianza fue un pésimo gobierno, y que no supo impedir la debacle. Pero ello no debe llevar a olvidar que los grandes factores que llevaron al colapso no fueron creación aliancista sino herencia del pejotismo menemista que Kirchner integraba. Hablo de la Convertibilidad, de las relaciones carnales, de las privatizaciones escandalosas, de la apertura indiscriminada, del endeudamiento irresponsable y de la dependencia del FMI. Menem lo hizo, con la ayuda y complicidad de sus socios Duhalde y Kirchner, aunque sea también cierto que De la Rúa y compañía no lo supieron resolver.
También es injustificada la pretensión de que la oposición y la Alianza sean la misma cosa. Cuando lo sugiere, Rossi se olvida de que buena parte del actual gobierno proviene del Frepaso y del radicalismo aliancista, como los nombres de Chacho Álvarez, Juan Manuel Abal Medina, Nilda Garré, María José Lubertino, Darío Alessandro, Diana Conti, Débora Giorgi, Eduardo Sigal, Gustavo López, Adriana Puiggrós y hasta Luis D’Elía, entre otros, lo demuestran. Con la importante diferencia, a favor de la oposición, de que De la Rúa no es parte ya del radicalismo mientras que su vicepresidente, Chacho Álvarez, es un importante funcionario kirchnerista, a cargo de la Comisión de Representantes del Mercosur.
La frase de Rossi –“Que la democracia llegue al fútbol y a cada uno de los hogares es un hecho trascendente”– anunció lo que se venía: el comandante Fidel Grondona, de barba y uniforme, bajando de Sierra Maestra junto a los revolucionarios presidentes de los clubes de fútbol argentinos, dispuestos a empezar la revolución futbolivariana y con el Che Cristóbal López listo para hacerse cargo del Prode bancado. De más está decir que no hay cosa como el “fútbol gratis” y que lo que se discute en realidad es quién se hace cargo de los impresionantes gastos del deporte más caro del mundo: los clubes que en su mayoría han sido fundidos por unas mafias que gastan más de lo que tienen y roban más de lo que hay, o el Estado nacional, que no puede hacerse cargo de Tartagal y Charata ni de la emergencia sanitaria, ni de casi nada que tenga algún valor en la redistribución de la riqueza y la disminución de la desigualdad. En todo caso, me imagino la escena: el tipo sentado en su casa viendo un partido tras otro, tomando una cerveza tras otra, con la familia alrededor. Digamos lo evidente: el hombre nuevo del kirchnerismo se parece bastante a Homero Simpson...
Pero volvamos a aquella sesión histórica en la que un oficialismo que gobernó seis años con facultades delegadas, superpoderes y decretos de necesidad y urgencia a pesar de tener mayoría en ambas cámaras anunció lo que se venía: más vaciamiento del Parlamento con delegaciones y vetos y burla de la voluntad de quienes el 28 de junio le dijeron NO a esa forma de gobernar. En este sentido, me gustaría confesar dos sorpresas. Primera: la de un oficialismo que ensordece insistiendo en que la oposición es la Alianza pero repite el mismo error del ministro aliancista Machinea y su impuestazo y tarifazo, basados en la idea de creer que un país en recesión soluciona sus problemas cuidando el superávit fiscal en vez de aplicar el ABC keynesiano del que tanto habla el kirchnerismo, según el cual se sale de una recesión y se soluciona el enorme déficit fiscal ya existente estimulando la producción, reactivando la economía y no adoptando la receta monetarista del superávit fiscal en tiempos de crisis.
¿Mi segunda sorpresa? La de ver en las gradas de aquella sesión a una enorme barra de la Juventud Peronista coreando una consigna impensable: la del superávit fiscal tan caro a Milton Friedman.

12 comentarios:

Petete dijo...

Se puede coincidir con casi todo lo expuesto aquí.
Solo que, si "De la Rúa y compañía [por ejemplo Gerardo Morales, secretario de Desarrollo Social, y casi todo el radicalismo] no lo supieron resolver", aún con superpoderes, facultades delegadas y dnu, ¿qué hacen todavía en la política argentina, junto con Duhalde, Kirchner, Amadeo, Solá, Colombi(s), Romero, Sanz, Aguad, Reutemann, etc etc?
Morales, Sanz, Aguad, Giudici = hipocresía y demagogia

Petete dijo...

Hasta que no critique abierta y duramente a los radicales en general y a Morales, Sanz y Aguad en particular, por LO MISMO que, con razón, le critica a otros tan duramente, a usted, Iglesias, NO LE CREO NADA. BASTA DE DOBLE DISCURSO.

Fernando A. Iglesias dijo...

1) Ningún doble discurso. Si lee mis libros va a encontrar muchísimas críticas al radicalismo, comenzando por Alfonsín.
2) No es lo mismo crear los problemas y formar parte de un descarado sistema de corrupción (el menematoi pejotista) que no saber resolverlos y haber sido parte marginal y no participante de un único (aunque muy importante) episodio de corrupción.
3) Tampoco es lo mismo estar hoy a favor de los desastres que el kirchnerismo hace y propone que estar en contra, como están Morales, Aguad y compañía.
saludos

Arlt dijo...

Petete sigue leyendo "El libro gordo"... no ve el elefante en medio del living: 21 años de franquicia post-peronista, el PRI argentino robando y destruyendo el país.
Petete solamente ve las migas en la mesa, no la sangre derramada sobre el mantel.
Así están, narcotizados en la nube de pedo de Chavez-Kirchner.

