DATOS PERSONALES

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* Escritor y periodista especializado en los aspectos políticos de la globalización. * Presidente del Consejo del World Federalist Movement. * Director de la Cátedra de Integración Regional Altiero Spinelli del Consorzio Universitario Italiano per l’Argentina. * Profesor de Teoría de la Globalización y Bloques regionales de la UCES y de Gobernabilidad Internacional de la Universidad de Belgrano. * Miembro fundador de Democracia Global - Movimiento por la Unión Sudamericana y el Parlamento Mundial. * Diputado de la Nación MC por la C.A. de Buenos Aires

jueves, 28 de junio de 2012


Presentación del Manifiesto por una Democracia Global

Con una conferencia a la que asistieron activistas de movimientos sociales globales como Occupy-London, miembros de varias ONG y prestigiosas personalidades de la academia internacional, el Manifiesto por una Democracia Global fue presentado ayer en la London School of Economics and Political Sciences.
Formaron parte de la mesa de debate los escritores e investigadores Daniele Archibugi (CNR-Italia), Richard Sennett (New York University-LSE), Fernando Iglesias (UB-UCES-CUIA), Mathias Koenig-Archibugi (LSE) y Saskia Sassen (LSE-Columbia University).

El Manifiesto es una declaración pluralista acerca de la necesidad de dar respuestas globales y democráticas a asuntos globales como la proliferación nuclear, el cambio climático y la crisis financiera, para lo cual propone democratizar las organizaciones internacionales y avanzar hacia la constitución de instituciones democráticas globales. Además de los presentadores, el Manifiesto ha sido firmado por reconocidas autoridades intelectuales en políticas globales como Jacques Attali, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Noam Chomsky, David Held, Toni Negri, Beatriz Sarlo, Fernando Savater y Juan José Sebreli.

La conferencia de prensa internacional mediante la cual fue presentado es la primera de una serie que incluye la ciudad de Roma (septiembre) y la de Buenos Aires (noviembre).
Quienes estén interesados, encontrarán más información sobre  el Manifiesto en http://globaldemocracymanifesto.wordpress.com/

miércoles, 27 de junio de 2012



MANIFIESTO POR UNA DEMOCRACIA GLOBAL

  • La política atrasa. Vivimos una era de profundas transformaciones tecnológicas y económicas a las que no ha correspondido una similar evolución de las instituciones públicas responsables de su regulación. La economía se ha globalizado, pero las instituciones políticas y la democracia, no. Con sus muchas peculiaridades, diferencias y limitaciones, las protestas que hoy se extienden por el planeta evidencian un creciente malestar con el sistema de toma de decisiones, las formas de representación existentes y su escasa capacidad del sistema político para proteger los bienes comunes, y expresan una exigencia de más y mejor democracia.

  • El bienestar y la seguridad del mundo están amenazados. El orden nacional/inter-nacional surgido del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del Muro de Berlín no ha sido capaz de gestionar los grandes avances de los sistemas productivos en beneficio de toda la humanidad. Por el contrario, asistimos a la emergencia de procesos regresivos y destructivos derivados de la crisis económico-financiera, del aumento de las desigualdades sociales, del recalentamiento global y de la proliferación nuclear. Estos fenómenos han afectado ya negativamente la vida de miles de millones de seres humanos y su continuidad y mutuo potenciamiento ponen en riesgo la paz del mundo y la supervivencia de la civilización humana.

  • Las crisis globales requieren soluciones globales. En un universo social determinado por la globalización, las capacidades democráticas de los estados nacionales y de las instituciones inter-nacionales se ven cada vez más restringidas frente al desarrollo de poderosos procesos, organizaciones y sistemas mundiales cuya índole no es democrática. Durante los últimos años, los principales líderes nacionales e inter-nacionales del mundo han corrido detrás de los acontecimientos globales. Su reiterado fracaso demuestra que no bastan las reuniones ocasionales, ni los acuerdos inter-gubernamentales, ni la cooperación inter-nacional, ni el pretendido multilateralismo, ni las actuales formas de gobernanza inter-estatales. La globalización de las finanzas, las cadenas productivas y los sistemas de comunicación, y el poder planetario alcanzado por las tecnologías destructivas exigen la globalización de las instituciones políticas de regulación y control. Las crisis globales requieren soluciones globales coherentes y efectivas. Por eso exigimos la urgente creación de nuevas agencias globales especializadas en el desarme, el crecimiento estable, equitativo y sostenible y la protección del medio ambiente, y la rápida implementación de formas de gobernanza democrática global en todos los temas que las actuales cumbres inter-gubernamentales han demostrado ser incapaces de resolver.

  • Necesitamos avanzar hacia nuevas, y más extensas y profundas, formas de democracia. El actual modelo de globalización tecnológico-económica debe ser superado por otro que ponga los instrumentos tecno-económicos al servicio de un mundo más justo, pacífico y humano. Necesitamos un nuevo paradigma de desarrollo, globalmente sostenible y que incluya en sus beneficios a los miembros más pobres y desvalidos de la humanidad. Para evitar la profundización de las crisis globales y buscar soluciones a los desafíos planteados por la globalización debemos avanzar hacia más extensas y profundas formas de democracia. Las organizaciones nacional-estatales deben formar parte de una estructura más amplia y mejor coordinada, que debe incluir y articular instituciones regionales democráticas en todos los continentes, la reforma de la Corte Internacional de Justicia, una Corte Penal Internacional más justa y equitativa, y una Asamblea Parlamentaria en las Naciones Unidas, embrión de un futuro Parlamento Mundial. Pero este cambio institucional no podrá ser exitoso si es fruto de las acciones de una elite autoelegida. Por el contrario, la democratización del orden mundial debe surgir de un proceso socio-político abierto a todos los seres humanos, cuyo objetivo es la institucionalización participativa de una democracia global.

  • Globalizar la democracia es la única manera de democratizar la globalización. Más allá de nuestras divergencias acerca de los contenidos y métodos idóneos para avanzar hacia un orden mundial más justo y estable, los abajo firmantes compartimos un firme compromiso con el desarrollo de una democracia global. En nombre de la Paz, la Justicia y los Derechos Humanos no queremos ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional, ni por organismos inter-nacionales que no nos representan. Por eso trabajamos en la construcción de espacios políticos supranacionales y reclamamos instituciones políticas regionales, inter-nacionales y mundiales a la altura de los desafíos del Siglo XXI, que expresen las diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad.

  • Convocamos a todos los seres humanos a participar de la constitución de una democracia global. Compartimos con los movimientos sociales mundiales el reclamo de “unirnos por un cambio global” y por una “democracia real”. Ambos postulados expresan el creciente rechazo a seguir siendo gobernados por poderes políticos y económicos sobre cuyas resoluciones no tenemos influencia. La autonomía y la autodeterminación no sólo son válidas a nivel local y nacional, sino a  nivel mundial. Por eso reivindicamos nuestro derecho a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes. Exigimos democracia no sólo a nivel local y nacional sino una democracia global, nos comprometemos a trabajar por su desarrollo y llamamos a todos los líderes políticos, intelectuales y civiles, a todas las organizaciones, partidos y movimientos democráticos, y a todas las personas de convicciones democráticas del planeta, a participar activamente de su constitución.


Abdullahi Ahmed An-Na'im, Daniele Archibugi, Jacques Attali, Bertrand Badie, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Mary Burton, Noam Chomsky, Richard Falk, Susan George, David Held, Fernando Iglesias, Mary Kaldor, Mathias Koenig-Archibugi, Lucio Levi, Giacomo Marramao, George Monbiot, Toni Negri, Heikki Patomaki, Beatriz Sarlo, Saskia Sassen, Fernando Savater, Roberto Saviano, Juan José Sebreli, Richard Sennett, Vandana Shiva, Andy Strauss

martes, 26 de junio de 2012



Les copio mi artículo de ayer en La Nación.
Más noticias  a partir del jueves, luego de la presentación.
Fernando


INTELECTUALES POR UNA DEMOCRACIA GLOBAL

¿Qué tienen que ver las revoluciones democráticas del mundo árabe, los indignados de Madrid y Atenas, el movimiento Occupy Wall-Street, la proliferación nuclear, la crisis financiera y el recalentamiento climático? Todo. Si las crisis económicas, ecológicas y de seguridad globales nacen de la incapacidad del sistema político nacional/inter-nacional para enfrentar los desafíos planteados por la globalización, el creciente número y relevancia global de los movimientos sociales expresan un descontento generalizado con las formas existentes de representación democrática, restringidas hoy, en plena era global, a la escala nacional.

Por este motivo, un grupo de académicos e intelectuales de todo el planeta hemos decidido hacer conocer nuestra posición a  favor de un orden global más justo, pacífico, democrático y humano, redactando y firmando el "Manifiesto por una democracia global". El Manifiesto es una declaración pluralista que pone el énfasis en los valores cosmopolitas compartidos por personas de muy distintos orígenes y convicciones, y en la necesidad de avanzar hacia nuevas instituciones democráticas regionales, internacionales y mundiales capaces de afrontar los desafíos del siglo XXI.

El documento comienza con un diagnóstico de los motivos del retroceso de la política: Las capacidades democráticas de los estados nacionales y las instituciones inter-nacionales se ven cada vez más restringidas frente al desarrollo de poderosos procesos, organizaciones y sistemas mundiales cuya índole no es democrática”, señala, y aunque extiende la crítica a los principales responsables de las decisiones globales intenta también encontrar una razón que supere los meros cargos personales: “Durante los últimos años, los principales líderes nacionales e inter-nacionales del mundo han corrido detrás de los acontecimientos globales. Su reiterado fracaso demuestra que no bastan las reuniones ocasionales, ni los acuerdos inter-gubernamentales, ni la cooperación inter-nacional, ni el pretendido multilateralismo, ni las actuales formas de gobernanza inter-estatales. La globalización de las finanzas, las cadenas productivas y los sistemas de comunicación, y el poder planetario alcanzado por las tecnologías destructivas exigen la globalización de las instituciones políticas de regulación y control”.
De allí, el Manifiesto por una Democracia Global pasa a enunciar una serie de propuestas sostenidas por varios de sus firmantes, unificando varias iniciativas de las cuales algunas tienen por ahora un carácter meramente académico pero muchas –como la de la Asamblea Parlamentaria de la ONU, aprobada por los parlamentos europeo, latinoamericano, africano, del Mercosur y argentino- han avanzado ya mediante el desarrollo de vastas campañas globales: “Las crisis globales requieren soluciones globales. Por eso exigimos la urgente creación de nuevas agencias globales especializadas en el desarme, el crecimiento equitativo y sostenible y la protección del medio ambiente, y la rápida implementación de formas de gobernanza democrática global en todos los temas que las actuales cumbres inter-gubernamentales han demostrado ser incapaces de resolver…. Las organizaciones nacional-estatales deben formar parte de una estructura más amplia y mejor coordinada, que debe articular instituciones regionales democráticas en todos los continentes, la reforma de la Corte Internacional de Justicia, una Corte Penal Internacional más justa y equitativa, y una Asamblea Parlamentaria en las Naciones Unidas, embrión de un futuro Parlamento Mundial”.
El cierre corresponde a una reinterpretación en clave global del concepto de ciudadanía, nacido –como el propio nombre lo indica- en las ciudades y detenido hoy en el nivel nacional: “No queremos ser mundialmente gobernados por quienes sólo han sido elegidos para hacerlo a nivel nacional, ni por organismos inter-nacionales que no nos representan –sostienen- Por eso reclamamos instituciones políticas regionales, inter-nacionales y mundiales que expresen las diferentes visiones y defiendan los intereses comunes de los siete mil millones de mujeres y hombres que componemos hoy la humanidad. Reivindicamos nuestro derecho a participar de las decisiones globales que afectan nuestras vidas. Queremos ser ciudadanos del mundo y no sus meros habitantes”. Finalmente, el Manifiesto concluye en clave de convocatoria de alcance planetario: “Exigimos democracia no sólo a nivel nacional sino una democracia global, nos comprometemos a trabajar por su desarrollo y llamamos a todos los líderes políticos, intelectuales y civiles, a todas las organizaciones, partidos y movimientos democráticos, y a todas las personas de convicciones democráticas del planeta, a participar activamente de su constitución”

El Manifiesto por una Democracia Global ha sido firmado ya por muchas de las más reconocidas autoridades en el estudio y discusión de estas problemáticas, entre otros: Abdullahi Ahmed An-Na'im, Daniele Archibugi, Jacques Attali, Bertrand Badie, Zygmunt Bauman, Ulrich Beck, Mary Burton, Noam Chomsky, Richard Falk, Susan George, David Held, Mary Kaldor, Mathias Koenig-Archibugi, Lucio Levi, Giacomo Marramao, George Monbiot, Toni Negri, Heikki Patomaki, Beatriz Sarlo, Saskia Sassen, Fernando Savater, Roberto Saviano, Juan José Sebreli, Richard Sennett, Vandana Shiva y Andy Strauss. Lo lanzaremos el miércoles  27 de junio en la LSE (London School of Economics and Political Science) mediante una conferencia de prensa que se desarrollará bajo el lema “Intelectuales de todo el planeta llaman a los líderes mundiales y los ciudadanos del mundo a construir una democracia global”. Será la primera de una serie que incluye a Roma (septiembre) y Buenos Aires (noviembre), y que continuará en 2013 en Nueva York, Bruselas, Nueva Delhi, Tokio y otras ciudades de todo el planeta. Quienes estén interesados en la iniciativa encontrarán informaciones actualizadas en http://globaldemocracymanifesto.wordpress.com/

Como en los duros tiempos de la finalización de la Segunda Guerra afirmaron varios líderes pacifistas y federalistas mundiales, parece haber llegado el momento de elegir entre un mundo o ninguno.