Arlt dijo...

Dicho sea de paso, cuando un "di-putado" kirchnerista habla de honestidad tiene la misma credibilidad que una puta sifilítica hablando de castidad.
Argentina está tan corrupta y reventada que hasta la bosta se cree con derecho a hablar.

Anónimo dijo...

Beatriz Nofal tambien era de la Alianza. Agreguela a su listado.

Y a los del bloque SI pongalos, jeje

Petete dijo...

1) DOBLE DISCURSO: menos mal que están sus libros, donde puede decir lo que piensa sin autocensurarse para no perjudicar al partido: en la cámara y en los medios critica al peronismo por el abuso de LOS MISMOS INSTRUMENTOS de los que abusó el radicalismo, ambos con resultados penosos: en un caso merece su crítica, en otro su silencio (ah, no, están sus libros).
2) "No es lo mismo crear los problemas" que "no saber resolverlos": ??? La Alianza no tocó UN SOLO resorte del aparato económico corrupto del menemato, que nos llevaba inexorablemente a la ruina, al contrario, le añadió algunos, y terminó fundida con CAVALLO. Pero aún si quiso pero "no supo resolverlos", el grado de error y sus consecuencias fueron de tal magnitud, que quienes formaron parte o apoyaron acríticamente ese gobierno ruinoso (Morales, etc), deberían volver a su casa a escribir sus memorias y no joder nunca más (por cierto, igual que los menemistas, los duhaldistas y los kirchneristas).
"Parte marginal y no participante"? No participaron pero buscaron minimizar o silenciar todo episodio de corrupción: LO MISMO que hacen algunos kirchneristas hoy.
3) Y eso qué tiene que ver? Entonces ahora va a elogiar a los menemistas reciclados porque están en contra del kirchnerismo (los que no lo integran, claro)?

La Alianza NO FUE DISTINTA al menemato, fue su continuación (supuestamente) elegante.
El kirchnerismo NO ES DISTINTO al menemato, es su continuación con variaciones.
El radicalismo de hoy se parece más al peronismo de hoy que a Carrió. Unos merecen su crítica, otros su elogio: DOBLE DISCURSO.

Miguel dijo...

Fernando, sos demasiado inteligente para terminar agarrándotelas con el pobre de Friedman que no tiene nada que ver con todo esto, más aun, las ideas de tus libros están mucho más cerca de las de MF que de los K, los Cobos, y casi te diría que de la Carrió. Volvé a ser el izquierdista inteligente que sos, todos estos politiqueros de cuarta que hoy tenemos son nefastos, desgraciadamente hay que construir con ellos, pero hay que exigir el fin de la tiranía K. y la limitación del poder. Despues hablamos de otras cosas.

Discepolin dijo...

Discrepo con Iglesias en su discriminación entre la "corrupción" del "menemato pejotista" y los "desastres" del kirchnerismo.
Son un continuo de 20 años con los mismos políticos -Menem-Duhalde-Kirchner-Scioli-Sola-...-, los mismos amigopolios y socios -Macri, Rocca, Repsol, Telefónicas- y el mismo saqueo del estado: coimas y oligopolios por privatizaciones, luego por "nacionalizaciones".
Los radicales K y los alfonsinistas creen en las mismas gansadas, usan los mismos argumentos de la pseudoizquierda chavista para justificar los mismos errores que llevan a la próxima megadevualuación, tarifazo, ahuyentan hasta a los productores de soja, carne y leche al Uruguay.
Los radicales -valga el ejemplo de De la Rúa- son un profiláctico del PRI argentino.

Discepolin dijo...

Y Cobos es ni más ni menos de "De la Rúa 2.0".
Dios nos guarde...

Anónimo dijo...

Fernando, comparto tu desconcierto respecto al discurso PJ-K. Es increíble la forma en que usan argumentos en algunas discusiones que invalidan sus propios argumentos en otros temas sin lógica alguna. Por ejemplo: si las retenciones son para evitar la inflación entonces HAY inflación aunque el INDEC diga lo contrario; si la Coalición Cívica es la Alianza entonces el Kirchnerismo es Justicialismo y Menem es Justicialismo, por lo tanto ellos son responsables del desastre de los noventa, y una larga lista de etcs.
Ahora bien, no sólo el discurso es desconcertante sino que los intérpretes también lo son. En lo personal me resulta increíble pensar que todos tienen intereses económicos involucrados con este gobierno, y lo digo especialmente por Carta Abierta. Eso me lleva a quemarme la cabeza buscando las pistas de lo que ellos ven y nosotros no. ¿Alguien entiende como hacen para defender esto?

Discepolin dijo...

Esta golpeando en la puerta siempre cerrada de la verdad, Anónimo: Duhalde es la "bisgra" entre el menemato y el kirchnerato: el capo mafioso que antes que apretar el cinturón de sus colegas gobernadores y reconocer el nivel colosal de afano de los sindicatos y los gobernadores, bajó de prepo 2/3 de los ingresos (y ahorros) de todos los argentinos e inventó el verso del FMI -que no tenía ninguna necesidad de defenderse- para tapar el robo histórico.
Y encima, los muy canallas se pusieron a cacarear de "liberadores"
Hoy estamos pagando la cuenta, pero la gilada sigue negando como con las Malvinas.
"El patriotismo es el último escondite de los canallas" (Ben Johnson)