Fernando A. Iglesias

miércoles, 13 de junio de 2012

El anuncio del plan de viviendas del Gobierno genera dos escenarios posibles: o es un nuevo plan fracasado, como los dos estatales anteriores y el de Madres-Schoklender-Meldorek, o tiene éxito y la ANSES se funde por prestar a tasas diez veces menores que la inflación; con lo cual: ADIÓS JUBILACIONES.
Nada que no se pudiera prever cuando se legitimó el manotazo a los fondos de los jubilados privados con la excusa de las AFJP. 

Por eso publico aquí, completo, mi discurso en la Cámara de aquel momento, que incluye algunas afirmaciones sobre otro tema del que nadie hablaba entonces: la complicidad de los K con el vaciamiento de YPF. Se lo dedico a todos los payasescos legisladores de la "oposición de centroizquierda" y a los periodistas "progres"que entonces nos llamaron "empleados de las AFJP" y que ahora andan lamentándose de las "malas prácticas" de este gobierno, tan sorpresivas e inesperadas. 

 
DISCURSO CONTRA LA CONFISCACIÓN DE LOS HABERES JUBILATORIOS PRIVADOS


Señora. Presidenta (Vaca Narvaja).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.

Sr. Iglesias.- Señora presidenta: me causa cierta perplejidad que en una sesión  definida como histórica por el diputado que habló por la mayoría, una sesión que va a cambiar la historia del país, en el momento en que hablan los representantes de los bloques opositores los integrantes del bloque de la mayoría presentes en el recinto no llegan a diez.
Voy a empezar por la palabra ideología, porque muchos despistados creen que pertenece a la tradición conservadora. Me refiero a la crítica de la ideología como un fantasma destinado no a descubrir la realidad sino a ocultarla. Esta idea de ideología no como un conjunto de ideas sino como un velo que cubre la realidad pertenece a la tradición de la izquierda. Fue Karl Marx, en “La ideología alemana”, quien afirmó que las ideas dominantes son las de la clase dominante. ¿Y qué clase dominante tiene hoy la Argentina si no la que está organizada alrededor del pejotismo, cuyo centro y matriz es el saqueo, un día con la privatización y otro día con la estatización? Esta es la verdadera oligarquía que se ha llevado puesto el presente del país y con esta ley inicua quiere hoy llevarse puesto también el futuro.
                        El punto a discutir no es el sistema estatal o el privado, no es sobre un régimen previsional sino sobre si vamos a habilitar el acceso a treinta mil millones de dólares que pertenecen a los jubilados argentinos, y no a las AFJP, a un gobierno basado en la corrupción estructural. No hablo en vano; hablo de Skanska, de los fondos de Santa Cruz, del baño de Felisa Micheli, de las tierras de El Calafate compradas sin licitación a precio vil y vendidas por una fortuna, de una campaña electoral pagada por traficantes de efedrina, por donantes que no habían donado nada, por valijazos en aviones estatales que nadie pudo ni puede explicar. Hablo de un gobierno irresponsable que hace un mes hablabla del desacople y se burlaba de las desgracias ajenas mencionando el efecto “jazz” y que hoy dice que tiene las cuentas en orden pero quiere pegar un tremendo manotazo fiscal.
                        Señora presidenta, la discusión entre estatal y privado no tiene sentido cuando la regla en el país es que el privado roba en complicidad con el Estado y el gobierno se quiere llevar todo después.

                        Daré algunas cifras para que tengamos idea de la magnitud de esta operación. Estamos hablando de treinta mil millones de dólares, el 9 por ciento del PBI argentino. La famosa maniobra con la que el gobierno de Bush pretendía rescatar la economía mundial era el 4 por ciento del PBI  de los Estados Unidos. Acá estamos hablando comparativamente de más del doble, en una sesión histórica en la que los diputados de la bancada oficialista brillan por su ausencia. Se trata de una suma enorme, escandalosa, que pertenece a los jubilados argentinos no sólo por las leyes de la década del ‘90 sino porque el año pasado el Parlamento argentino les dio la libertad de optar.
                        Señora presidenta: No se gobierna un país con la mentira ni tampoco con un ojo en las encuestas y el otro en los titulares de los diarios. Los problemas que se patean hacia delante tarde o temprano llegan. Y ya que estamos en tiempo de discursos religiosos –como los que hicieron algunos diputados preopinantes‑ quisiera que en el momento de votar todos pensáramos en esa frase bíblica que dice: “Cosecharás tu siembra”, porque vamos a cosechar lo que hoy sembremos.

                        Tiene razón la señora presidenta, Cristina Kirchner, cuando dice que no quieren estatizar. Es cierto, no quieren estatizar; quieren kirchnerizar. Conciben al Estado como propiedad del gobierno y al gobierno como un bien ganancial del matrimonio K. Por lo tanto, el problema no es si el sistema estatal o si el privado sino el iceberg corporativo del cual el Pejota es simplemente la parte emergente. Es un iceberg que se está llevando puesta a la Argentina y que tiene clientelismo para arriba y para abajo. Para arriba, el clientelismo es capitalismo de amigos y subsidios. Para abajo, es dependencia de los punteros para sobrevivir, los que condicionan el voto y hacen lo que hicieron en la última elección.
                        Este iceberg se hizo presente en las plazas, en esas plazas que todos los peronistas que se acuerdan con nostalgia del 17 de octubre de 1.945 habrán mirado con vergüenza: las plazas de los intendentes del conurbano, las plazas de las patotas, las plazas de las burocracias sindicales. Ese es el Pejota hoy, el pejotismo del que hablaba hasta ayer Néstor Kirchner; ese es el Pejota que ayer era privatizador y hoy es estatizador. Es el Pejota que ha gobernado diecisiete de los últimos diecinueve años en la Argentina con consecuencias que no hace falta mencionar.

                        Cuando hay robo y saqueo no hay Estado ni hay privado, Señora Presidenta. El gobierno dice que las AFJP roban y timbean con la plata de los jubilados. Me pregunto: si es así, ¿quién los ha dejado robar y timbear en los últimos cinco años? También me pregunto, como en el caso de Aerolíneas, cómo es que un gobierno que no supo siquiera controlar y fue cómplice del saqueo se propone hoy como garantía de gestión. Y me pregunto dónde van a poner la plata. ¿En el Banco Nación, que tiene su propia AFJP y cuyos fondos están afectados por los DNU?  ¿En el Banco Central, que no puede siquiera defender las reservas del país? ¿En la ANSES, que compra Letras al Tesoro al 9 por ciento en pesos –para ser más precisos: siete mil millones de pesos‑  mientras el gobierno le pide prestado a Chávez al 15 por ciento en dólares? Imagínese el agradecimiento de tantos compañeros bolivarianos y los aviones que vuelan entre Caracas y Aeroparque llenos de agradecimiento.
Señora Presidenta, si pagar 9 por ciento en pesos a los jubilados argentinos y 15 por ciento en dólares a Chávez no es la timba financiera, ¿la timba financiera dónde está?

                        Al gobierno le gusta hablar de la memoria, y por eso yo voy a hacer algo de historia, historia de la estafa y del saqueo. El saqueo arranca con un combo legislativo del que formaban parte tres aspectos: la privatización de YPF, las regalías a las provincias petroleras y la creación de las AFJP. El artículo 163 de la ley de privatización de una compañía petrolera –caso único en el mundo‑ habla de jubilaciones. Y el artículo 163 de la ley de creación de las AFJP –caso único en el mundo‑ habla casualmente de la privatización de YPF. Y están los discursos que no me dejan mentir. Está el discurso de Cristina Kirchner en la Legislatura de Santa Cruz, instando a los legisladores a aprobar rápidamente la privatización de YPF porque así llegaban los fondos frescos de las regalías supuestamente mal pagadas a las provincias. Seiscientos millones de dólares, por nombrar una provincia cualquiera, a Santa Cruz. Y ahí está Parrilli, hoy Secretario General de la Presidencia y entonces miembro informante en esta misma Cámara a favor de la creación de las AFJP. Y ahí estaba Kirchner también haciendo lobby por las provincias petroleras, porque le venían seiscientos millones de dólares de supuestas regalías mal pagadas. Y de ahí salen los famosos fondos de Santa Cruz que como Troilo siempre están volviendo, pero que nunca se sabe dónde están.
Sigue la historia del saqueo cuando se obliga a las AFJP a invertir el 55 por ciento de los fondos de los jubilados privados argentinos en bonos de la deuda del Estado, para financiarlo. Fue una maniobra iniciada por Cavallo y convalidada por Duhalde y por Kirchner. Y fueron esos bonos en poder de los jubilados los que el gobierno de Kirchner y Lavagna defaultearon en el año 2005. Fueron esos bonos en poder de los jubilados los que cambiaron por papelitos de colores ajustables por CER. Y fueron esos bonos los que volvieron a defaultear con el INDEC de Moreno, cuando en vez de pagarles a los jubilados la verdadera inflación, superior al 25 por ciento, les pagaron el 8 por ciento que decía el INDEC de Moreno y el valor de los bonos se pulverizó.
Esa es la historia del saqueo. Lavagna lo hizo. Kirchner lo hizo. Y lo hicieron hablando de antiimperialismo y de un progresismo muy curioso que consiste en defaultear los bonos y pagarles con 60 por ciento de quita a los jubilados argentinos, y pagarle por adelantado, sin quita y en dólares, al FMI.
                       
                        Señora Presidenta, con la excusa de la intervención del Estado el Gobierno dinamita las bases de legitimidad del Estado, porque el Estado es Estado de Derecho o no es nada, o es una amenaza, o es Alí Babá…
¿Cuáles son las bases jurídicas y legales de un régimen jubilatorio que queremos sancionar hoy y que borra con el codo lo que escribió esta misma Cámara hace un año con la mano? ¿Sobre qué bases legales se va a asentar esta ley? ¿Qué va a impedir nuevamente que el próximo gobierno, sea del color político que sea, vuelva a cambiar la ley jubilatoria como se le antoje? ¿Estas son las famosas políticas de Estado de las que habla el Gobierno? ¿Vamos a tener un régimen jubilatorio cada cuatro años según sea quien gobierne? Una ley para treinta años discutida y sancionada en 30 días, y los fondos ahorrados durante catorce años dilapidados en una sola campaña electoral. ¿Estas son las políticas de Estado?
Señora presidenta: los argentinos ya tuvimos demasiado Estado sin Estado de Derecho y sabemos a dónde lleva eso. Los argentinos ya tuvimos suficientes presidentes de facto militares como para que hoy tengamos que soportar un presidente de facto civil.

-   Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Iglesias.- Las leyes no se sancionan en abstracto sino en un marco jurídico y legal. ¿Cuál es ese marco jurídico y legal…

-   Varios señores diputados hablan a la vez.

Sr. Iglesias.- ¿Cuál es el marco jurídico y legal desde donde se pretende sancionar hoy esta norma? Ese marco es el de los decretos de necesidad y urgencia de una presidenta que antes los criticaba y decía que nunca los iba a firmar. Ese marco es el de una ley de emergencia económica que todavía está vigente. Ese marco es el de los superpoderes que la Constitución argentina sanciona como infame traición a la Patria.
¿Quieren hablar de reforma previsional en serio, en un país en serio? Entonces, eliminen los superpoderes, deroguen la ley de emergencia económica y supriman los decretos de necesidad y urgencia, y a partir de ahí empecemos a hablar en serio.
Hablan modificar algunos artículos del proyecto. ¿Qué artículo le va a impedir mañana a la presidenta de la Nación pararse en sus famosos atriles y decir que llegó el efecto jazz, que ya tiene preparado el plan “B”, y gastarse el dinero de los jubilados argentinos para lo que se le ocurra? ¿Qué artículo de una ley puede impedir algo en el marco de los decretos de necesidad y urgencia, de la ley de emergencia económica y de los superpoderes? ¿Qué garantías puede dar una ANSES que hace las cuentas de lo que perdieron las AFJP y no presenta nunca las propias cuentas para que los jubilados estatales puedan ver dónde está su dinero y cuánto perdió la ANSES también? ¿Qué garantías puede dar una ANSES que hoy dice ser superavitaria y le paga al 70 por ciento de los jubilados estatales argentinos la vergüenza de 690 pesos? ¿Qué garantías hay de control de estos fondos cuando la Comisión de Seguimiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad que fue creada hace más de un año nunca se reunió y no hay noticias de que se vaya a reunir?
¿Hablan en serio los que dicen que van a votar esto por las reformas que se introdujeron? ¿Qué seguridad puede dar una presidenta que hoy dice que el Estado nunca abandona cuando en el año 2001, cuando se venía la crisis, esa presidenta y su marido tomaron sus fondos personales que estaban en la Argentina y los depositaron en una cuenta en dólares en el Deustche Bank, como figura en la declaración jurada de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández de Kirchner? El mayor crecimiento patrimonial de la pareja se produjo entre el 2001 y el 2002, poniendo los ahorros en dólares y trayéndolos después de la devaluación.
¿Qué garantías puede dar un gobierno cuyo verdadero presidente fue el que se encargó de poner los fondos de la provincia de Santa Cruz en Suiza, de que los fondos de los jubilados argentinos no terminen –como dijo alguien- en las Islas Caimán?

                        Señora presidenta: dicen que la Coalición Cívica hace una oposición cerril. El año pasado los diputados que hoy forman parte de la Coalición Cívica votaron en este mismo recinto una ley que reconocía a los jubilados el derecho a optar. ¿Con qué cara le van a decir ahora al que eligió quedarse donde estaba que esa ley no rige más y que se ha decidido una cosa diferente? ¿Dónde están los derechos adquiridos? ¿Y qué derechos adquiridos se crean para los próximos jubilados cuando con esta nueva norma estamos violando los derechos adquiridos creados por la anterior?
                        Hace un año, más del 80 por ciento de los consultados prefirieron quedarse en las AFJP, y no porque les tengan cariño. Seguramente desconfían de ellas, y con muy buenas razones, pero creen que es todavía peor ir de las AFJP a la AFJK. Señora Presidenta: Cuando el gobierno habla del Estado lo hace como si hablara de Robin Hood pero los ciudadanos argentinos, que tienen una larga experiencia, saben muy bien que no es Robin Hood sino que ha actuado, sobre todo con estos gobiernos, como Alí Babá, el jefe de los cuarenta ladrones.
Si estaban preocupados por la  crisis internacional y por el futuro de los jubilados privados lo razonable hubiese sido discutir la reapertura, para que quien quisiera pasarse de las AFJP al Estado lo pudiese hacer. Eso era razonable, pero no daba caja. Era razonable bajar las comisiones para que las AFJP cobraran menos, pero no daba caja. Era razonable que las AFJP cobraran comisiones sólo si los fondos daban ganancia, pero no daba caja. Todo esto estábamos dispuestos a discutirlo, pero no daba caja. Por eso nada se hizo y en cambio se elaboró esta ley vergonzosa. Lo que se busca con ella y con este apuro no es hacer cosas razonables en beneficio de los jubilados sino permitir un manotazo a la caja. Esto es lo que estamos discutiendo hoy.

                        Señora Presidenta, dado que he escrito algunos libros sobre el significado de la palabra “izquierda”, me voy a permitir reproducir lo que ha dicho el fundador del Partido Socialista de la Argentina, presidente de ese partido hasta su muerte, fundador del periódico “La Vanguardia” y de la Cooperativa “El Hogar Obrero”. Dijo este hombre: “Negamos que las empresas deba hacerlas el Estado; ya vendrán ellas si el Estado sabe cumplir sus funciones esenciales que consisten simplemente en la aplicación del Código Civil y del Código Penal, para establecer el respeto por la propiedad y por las personas.” Quien dijo esto se llamaba Juan B. Justo y hubo en Buenos Aires una avenida de veredas rojas en su honor. Espero que cuando voten todos los señores diputados también le rindan honor.

                        Señora Presidenta, la subejecución de la obra pública es alarmante. Lo digo porque el ministro Tomada y muchos diputados oficialistas hablan desvergonzadamente de usar los ahorros de los jubilados para pagar obra pública. Lo que desde siempre ha sido saquear la plata de los jubilados para financiar al Estado ahora parece que se trata de una hazaña progresista. La mayor parte de los sectores de la obra pública tienen una subejecución monstruosa. Por ejemplo, la ejecución tiene un nivel del 15 o 20 por ciento en la vivienda popular desde el año 2005. Y los sobreprecios de la obra pública son todavía más alarmantes: más del ciento por ciento en el caso Skanska. El presupuesto para la obra pública de la que se habla sigue creciendo verticalmente desde 2003. ¿Dónde están las autopistas, los puentes, los puertos, los ferrocarriles y los subtes, Señora Presidenta? Ya sabemos lo que significa todo esto: caja para De Vido, cuyo ministerio tiene un plan de obras públicas cuyo principal objetivo es el tren bala.
¿Le vamos a dar a De Vido el ahorro de los jubilados? ¿Los señores diputados le prestarían a De Vido un mes de su propio sueldo? ¿Por qué le vamos a dar entonces el control de lo que pertenece a los jubilados argentinos? ¿Qué progresismo es este que le saca a los jubilados para pagar deuda, para el tren bala y para financiar campaña electoral?
Cuando en 1.993 el señor diputado Parrilli, hoy secretario general de la Presidencia, habló en este recinto, se refirió a una bomba de tiempo. Hoy estamos creando una nueva bomba de tiempo; la misma que crea un presupuesto que tiene cincuenta ítems en los que más del 70 por ciento del gasto se va a producir después de 2011. Por eso, no solamente hablamos en defensa de los jubilados privados sino también de los jubilados estatales, que cobran de una ANSES que va a estallar. Hoy se le paga 690 pesos a seis millones de personas que dependen de ella. Estamos hablando del 80 por ciento de los jubilados estatales. Y la ANSES que hoy los hambrea va a tener que incorporar alrededor de nueve millones más de personas, y repartir.
No solamente se está robando a los jubilados que están en el régimen privado sino que también se pone una bomba de tiempo en el régimen estatal, que nosotros queremos defender. Y lo tiene que defender toda esta Cámara. Y el futuro del próximo gobierno, cualquiera sea, lo tiene que defender también toda esta Cámara, tanto el oficialismo como la oposición.
¿Con qué van a pagar? ¿Quién va a pagar los juicios que van a hacer las AFJP y los propios jubilados? ¿Quién se va a hacer responsable del estallido de la caja de la ANSES cuando ocurra? ¿Van nuevamente a decir, como hoy, que diez o quince años atrás se equivocaron y que hay que hacer las cosas de nuevo? Ya hemos visto esta película. La película de la bomba de tiempo argentina la vimos en 1998. La armó Menem con el endeudamiento. Ahora la arma Kirchner con el régimen de jubilación.

                        El saqueo comenzó en 1993, cuando el Pejota de Menem creó las AFJP y les dio el 30 por ciento en concepto de comisiones. El saqueo siguió cuando el Pejota de Duhalde y Kirchner consolidó que más de la mitad de la deuda fuera destinada a bonos del Estado que después Kirchner y Lavagna defaultearon. Saquean el presente todos los días cuando hablan de Estado y le pagan una miseria a los jubilados. Y saquean el futuro cuando preparan el estallido de la ANSES con esta ley.
                        El peronismo, que empezó su trayectoria creando las cajas jubilatorias, hoy quiere cerrar su parábola descendente votando una ley que va a provocar su explosión. El pejotismo del que hablaba despectivamente el doctor Kirchner hasta hace poco es hoy el gran partido conservador de la República Argentina. Es el partido del poder. Es el partido del statu quo.  Y el kirchnerismo, que llegó prometiendo un país en serio, una nueva política y distribución de la riqueza, hoy quiere sancionar un mamarracho jurídico que es la expresión perfecta de una manera vieja y corrupta de hacer política, cuya distribución de la riqueza es siempre la misma: a favor de la caja K.

                        Señora Presidenta, durante este año se abrió una gran expectativa en la sociedad argentina: la de que el Parlamento ‑y en particular esta Cámara- dejaran de ser una escribanía, la de que se acabe la obediencia debida.

                        En esta sesión histórica –como dijo un diputado preopinante- quiero decirles a todos los legisladores que pensemos en lo que votamos para que no nos hagamos merecedores a un nuevo “¡Que se vayan todos!”. 

jueves, 7 de junio de 2012

En el Día del Periodista, parece que a nadie se le ocurre en este país otra figura para reivindicar que la de Rodolfo Walsh. Y dado que he escrito un pequeño ensayo sobre él -sobre su viraje desde la democracia a la guerrilla, mejor dicho- lo pongo a disposición de quienes le encuentren algún interés. 
¡¡¡FELIZ DÍA DEL PERIODISTA A TODOS LOS PERIODISTAS DE VERAS!!!


 

Para leer hoy “Operación Masacre”

 “Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los que son represaliados, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas”.
Rodolfo Walsh (Carta abierta a la Junta Militar)
  
Acaso el de Rodolfo Walsh sea uno de los ejemplos mejores de cómo algunas muertes son capaces de reescribir una vida. Su fin, asesinado en un enfrentamiento armado el 25 de marzo de 1.977, apenas un día después de que publicara su “Carta abierta a la Junta militar”, ha congelado su imagen, reducido las dimensiones de su existencia a las de la militancia política y ocultado así el profundo drama de su gradual transformación en militante y dirigente montonero.

La masacre de los perejiles

A despecho de la mayor parte de sus admiradores, quienes aún hoy sostienen la imagen unívoca del Walsh guerrillero de sus últimos años, la relectura de su mejor obra (“Operación masacre”) muestra el abismo entre el Walsh democrático y hasta liberal de los ’50 y el montonero de los ’70, echando luz sobre la paulatina conversión de una generación de argentinos al sectarismo terrorista. Lejos de tratarse de una polémica bibliográfica, el tema parece de especial importancia en momentos en que la más espantosa década de la historia nacional, la del setenta, es irresponsablemente presentada como modelo de virtudes cívicas.
Un saldo unilateralmente incompleto de lo sucedido en aquellos años parece haber abierto las puertas a la rehabilitación del setentismo en nombre de cierta “juventud maravillosa” cuya actuación en la Historia tuvo efectos desastrosos. Primero de los cuales fue la masacre de los “perejiles”, como los llamaban los verdugos; es decir: de delegados sindicales y estudiantiles, de intelectuales y artistas, de simples trabajadores poco dispuestos a vender su dignidad y de militantes políticos y barriales, todos ellos arrasados y liquidados no ya por su hipotética adhesión a una revolución aún más hipotética sino por su activa o potencial oposición a un régimen terrorista de estado.
En este sentido, no puedo olvidar que, hablando en el aniversario del Golpe de 2002 desde un palco que daba a una plaza semivacía, Vicente Zito Lema sostuvo: “Quienes quieran hablar de nuestros muertos deberán recordar que eran revolucionarios. Que si Rodolfo Walsh y los demás 30.000 fueron torturados y desaparecidos fue porque eran revolucionarios”. Pero esta pretensión de Zito Lema (y la de Hebe de Bonafini y quienes la acompañan) es infructuosa, como bien demuestra la frase del mismo Walsh del epígrafe. Lo cierto es que la absoluta mayoría de las víctimas de la dictadura no era ni se consideraba “revolucionaria” y que muchos estaban explícitamente en contra de la táctica terrorista adoptada por organizaciones como el ERP, las FAR y los Montoneros, quienes comparten al menos una parte de la responsabilidad política por sus muertes con la dictadura.
¿Una distinción “formal” o “secundaria”? Tampoco al Walsh que escribía “Operación masacre” le era indiferente distinguir entre quienes estaban implicados en el alzamiento del General Valle (y eran por lo tanto conscientes de los riesgos que corrían) y quienes eran meros “perejiles”, caídos en desgracia por concurrir a una casa a jugar cartas y escuchar por la radio un match de boxeo: “Esta gente ha hablado conmigo con total sinceridad y me ha dicho quiénes eran los que estaban comprometidos: Torres y Gavino. Quiénes eran los que estaban simplemente enterados: Carranza y Lizaso. Quiénes eran los que no sabían absolutamente nada: Brión, Giunta, Di Chiano, Livraga y Garibotti; quedando en la sombra, por falta de datos concretos, la actitud mental de hombres como Rodríguez y Díaz”.  Según la cuenta del mismo Walsh, se trataba de dos “comprometidos”, dos “enterados”, cinco que “no sabían absolutamente nada” (los “perejiles”) y dos “dudosos”; proporciones que se repetirían con abrumadora precisión en los “maravillosos setenta”.
Es precisamente éste el saldo más horrendo del genocidio argentino: no ya los injustificables y terribles crímenes cometidos contra quienes habían decidido jugarse la vida y aceptado -armas en mano, como el Walsh de su última hora- un enfrentamiento en el terreno militar previsiblemente favorable a la dictadura; sino la espantosa “Operación Masacre” desatada sobre quienes jamás habían empuñado un arma y defendían por vías pacíficas las libertades democráticas y sus derechos sociales. No eran éstas preocupaciones ajenas del Walsh que escribiera en la introducción a su libro: “Si algo justamente he procurado suscitar en estas páginas es el horror a las revoluciones, cuyas primeras víctimas son siempre personas inocentes... La pobre gente no muere gritando “Viva la Patria”, como en las novelas. Muere vomitando de miedo ... o maldiciendo su abandono”.

Virtudes privadas y públicos horrores

Lo que golpea de la prosa de “Operación Masacre” es su propósito deliberado de ignorar toda retórica (“... ese hombre no dijo: ‘Viva la Patria’ sino que dijo ‘No me dejen solo, hijos de puta’”, pág 18). Un Truman Capote sudamericano y politizado al que le gustaba tensar el relato entre extrapolaciones: presente-futuro, privado-público,  íntimo- amenazador. Por ejemplo: “Después, cada uno se apresura a entrar en su casa. Ha empezado a apretar el frío. El termómetro marca menos de 4 grados y seguirá bajando. Son las 21.30. En ese momento, a treinta kilómetros de allí, en Campo de Mayo, un grupo de oficiales inicia el trágico levantamiento de junio... No sospecha –mientras cena en esa casa apacible, adquirida con su esfuerzo, rodeado del afecto de los suyos- que esas cualidades le ayudarán horas más tarde a salir del trance más amargo de su vida”.
En toda la obra, entre estos saltos instantáneos del paraíso al infierno (““Si todo sale bien esta noche... Pero todo saldrá mal.”, pág 43), fluye ese juego entre la realidad y la irrealidad que más tarde y en otras geografías será bautizada “Nuevo periodismo” y que en “Operación Masacre” hay que buscar desgajando sucesivas capas de verdad y de mentira (“Ésa es la historia que le oigo repetir ante el juez, una mañana en que soy el primo de Livraga...”, pág 19), desanudando la confusión generalizada que crean los ridículos esbirros (“-¿Y los otros?- vociferó Fernández Suárez. –Se escaparon.”, pág 131) y las patéticas declaraciones de las autoridades (“Se procedió al fusilamiento de los detenidos y al hacerlo, mejor dicho al establecerse cuántas eran las personas fusiladas, advirtieron que eran solo cinco en vez de doce o trece que se conducía”, declaración del subcomisario Cuello de la página 159), incapaces no sólo de fusilar sino de saber con precisión cuántos eran los que iban a ser fusilados.
Y en medio de esta mezcla tristemente argentina de intimidades familiares apacibles e instituciones zombies y asesinas, entre virtudes privadas y públicos horrores, en medio del retrato de un país también desaparecido en el que Pedro Livraga, quien “empezó como peón de albañil”, puede llegar a tener un “hermoso chalet estilo californiano [que] podría ser la residencia de un abogado o un médico” (pág 50), los hombres comunes, los argentinos anónimos, son metidos de prepo a mártires por los errores propios y los abusos ajenos. Estos hombres son descriptos por Walsh sin asomo alguno del énfasis nietzscheano que acompaña hoy -como un halo de santificación- a figuras como la de Ernesto Guevara (“Temblando y sudando, porque él tampoco es un héroe de película, sino simplemente un hombre que se anima...”, pág 20), ya que hay formas y formas de “vivir peligrosamente”.

La profecía

Pero si “Operación masacre” merece un lugar en la mitología literario-política argentina no es por sus méritos estilísticos sino por su carácter profético; esto es: por la descripción anticipada de lo que sucedería a partir del 24 de marzo de 1.976, particularmente asombrosa si se considera que fue efectuada veinte años antes por una de las futuras víctimas.
Como en 1.976, ya en la “Operación Masacre” de 1.956 está presente el robo de las pertenencias de los detenidos (“Es entonces cuando empiezan a llamarlos de nuevo, de a uno. El primero que vuelve explica que le han sacado todo lo que llevaba encima...”, pág 82), la complicidad de buena parte de la población con la matanza (“No hizo más que entrar el aterrado fugitivo en el jardín, cuando se abrió una ventana y apareció una mujer gritando. –¡Ni se atreva! ¡Ni se atreva! –y agregó, dando media vuelta y dirigiéndose, al parecer, al dueño de la casa-: ¡Dale vos, ya que se salvó!”, pág 98), la oposición y solidaridad de otros (“Las enfermeras, arriesgando sus puestos –y acaso más: aún regía la ley marcial-, protegen al herido en todas las formas imaginables”, pág 107; “Son los presos comunes, que salen a dar el paseo reglamentario, quienes lo salvan de la muerte por hambre. A través de la mirilla de la celda le tiran mendrugos de pan...”, pág 121), la increíble desorganización que transforma una ejecución en “una carnicería” (pág 147), los ocultamientos y la tortura indirecta a los parientes (“A los familiares de las víctimas no se les ahorró molestia, vejación, ni incertidumbre alguna.” pág 113), su dramático peregrinar en busca de informaciones por destacamentos y comisarías (“De la Unidad Regional los mandan a la cárcel de Caseros, de Caseros al penal de Olmos, de Olmos a la Jefatura de La Plata, de La Plata a la comisaría de Villa Ballester, de Villa Ballester a la Unidad Regional San Martín...”, pág 121), los infames calabozos y cuchitriles (“Pero Juan Carlos no ha muerto. Sobrevive prodigiosamente a sus heridas infectadas, a sus dolores atroces, al hambre, al frío, en la húmeda mazmorra de Moreno.” pág 119), la “obediencia debida” y su crítica (“Es inútil que un hombre pretenda escudarse en ‘órdenes superiores’ cuando estas órdenes incluyen el asesinato lento de otro hombre inerme e inocente”, pág 119), los abogados y sus infructuosos habeas corpus (“El doctor Máximo von Kotsch, abogado de 32 años... dedicaba su notorio dinamismo a la defensa de presos gremiales. Entre ellos, los numerosos petroleros torturados por la policía bonarerense”, pág 123), los fusilamientos disfrazados de “enfrentamientos” (“La primera versión oficial... dice que Juan Carlos fue ‘herido durante un tiroteo’. Ya vimos en qué consistió ese tiroteo.”, pág 139), las desapariciones (“En los libros... no figuraba la detención de Livraga o sus compañeros... Toda la operación lleva, pues, el sello imborrable de la clandestinidad.”, pág 143), la tortura -y el sarcasmo impune de los torturadores- (“Acude entonces al subjefe de Policía, capitán Ambroggio, y le muestra las fotos de presos que, al parecer, han sido azotados con alambres. El subjefe mira las fotos con aire crítico. –Eso no es alambre –comenta- Eso es goma.”, pág 133), el uso de las fuerzas de seguridad en funciones de represión ilegal (“Agrega el declarante que la misión encomendada era terriblemente ingrata para el que habla, pues salía de todas las funciones específicas de la policía...”, pág 152); la complicidad de la gran prensa (“A doce de años de distancia se pueden revisar las colecciones de los diarios: esta historia no existió ni existe”, pág 20); en fin: el uso de las instituciones y los símbolos nacionales para cometer, justificar y encubrir un espantoso crimen (“...en nombre de la República Argentina, se cometió una atrocidad”, pág 221).
Todo este sistema invertido de valores, en el que la legalidad es una mera forma lista para ser desechada en tanto el horror se constituye como contenido verdadero de la acción del estado, estaba allí ya en 1.956 y se repetiría veinte años más tarde con crueldad superior y aplicada en escala monumental, en una inesperada repetición de la historia como la decsripta por Marx en “El 18 brumario...” pero que esta vez iba de la tragedia al infierno. Rodolfo Walsh, su denunciante, sería una de las víctimas.

Un vasto y argentino asesinato

Al leer hoy “Operación Masacre” es necesario esforzarse para evitar atribuir a su autor dotes premonitorias. “Ahora supongamos... que la mera promulgación de la ley marcial le da a un jefe de policía sobre todas las personas previamente detenidas... autoridad ilimitada.... Ese señor, entonces, puede  asesinar a todos los presos confiados a su custodia, y luego... ser ‘juzgado’ por un tribunal militar, es decir: por sus colegas y camaradas embarcados en la misma facción y acaso culpables de similares hazañas.” (pág 172); clarividente anticipo de las farsas judiciales llevadas adelante por los militares en los tempranos ‘80. Y, más adelante: “Los detenidos de Florida fueron penados, y con la muerte, y sin juicio, y arrancándolos a los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa, y en virtud de una ley posterior al hecho de la causa, y hasta sin hecho y sin causa.” (pág 173). Y, sobre todo: “Se trata en suma de un vasto asesinato, arbitrario e ilegal...” (pág 175). He aquí el único error profético de Walsh, quien hablaba de unas pocas decenas de personas, no pudiendo suponer en 1.957 las dimensiones que podía asumir un “vasto asesinato”. 
Pero no era premonición alguna la que guiaba a Walsh en 1.957 sino su acabada conciencia de las taras autoritarias del país en el que vivía. Lo que lleva a una conclusión de perogrullo: si los rasgos del “vasto asesinato” iniciado en 1.976 están enteramente contenidos en la “Operación Masacre” de 1.956, habrá entonces que admitir que el genocidio consumado en los ’70 por los argentinísmos miembros de las Fuerzas Armadas Argentinas, bajo las órdenes del Gobierno argentino, con la bandera nacional flameando sobre ignominiosos campos de concentración como la ESMA, fue el producto acabado de una cultura autoritaria, militarista y antidemocrática perfectamente en línea con las tradiciones nacionales y no el fruto de un complot externo, como pretenden muchos de quienes de Walsh se proclaman herederos.
Esta cultura militarista y nacionalista, de definido estilo prusiano, accedió al centro de la escena política nacional con el golpe uriburista de 1.930 y continuó creciendo a lo largo de varias décadas: a través del gobierno del GOU, primero, el del mismo Perón, después (significativamente, Walsh no duda en 1.957 en responsabilizar al peronismo por sus “abusos de la represión policíaca”, pág 188), y siguió desarrollándose y agudizándose con Onganía, Lanusse y Levingston hasta desembocar en la tríada del terror Videla – Massera – Agosti.

Del “horror a las revoluciones” a la “larga guerra del pueblo”

En 1.971, a catorce años de los hechos de León Suárez y cinco años antes del Golpe de Videla, “Operación Masacre” da lugar a una película que incluye un texto final en off que –según el Walsh de 1.971- “completa el libro y le da su sentido último” (pág 182). Ya para entonces, su transformación es, a decir poco, asombrosa. Allí, un Walsh completamente extraño al de 1.957 escribe: “La marea empezaba a darse vuelta, las balas también les entraban a ellos, a los torturadores, a los jefes de la represión. Los que habían firmado penas de muerte, sufrían la pena de muerte... Lo que nosotros habíamos improvisado en nuestra desesperación, otros aprendieron a organizarlo con rigor... la larga guerra del pueblo...”. Comenzaba así un penoso ojo-por-ojo que, muy previsiblemente, no acabaría allí ni se decidiría a favor del más débil.
¿Qué llevó a aquel hombre que jugaba ajedrez en un café de La Plata en el que “la única maniobra militar que gozaba de algún renombre era el ataque a la bayoneta de Schlechter en la apertura siciliana” (pág 17) a formar parte de la dirección de la organización terrorista Montoneros? ¿Qué proceso histórico convirtió al nacionalismo argentino a quien había escrito: “El torturador que a la menor provocación se convierte en fusilador es un problema actual, un claro objetivo para ser aniquilado por la conciencia civil. Ignorábamos hasta ahora que tuviésemos esa fiera agazapada. Aún en la Alemania nazi, fueron necesarios años de miseria, miedo y bombardeos para sacarla a la luz. En la República Argentina bastaron seis horas de motín para que asomara su repugnante silueta”? ¿Qué condujo al peronismo a quien una década antes decía: “Sé que bajo el peronismo no habría podido publicar un libro como este [se refiere a Operación Masacre], ni los artículos periodísticos que lo precedieron, ni siquiera intentar la investigación de crímenes policiales que también existieron entonces”, (pág 193)? ¿Qué transformó el discurso civil y democrático del Walsh de la década del ’50 en el todo o nada guerrillero de los ’70; cuyo resultado fue tan atroz para los pocos que habían elegido el camino de “Revolución o Muerte”, “Patria o Muerte” o “Perón o Muerte”, como para los muchos que no lo había hecho?
¿Cuál es la trayectoria moral que va desde “... por muy equivocados que estén, son seres humanos y debe tratárselos como tales” de la pág. 193 hasta las tres hojas y media (pág. 175-178) que en 1.971 glorifican la ejecución del General Aramburu? ¿Qué tortuosa ruta parte del “Reitero que esta obra no persigue un objetivo político ni mucho menos pretende avivar odios completamente estériles” de 1.957 para llegar a la “larga guerra del pueblo” de 1.971? ¿Qué via crucis personal arranca de “La bomba que mata a un inocente no se diferencia gran cosa de la descarga del pelotón que mata a otro inocente” (pág 210) pero acaba en la justificación del terrorismo “revolucionario”? No creo que exista posibilidad de comprender lo sucedido en los setenta argentinos sin explorar las razones de esta deriva de la conciencia civil y dar respuesta a estas preguntas.

Dar testimonio en momentos difíciles
Las dimensiones del horror genocida han hecho que por muchos años los crímenes cometidos por sus víctimas fueran sepultados bajo un manto de justificaciones. A más de veinte años del fin de la dictadura semejante remoción se torna una manipulación como cualquier otra de la memoria histórica, cuyas consecuencias no pueden ser indiferentes ni superficiales dada la penosa gravedad de los hechos.
La vida de Rodolfo Walsh está íntimamente atada a la trágica historia de una generación que pagó con la muerte sus arbitrariedades y violencias, fueran éstas propias o ajenas. Por eso, acaso sea posible hoy rescatar las últimas palabras públicas de Walsh, ésas que en la “Carta de un escritor a la Junta Militar” hablan de la necesidad de “dar testimonio en momentos difíciles”. Y esto implica, según creo y entiendo, intentar rescatar, en estos difíciles momentos del país, a totalidad de aquella experiencia devastadora a favor de una memoria menos parcial e incompleta.
Aún insistiendo en la distancia que separa los crímenes del terrorismo “revolucionario” de los crímenes del terrorismo de estado, aún descartando las equivalencias forzadas del estilo de la “Teoría de los dos demonios”, dar testimonio en momentos difíciles es recordar que entre las organizaciones armadas de la década del ’70 y los militares que implantaron el terror genocida con la excusa de aniquilarlas existieron fuertes puntos de acuerdo, a saber: el desprecio del sistema democrático y del Poder Judicial y el Parlamento, el autoritarismo nacionalista, la retórica incendiaria, la militarización de la política y la consecuente vocación por resolver las cuestiones en el terreno de las armas, la atribución a difusas entidades extranjeras (el “imperialismo yanqui” o la “sinarquía internacional”, según el caso) de las peores aberraciones de la sociedad argentina, la justificación de actos atroces en pretendidos fines nobles, el militarismo, la verticalidad y la clandestinidad elevados a método, la fe en la violencia como “partera de la historia”. Demasiados de estos valores permanecen vigentes -como un río subterráneo- en la vida política argentina como para que nos sea dado el ignorarlos impunemente.

De libros y metralletas en el país de los hotentotes

Si hemos de aceptar la visión de Walsh como un sensible sismógrafo del terremoto interior que afectaba a una generación de argentinos, el abrumador cambio que denotan sus escritos de 1.957 y 1.971 resulta revelador. En este sentido, cuando Walsh escribe su larga parrafada sobre la larga guerra del pueblo, ya todo está dicho sobre su transformación de demócrata a guerrillero, para usar las palabras de aquel famoso titular que anunció el Golpe una noche antes de que se produjera.
En la introducción a su libro de 1.957, Walsh intenta explicar los motivos que lo han llevado a escribirlo, tan diferentes de las razones que esgrimiría en 1.971: “Creo en este libro, en sus efectos. Espero que no se me critique el creer en un libro cuando son tantos más los que creen en las metralletas”. Y luego, en la última página introductoria, aludiendo a su batalla civil por obtener reparación para las víctimas y castigo para los culpables de la “Operación Masacre” desatada en los basurales de José León Suárez, Walsh agrega: “Tengo la firme convicción de que el resultado último de esta lucha influirá durante años en la índole de nuestros sistemas represivos; decidirá si hemos de vivir como personas civilizadas o como hotentotes”. Premonitorias palabras.

Fernando A. Iglesias
Autor de “¿Qué significa hoy ser de izquierda?- Reflexiones sobre la Democracia en los tiempos de la Globalización”.